Uso de DirectStorage en Windows 11 para mejorar juegos en PC

Última actualización: noviembre 26, 2025
Autor: Isaac
  • DirectStorage permite que los datos comprimidos viajen del SSD NVMe a la GPU con mucha menos carga sobre la CPU.
  • Para notar sus ventajas reales se necesita Windows 11, SSD NVMe, GPU moderna y juegos diseñados para usar la API.
  • Su principal aportación son tiempos de carga mucho menores y mundos más fluidos, no tanto más FPS.
  • La adopción aún es limitada, pero abre la puerta a diseños de juegos más ambiciosos y detallados.

DirectStorage en Windows 11

Si juegas en PC y tienes un SSD moderno, seguro que has oído hablar de DirectStorage en Windows 11 como la gran revolución para reducir los tiempos de carga y mejorar la fluidez. Esta tecnología viene directamente del mundo de las consolas Xbox Series X|S y promete acercar esa experiencia de cargas casi instantáneas al ordenador, siempre que el hardware y los juegos acompañen y estén bien configurados.

Sin embargo, alrededor de DirectStorage hay bastante ruido, expectativas muy altas y también algo de confusión. No todos los equipos son compatibles, ni todos los juegos lo aprovechan todavía, y su impacto real va mucho más allá de “que el juego cargue más rápido”. En este artículo vamos a ver con calma qué es, cómo funciona, qué gana realmente el jugador y qué limitaciones tiene ahora mismo en PC.

Qué es DirectStorage y de dónde viene

DirectStorage es, dicho de forma sencilla, una API de Microsoft integrada en DirectX 12 Ultimate pensada para gestionar de forma mucho más eficiente los datos que se cargan desde la unidad de almacenamiento hacia la tarjeta gráfica. No es un componente físico, no es una tarjeta ni un chip, sino una capa de software que cambia la forma en que viajan los datos dentro del PC.

Esta tecnología se estrenó primero en consolas Xbox Series X|S como parte de la llamada Xbox Velocity Architecture, donde se combinan un SSD NVMe muy rápido con un sistema de compresión y descompresión acelerado por hardware. Al ver el resultado, Microsoft decidió portar la idea al PC, integrándola en Windows 11 y también dándole soporte en Windows 10 a partir de la versión 1909, aunque con matices de rendimiento.

El objetivo de DirectStorage es que los juegos puedan hablar “casi directamente” con la GPU y con el SSD NVMe, saltándose parte del trabajo que tradicionalmente hacía la CPU. Esto libera recursos del procesador para destinarse a otras tareas como IA, lógica del juego o simulaciones físicas, algo especialmente importante en títulos de mundo abierto y con muchos elementos simultáneos en pantalla.

Microsoft promociona DirectStorage como el eslabón perdido entre los SSD ultrarrápidos actuales y el software, porque hasta ahora teníamos mucho ancho de banda de almacenamiento, pero los juegos seguían cargando los datos usando rutas pensadas para discos duros mecánicos, con muchas llamadas pequeñas y una fuerte dependencia de la CPU.

Uso de DirectStorage en Windows 11

Cómo se cargan los datos sin DirectStorage

Para entender el salto que supone, conviene repasar cómo funciona la carga de datos tradicional en un juego de PC. Normalmente, los archivos del juego (texturas, modelos 3D, audio, scripts, etc.) residen en un HDD o SSD. Cuando el juego necesita algo, el sistema lee esos datos, se los pasa a la CPU, que se encarga de descomprimirlos y prepararlos, y luego los envía a la GPU para que pueda renderizarlos.

Este proceso implica múltiples pasos y mucha intervención del procesador: llamadas al sistema de archivos, copias a memoria RAM, descompresión en la CPU, copias adicionales hacia la VRAM de la gráfica… Todo esto funcionaba más o menos bien con discos duros clásicos, donde el cuello de botella estaba en las propias unidades, pero con los SSD NVMe la situación ha cambiado.

Hoy en día los SSD PCIe 3.0 y, sobre todo, PCIe 4.0 NVMe pueden mover varios gigabytes por segundo. Sin embargo, los juegos no siempre aprovechan ese caudal porque la ruta de acceso sigue siendo la misma que en la era del HDD: muchas llamadas pequeñas, mucho trabajo de CPU y un flujo de datos menos directo de lo que podría ser.

Como resultado, aunque cambies un SSD SATA por un NVMe muy rápido, los tiempos de carga no se reducen de forma proporcional al aumento de velocidad teórica. El cuello de botella pasa a estar en la CPU y en la forma en que el sistema operativo y la API gráfica gestionan esas peticiones de I/O y la descompresión.

Qué hace realmente DirectStorage a nivel técnico

DirectStorage cambia las reglas del juego al permitir que los datos comprimidos viajen desde el SSD a la GPU con mucha menos intervención de la CPU. La idea es que sean las propias unidades de procesamiento de la gráfica las que se encarguen de la descompresión y de gran parte de la gestión de las transferencias.

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Para ello, la API se apoya en las unidades DMA (Direct Memory Access) integradas en la GPU, que son pequeños procesadores encargados de mover datos entre distintos componentes del sistema sin tener que pasar todo el rato por la CPU. En vez de que el procesador central copie los datos desde el SSD a la RAM y de ahí a la VRAM, se generan comandos específicos para que la GPU coordine estas transferencias.

En consolas Xbox Series X|S la cosa es todavía más directa porque el sistema tiene una memoria unificada para CPU y GPU y un bloque de hardware específico, el Velocity Engine, pensado para acelerar este tipo de tareas. En PC, sin embargo, sí existe separación entre la RAM del sistema y la VRAM, así que los datos siguen pasando por la memoria principal, pero la gestión se hace de forma mucho más eficiente y con menos carga para la CPU.

Este enfoque se conoce como Workload Decomposition: dividir el trabajo que antes realizaba casi en exclusiva el procesador, para delegar partes de él en otros componentes mejor preparados, como la GPU. El driver de la tarjeta gráfica juega un papel importante, creando listas de comandos y aprovechando la computación asíncrona (Compute Shaders que trabajan en paralelo al renderizado tradicional) para procesar descompresión y transferencia sin bloquear la generación de frames.

GDeflate y DirectStorage 1.1: descompresión a toda máquina

Con la versión 1.1, DirectStorage introduce GDeflate, una variante del clásico algoritmo DEFLATE pensada para ser descomprimida directamente por la GPU a gran velocidad. La idea es almacenar los datos del juego en el SSD usando este formato y que la tarjeta gráfica pueda descomprimirlos sin saturar a la CPU.

Descomprimir a varios gigabytes por segundo no es ninguna broma para un procesador, incluso uno de gama alta. Trasladar esa labor a la GPU reduce enormemente el uso de CPU, hasta en torno a un 20-40 % en determinados escenarios, según las estimaciones que se han ido publicando y las pruebas de algunos desarrolladores.

Este enfoque permite mover una cantidad de datos muy superior en menos tiempo, manteniendo a raya el tamaño de instalación de los juegos gracias a la compresión, pero sin pagar el precio de esperas prolongadas mientras se descomprime. Para el usuario, esto se traduce en colecciones enteras de texturas, modelos y otros assets que pueden cargarse en RAM de forma mucho más rápida.

A nivel de diseño de niveles, todo esto abre la puerta a mundos mucho más amplios, con más detalle y menos trucos para ocultar cargas. Pasillos forzados, puertas que se abren lentamente o viajes en ascensor eternos existen, en gran parte, para dar tiempo al juego a cargar datos; con DirectStorage y GDeflate, esas limitaciones se reducen.

Beneficios prácticos en los juegos para PC

Cuando todo el ecosistema está alineado (hardware, sistema operativo y juego diseñado para ello), DirectStorage puede ofrecer una reducción muy notable de los tiempos de carga. En títulos compatibles como Forspoken se han llegado a mostrar pantallas de carga que duran menos de un segundo en determinadas configuraciones.

Más allá de las pantallas de carga iniciales, una de las grandes ventajas es la capacidad de hacer streaming continuo de texturas y geometría. Esto significa que el juego puede ir trayendo desde el SSD a la VRAM elementos del escenario según los necesitas, sin necesidad de cargarlo todo de golpe ni mantener enormes cantidades de datos en RAM durante mucho tiempo.

En los juegos modernos se utiliza desde hace años el concepto de atlas de texturas: en lugar de cargar miles de archivos de textura sueltos, se organiza una gran “megatextura” que agrupa muchas de ellas. A medida que unas dejan de usarse, se sustituyen por otras que llegan desde el almacenamiento. DirectStorage facilita que esos reemplazos se hagan con menor latencia y de forma más fluida.

La geometría (los modelos 3D) también puede beneficiarse de un enfoque similar, aunque el uso de atlas de geometría es menos común en la práctica. Con una ruta de datos más directa y descompresión en la GPU, la carga de elementos del escenario puede ser mucho más rápida y gran parte de los “tirones” o pop-in disminuir, siempre y cuando el motor del juego esté diseñado pensando en ello.

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En la experiencia del jugador, todo esto se resume en mundos más continuos, con menos pantallas negras y menos trucos. Cambiar de zona, entrar en un edificio o trasladarse a otro bioma puede hacerse de forma mucho más suave, reduciendo tiempos muertos y manteniendo mejor la inmersión.

Impacto en el uso de CPU y GPU

Uno de los puntos más interesantes de DirectStorage es que recorta de forma importante la carga sobre la CPU. Al dejar de ser el procesador el responsable principal de la descompresión y de las múltiples copias de datos, queda más margen para otras tareas exigentes.

En un juego moderno eso puede traducirse en IA más avanzada, físicas más complejas o más personajes en pantalla, sin que el procesador se ahogue. Muchos desarrolladores de títulos de mundo abierto han recibido esta tecnología con optimismo precisamente por ese motivo: les da margen creativo sin tener que preocuparse tanto por saturar la CPU.

La otra cara de la moneda es que la GPU pasa a tener un trabajo adicional. Además de renderizar, ejecutar shaders y encargarse de efectos, ahora también tiene que hacerse cargo de la descompresión de datos. En gráficas potentes esto no suele ser un problema, aunque usar programas para optimizar y acelerar juegos de PC puede ayudar en modelos más modestos.

Algunos análisis tempranos sugieren que, en determinados casos, la tasa de FPS puede no aumentar o incluso bajar ligeramente cuando DirectStorage está trabajando muy duro, porque la GPU reparte sus recursos entre el renderizado y la descompresión. No obstante, el impacto principal de la API no está orientado a subir FPS, sino a reducir tiempos de carga y mejorar la fluidez general del streaming de datos.

Requisitos de hardware y sistema para usar DirectStorage

Para poder disfrutar de DirectStorage no basta con tener Windows 11 instalado sin más. Hay una serie de requisitos de hardware y software muy concretos que condicionan el beneficio que se puede obtener:

  • Sistema operativo: Windows 11 incluye DirectStorage de serie y está optimizado para sacarle más partido. Windows 10 también es compatible a partir de la versión 1909, pero Microsoft deja claro que el mejor rendimiento se consigue con Windows 11.
  • Unidad de almacenamiento: DirectStorage funciona con HDD y SSD SATA, pero donde realmente brilla es con un SSD NVMe PCIe 3.0 o superior. Con estas unidades, el ancho de banda disponible es suficiente para notar mejoras claras en tiempos de carga y streaming.
  • : hace falta una GPU compatible con DirectX 12 y Shader Model 6.0. En NVIDIA, esto significa GeForce RTX serie 20 en adelante (RTX 20, 30 y 40). En AMD, se requiere Radeon RX 6000 o superior; las RX 5000 se quedan fuera. Las Intel Arc también son compatibles con DirectX 12 Ultimate, por lo que no presentan problemas de soporte.
  • Juego compatible: quizá el punto más importante. Aunque tu hardware cumpla todos los requisitos, si el juego no está diseñado para aprovechar DirectStorage, no verás mejoras. Los desarrolladores tienen que integrar la API en sus motores y plantear el flujo de datos pensando en esta tecnología.

Microsoft y algunos fabricantes han añadido formas sencillas de comprobar la compatibilidad. La Xbox Game Bar en Windows 11, por ejemplo, puede mostrar si tu sistema (SSD, GPU y sistema operativo) está “optimizado” para DirectStorage, indicando qué unidades cumplen con los criterios.

DirectStorage en Windows 11 frente a Windows 10

Aunque Microsoft anunció que DirectStorage también funcionaría en Windows 10, su apuesta clara es Windows 11. El nuevo sistema operativo está pensado desde el principio para estas rutas de datos más modernas, con optimizaciones de almacenamiento y otras funciones centradas en gaming.

En la documentación y en la comunicación oficial se recalca que Windows 11 ofrecerá mejores resultados con DirectStorage gracias a cambios internos en la pila de almacenamiento y en la gestión de I/O. Eso no significa que en Windows 10 no vayas a notar nada, pero sí que la plataforma de referencia y a futuro es la versión más reciente del sistema.

Además, Windows 11 se ha lanzado con otras mejoras orientadas al jugador, como el HDR automático para ampliar la gama de colores en títulos compatibles, una Microsoft Store rediseñada, y una integración más pulida de funcionalidades de juego, todo ello pensado para reforzar la experiencia de gaming en PC.

Compatibilidad de unidades y ubicación del sistema operativo

Una duda bastante habitual es si es obligatorio tener el sistema operativo instalado en un SSD NVMe para aprovechar DirectStorage, o si basta con tener los juegos ubicados en una unidad NVMe y usar un SSD SATA como disco de arranque.

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La lógica de funcionamiento de DirectStorage se centra en dónde están instalados los datos del juego y qué unidad se utiliza para leerlos. Mientras el juego esté en un SSD NVMe compatible y el sistema operativo soporte la API, puedes seguir usando una unidad SATA como disco de arranque sin perder los beneficios principales de DirectStorage en el título instalado en NVMe.

Lo importante es que la unidad donde residen los juegos cumpla los requisitos (NVMe, drivers adecuados, formato correcto) y que tu GPU y tu versión de Windows soporten DirectStorage. El hecho de que el sistema arranque desde un SATA no impide que el juego aproveche la ruta de datos más rápida desde el NVMe hacia la GPU.

Ventajas en el diseño de juegos y mundos abiertos

Donde DirectStorage puede marcar verdadera diferencia no es solo en el “carga más rápido esta pantalla”, sino en la forma en que los estudios plantean el diseño de sus mundos y niveles. Con una ruta de datos más ágil, se elimina parte de la necesidad de empaquetar la experiencia en segmentos pequeños separados por tiempos de carga visibles.

Los desarrolladores pueden permitirse mundos abiertos más extensos, con mayor densidad de objetos y NPC, y con cambios de entorno más frecuentes. Al reducir la latencia de acceso a texturas y geometría, el motor de juego puede traer y descartar contenido con mucha más libertad sin penalizar tanto al jugador.

En un título lineal, esto significa que las transiciones entre niveles o escenas cinemáticas pueden ser mucho más rápidas, sin recurrir a vídeos o secuencias forzadas para ocultar cargas. En un mundo abierto, recorrer el mapa de punta a punta o pasar de un bioma a otro puede ser más fluido, sin que aparezcan objetos de golpe o texturas borrosas que se cargan tarde.

Además, con la CPU menos ocupada en tareas de I/O, los estudios pueden dedicar más recursos a IA avanzada, sistemas de física más realistas o simulaciones complejas, algo especialmente atractivo de cara a experiencias de realidad virtual y realidad aumentada, donde la latencia y la coherencia del mundo son críticas.

Limitaciones actuales y adopción en el mercado

Pese a todo lo que promete, DirectStorage se encuentra todavía en una fase de adopción bastante inicial en PC. En el momento de su lanzamiento prácticamente no había juegos que lo implementasen, y aún hoy el catálogo de títulos que realmente lo aprovechan de forma profunda es reducido.

Forspoken ha sido uno de los primeros en hacer uso público y visible de la tecnología, mostrando tiempos de carga llamativamente bajos y una gestión de datos agresiva. No obstante, la realidad es que para que esta API cambie de verdad el panorama harán falta años: los estudios necesitan tiempo para adaptar motores, herramientas y flujos de trabajo.

Otra limitación importante es el impacto limitado en la tasa de FPS. Aunque DirectStorage puede mejorar la fluidez general reduciendo tirones por streaming de datos, no es una varita mágica para aumentar los frames por segundo. En algunos casos concretos incluso puede producir una ligera bajada al cargar intensivamente, porque la GPU reparte sus recursos entre renderizar y descomprimir.

Además, el beneficio real depende mucho del hardware del usuario. Quien no tenga un SSD NVMe o una GPU moderna compatible puede ver mejoras muy modestas o directamente nulas, aunque el juego anuncie soporte para DirectStorage. Esto crea un escenario en el que la experiencia puede variar bastante de un equipo a otro.

Aun con estas pegas, el sentimiento general en la industria es optimista. Los desarrolladores ven DirectStorage como una herramienta muy poderosa para romper algunas de las barreras tradicionales del diseño de niveles y para aprovechar mejor el hardware actual y futuro.

DirectStorage se perfila como una pieza clave en la evolución del gaming en PC: una API que no dispara los FPS por arte de magia, pero sí redefine cómo viajan y se descomprimen los datos, descargando a la CPU, dando más juego a los SSD NVMe y permitiendo diseños de mundos más ambiciosos; aunque su verdadero potencial solo se irá viendo a medida que más títulos se adapten y el hardware compatible sea la norma en lugar de la excepción.

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