- Lanzamiento objetivo a comienzos de 2027, condicionado por el retraso de RTX 50 SUPER al tercer trimestre de 2026.
- Arquitectura Rubin, nodo de 3 nm y foco en DLSS, RT de 5ª gen, tensor de 6ª y SER 3.
- Más VRAM y GDDR7 más rápida; tensión en módulos de 3 GB y precios de DRAM al alza.
- Gama prevista de 6050 a 6090 y salto de rendimiento superior al de la generación anterior.
La próxima hornada de GPUs de Nvidia ya se vislumbra en el horizonte y, aunque todavía no hay nada oficial, las filtraciones empiezan a dibujar un calendario bastante creíble. Varios informes coinciden en que la serie GeForce RTX 60 apunta a estrenarse a comienzos de 2027, con una hipotética RTX 6090 como punta de lanza. Esta ventana encaja con el ritmo bien conocido de la marca, que acostumbra a renovar su gama de consumo cada dos años, pero hay varios factores que podrían mover la fecha unas cuantas casillas.
Para situarnos: la serie GeForce RTX 50 llegó en 2025 con modelos como RTX 5090 y RTX 5080, dando relevo a la familia RTX 40 iniciada en octubre de 2022 y asentada sobre la arquitectura Blackwell. Con ese contexto, el salto generacional a RTX 60 sería el siguiente paso natural, pero las piezas del puzzle —sobre todo la rumoreada serie RTX 50 SUPER y la disponibilidad de memoria— pueden alterar la planificación.
Calendario previsto y por qué podría moverse
Las fuentes que mejor conocen la cadena de suministro sitúan la RTX 6090 en el primer trimestre de 2027, siempre que todo vaya según lo esperado. La hipótesis de Q1 para el buque insignia casa con el ciclo bianual de Nvidia, e incluso permitiría una presentación en fechas señaladas como el CES, algo que la compañía ha aprovechado en otras generaciones. Ahora bien, esa hoja de ruta venía condicionada por un paso previo: la llegada de las RTX 50 SUPER.
¿Dónde está el lío? En que la gama SUPER, que se preveía inicialmente para principios de 2026, habría quedado desplazada al tercer trimestre de 2026 por la escasez de memoria GDDR7 de 3 GB por chip. Esta variante de GDDR7 es clave porque incrementa en un 50% la densidad por módulo respecto a los modelos no SUPER de la serie 50, y su disponibilidad condiciona directamente qué SKUs pueden llegar y cuándo.
Al deslizarse las RTX 50 SUPER hacia finales de 2026, Nvidia difícilmente querrá solapar dos lanzamientos de calado en pocos meses. Lo lógico, según esas mismas fuentes, sería estirar la introducción de RTX 60 entre seis y nueve meses, empujando la ventana a una presentación durante 2027 y una comercialización entre el tercer y el cuarto trimestre de ese año. Otras lecturas, más conservadoras, llegan a plantear finales de 2027 o incluso principios de 2028 si persistieran los cuellos de botella.
También pesa el movimiento de la competencia. AMD trabaja en RDNA 5, destinada tanto a PC como a consolas de próxima generación (PS6 y Xbox Next), y podría enseñar cartas en la segunda mitad de 2026. Si Nvidia retrasa su siguiente generación, AMD tendría unos meses de pista libre con su nueva arquitectura, salvo que en Sunnyvale también opten por posponer para pulir producto o ajustar calendarios.
Qué hay detrás del retraso de RTX 50 SUPER
Más allá del rumor, hay señales concretas. Fabricantes y medios cercanos a la cadena de valor han señalado que la versión de 3 GB por chip de la GDDR7 está corta de suministro. La situación estaría relacionada con la fuerte demanda de DDR5 —que compite por capacidad fabril y priorización— y con la rentabilidad de ciertos tipos de DRAM frente a otros, lo que empuja a los proveedores a reordenar su capacidad de producción.
Este tapón en GDDR7 de alta densidad impacta en varios frentes. Por un lado, eleva el riesgo de escasez en modelos con mucha memoria, entre ellos la RTX 5060 Ti de 16 GB, que compite por el mismo pastel que GPUs superiores como una hipotética 5070 Ti o 5080. Por otro, obliga a Nvidia a priorizar dónde pone cada módulo: si el caudal es limitado, la preferencia natural son los productos con mayor margen.
En paralelo, medios como Benchlife han apuntado que los socios de Nvidia aún no han recibido el diseño final de las RTX 50 SUPER, lo que refuerza la tesis del retraso (pero no de la cancelación). Con este telón de fondo, el desplazamiento de una generación «intermedia» arrastra inevitablemente a la siguiente, porque hay que preservar una distancia comercial y tecnológica coherente entre familias.
El papel de la competencia y el encaje en la hoja de ruta
Si RTX 50 SUPER se va al tercer trimestre de 2026, RTX 60 corre el riesgo de llegar en la parte final de 2027. En ese intervalo, AMD presumiblemente mostrará o pondrá a la venta sus primeras tarjetas con RDNA 5 —arquitectura crucial para su ecosistema de PC y consolas—, lo que le daría una ventana de visibilidad y ventas sin rival directo durante unos meses.
Por supuesto, no todo depende de AMD. Factores macro como la disponibilidad de memoria, los costes del silicio o cambios de estrategia pueden reencajar las fechas en ambas compañías. Y, como siempre, si un lanzamiento se precipita sin stock suficiente, la recepción del mercado lo penaliza, así que ajustar el timing es tan comercial como técnico.
Arquitectura: Vera Rubin en el punto de mira (y el fantasma de Feynman)
En el frente técnico, todas las pistas conducen a Vera Rubin como nombre en clave de la próxima arquitectura de Nvidia. La compañía ya la ha mencionado en entornos profesionales, y allí ha confirmado un diseño multichip evolucionado respecto a Blackwell B200: en lugar de dos chiplets, se habla de hasta cuatro chiplets conectados dentro del mismo empaquetado para sus aceleradores de IA y centros de datos.
¿Llegará ese enfoque «chiplet» al gaming de consumo? Aquí el consenso es más prudente. Para juegos, el diseño monolítico sigue ofreciendo ventajas claras en latencia y coherencia, y todo indica que Nvidia lo mantendría en la mayor parte de la gama RTX 60. Si hubiera una excepción, el candidato natural sería el tope de gama (RTX 6090), donde partir el silicio podría permitir escalar shaders sin hundir el rendimiento por cuestiones de comunicación entre chiplets.
Conviene recordar el precedente con la actual RTX 5090: su GPU GB202 cuenta con 24.576 shaders en el diseño completo, pero la tarjeta comercial activa 21.760. Ese binning —aprovechar dies con pequeños defectos— mejora el rendimiento de la oblea y el suministro, y es otro motivo por el que el monolítico sigue teniendo recorrido en gaming. El salto a Rubin podría aumentar de nuevo el número total de shaders, y repartirlos en dos o más chips ayudaría a la producción, pero no es trivial cuadrar esa ecuación para videojuegos.
También ha circulado el nombre de Feynman como futura arquitectura, aunque encajaría para más adelante. Las cronologías más fiables sitúan Feynman a partir de 2028, primero en el ámbito profesional y, ya después, en consumo. Dicho de otra forma: en la ventana de tiempo que nos ocupa, lo razonable es pensar en Rubin para RTX 60.
Nodo de fabricación, eficiencia y consumo
Con la serie RTX 50, Nvidia apostó por un N4 personalizado de TSMC (derivado de 5 nm), con ganancias medibles frente a 5 nm estándar. El siguiente salto toca a 3 nm, y todo apunta a TSMC N3E como candidato fuerte, con la opción de reservar N3P para una actualización posterior. En números, N3E mejora en torno a un 60% la densidad lógica respecto a 5 nm, ofrece alrededor de un 10% más de rendimiento a igual consumo y permite recortar el consumo entre un 30% y un 35% manteniendo rendimiento, frente a la base de 5 nm.
¿Qué significa eso en una tarjeta real? Sobre el papel, eficiencia claramente mejor y margen para aumentar frecuencias o unidades sin disparar vatios. Las proyecciones más comedidas apuntan a que la futura RTX 6090 no superaría el TGP de 575 W de la RTX 5090 en su configuración base, un límite que tiene sentido comercial y térmico. En gamas inferiores, este salto de nodo debería lucirse todavía más en relación rendimiento/vatio.
Memoria: GDDR7, ancho de banda y disponibilidad
La memoria será protagonista por partida doble. Por un lado, la adopción de GDDR7 más rápida incrementará el ancho de banda, clave para alimentar shaders y RT cores de nueva generación. Por otro, el suministro de ciertos módulos —en particular los de 3 GB por chip— está marcando la agenda, como se ha visto con las RTX 50 SUPER.
En lo funcional, cabe esperar configuraciones de VRAM más generosas que en RTX 50 a lo largo de la gama RTX 60, con buses adaptados a cada segmento para no estrangular el rendimiento. Una propuesta sensata —y muy comentada— quedaría así:
- GeForce RTX 6050: 8 GB GDDR7 (128 bits)
- GeForce RTX 6060: 12 GB GDDR7 (128 bits)
- GeForce RTX 6060 Ti: 16 GB GDDR7 (128 bits)
- GeForce RTX 6070: 16 GB GDDR7 (256 bits)
- GeForce RTX 6070 Ti: 20 GB GDDR7 (320 bits)
- GeForce RTX 6080: 24 GB GDDR7 (384 bits)
- GeForce RTX 6090: 32 GB GDDR7 (512 bits)
No hay que perder de vista el lado macro: el precio de la memoria RAM ha escalado en torno a un 300% recientemente y las previsiones no apuntan a una relajación inmediata. Si esa presión se mantiene, puede traducirse en costes superiores para las tarjetas y/o en ajustes de disponibilidad por modelo.
Tecnologías clave: DLSS, trazado de rayos y SER 3
La otra gran pata del avance no es solo el silicio, sino el software que lo exprime. En RTX 50 vimos la llegada del modelo de transformación en DLSS 4 y el impulso a la multigeneración de fotogramas, dos pilares que han redefinido la relación entre resolución, fluidez y latencia.
Mirando a RTX 60, las quinielas sitúan DLSS 5 con mejoras de reescalado, reconstrucción de rayos y capacidad de generar aún más fotogramas por cada renderizado. Se ha llegado a plantear un tope teórico de 16 por 1, con modos x6 o x8 como escenarios plausibles, siempre bajo la premisa de que la calidad y la estabilidad acompañen. En paralelo, se esperan núcleos RT de quinta generación y núcleos tensor de sexta, y la introducción de SER 3 (shader execution reordering) para exprimir mejor la ejecución de shaders en escenas complejas.
Todo ello, combinado con el salto a 3 nm, debería elevar de manera tangible el rendimiento con trazado de rayos y el renderizado neural, ámbitos donde Nvidia quiere mantener ventaja frente a DLSS vs FSR, más aún tras los avances recientes de AMD con sus técnicas de reconstrucción y supersampling.
Gama esperada de modelos
Sin confirmación oficial en el momento de escribir estas líneas, la alineación más probable mantiene el esquema actual: de una RTX 6050 para la gama de entrada a una RTX 6090 como tope. En detalle, el abanico tendría estas posiciones:
- GeForce RTX 6090: gama entusiasta
- GeForce RTX 6080: alta premium
- GeForce RTX 6070 Ti: alta
- GeForce RTX 6070: acceso a la alta
- GeForce RTX 6060 Ti: media premium
- GeForce RTX 6060: media
- GeForce RTX 6050: entrada
En el segmento más bajo, no se espera nada por debajo de 6050: las GPUs integradas han limado gran parte del sentido de las dedicadas básicas. AMD, eso sí, ha seguido coqueteando con ese peldaño con propuestas como la Radeon RX 7400 para OEMs, pero Nvidia lleva tiempo centrando su catálogo en gamas donde puede diferenciarse más.
Rendimiento previsto y equivalencias orientativas
Con todos los peros de hablar de proyecciones, las estimaciones confluyen en que el salto de RTX 50 a RTX 60 sería más contundente que el de RTX 40 a RTX 50. Ese empujón saldría del tándem arquitectura + 3 nm + memoria más rápida + software de IA mejorado.
Traducido a «quién rinde como quién», el mapa de equivalencias tentativo quedaría de esta forma:
- GeForce RTX 6050: por debajo de una GeForce RTX 5060
- GeForce RTX 6060: ligeramente por debajo de una GeForce RTX 5070
- GeForce RTX 6060 Ti: por encima de una GeForce RTX 5070
- GeForce RTX 6070: por debajo de una GeForce RTX 5080
- GeForce RTX 6070 Ti: ligeramente por encima de una GeForce RTX 5080
- GeForce RTX 6080: un poco por debajo de una GeForce RTX 5090
- GeForce RTX 6090: entre un 25% y un 35% más que una GeForce RTX 5090
Insistiendo en la cautela: las cifras reales dependerán de relojes, límites de potencia, buses de memoria y drivers. Pero sirven para hacerse una idea de la escalera en la que Nvidia quiere posicionar cada escalón.
Precios y disponibilidad: lo que puede pasar en tienda
Otro capítulo sensible. Fabricar en 3 nm es más caro y la presión sobre la DRAM tampoco ayuda, así que lo sensato es esperar PVP recomendados algo por encima de los de la serie 50. Luego está el mercado real, donde el stock, las promociones y la especulación dibujan su propia dinámica; ahí, cada lanzamiento escribe una historia distinta en función de la demanda y la oferta iniciales.
Si el suministro de GDDR7 de 3 GB sigue tenso, los modelos con más VRAM o buses más anchos podrían salir más espaciados o en tandas más pequeñas. Y, si la memoria generalista (DDR5) continúa cara, el coste total de los PCs subirá, afectando al «momento compra» de muchos usuarios.
¿Y si no quieres esperar?
Para quienes buscan actualizar ya, algunas propuestas actuales pueden encajar según el presupuesto y la urgencia. En el frente rojo, se ha destacado la Radeon RX 9070 XT como alternativa inmediata: 16 GB de VRAM rápida, arquitectura RDNA 4 y eficiencia notable en juegos, respaldada por herramientas de comparación de precios para localizar buenas ofertas. Es una opción a valorar si no compensa esperar a que se despeje el calendario de RTX 60.
En todo caso, si tienes margen, el escenario de 2027 pinta especialmente interesante: Nvidia con Rubin y mejoras de IA y ray tracing, y AMD apretando el paso con RDNA 5 y su ecosistema FSR Redstone. Elegir en ese contexto será mucho más divertido que ahora.
La foto general, con los pies en la tierra, es la siguiente: Nvidia trabaja para lanzar RTX 60 en su ciclo habitual, pero la serie RTX 50 SUPER, la memoria GDDR7 y los costes a 3 nm han introducido variables que empujan la ventana a 2027 y abren la puerta a que el tramo final del año concentre las primeras llegadas. Si cuadra el calendario, veremos un salto de rendimiento mayor que el previo, un foco claro en IA aplicada a gráficos (DLSS y renderizado neural), RT cores de quinta generación, tensor de sexta y, probablemente, más memoria y ancho de banda en toda la gama. Todo ello con el reto añadido de cuadrar suministro y precio en un mercado de componentes que no da tregua.
