- La Raspberry Pi 5 de 1GB mantiene la misma CPU, GPU, conectividad y PCIe que el resto de la gama, recortando solo en memoria RAM.
- El precio de 45 dólares y las subidas en otros modelos responden al fuerte aumento del coste de la memoria LPDDR4/LPDDR4X por la demanda de IA.
- La familia Pi 5 ofrece versiones de 1 a 16GB, con mejoras en E/S gracias al chip RP1, doble HDMI 4Kp60, PCIe 2.0 x1 y nuevas interfaces MIPI de cuatro carriles.
- El modelo de 1GB se orienta a proyectos sencillos e IoT, mientras que las variantes de 4, 8 y 16GB cubren usos de escritorio, servidores ligeros e IA en el borde.

La llegada de la Raspberry Pi 5 con 1 GB de RAM ha pillado a muchos por sorpresa. No tanto por sus prestaciones, que ya conocíamos de las versiones con más memoria, sino por la combinación de una configuración tan ajustada con un precio que, a primera vista, puede parecer elevado para lo que ofrece. Aun así, supone una nueva pieza en el puzle de la gama Pi 5 y abre la puerta a proyectos muy concretos donde cada euro y cada miliamperio cuentan.
Este modelo aparece en un momento bastante delicado para el sector: el precio de la memoria LPDDR4/LPDDR4X se ha disparado por la enorme demanda de infraestructuras de inteligencia artificial. Eso ha obligado a Raspberry Pi a hacer algo que siempre intenta evitar: subir tarifas en varias de sus placas. En este contexto, la Pi 5 de 1 GB nace como opción básica para proyectos sencillos, pero también como síntoma de cómo la IA está tensionando todo el mercado de hardware.
Raspberry Pi 5 de 1GB: qué ofrece exactamente
La nueva Raspberry Pi 5 con 1 GB mantiene el mismo corazón de hardware que el resto de Pi 5, simplemente recorta en memoria RAM. Integra el SoC Broadcom BCM2712 con cuatro núcleos Arm Cortex-A76 de 64 bits a 2,4 GHz, acompañado por la GPU VideoCore VII, lo que le permite ofrecer un salto de rendimiento de entre 2 y 3 veces frente a la Raspberry Pi 4 en tareas de CPU y una mejora evidente en la parte gráfica.
En cuanto a conectividad, este modelo conserva Wi‑Fi de doble banda 802.11ac, Bluetooth 5.0/BLE y Gigabit Ethernet con soporte para PoE+ mediante el HAT correspondiente. Por tanto, aunque la RAM sea limitada, la placa sigue siendo perfectamente válida para proyectos de red ligeros, pequeños servidores caseros, gateways IoT o sistemas de control embebidos donde el cuello de botella no sea la multitarea intensiva.
La gran diferencia, claro, está en la memoria: 1 GB de LPDDR4X‑4267. Hoy en día esa cantidad se queda corta para usar la placa como ordenador de sobremesa principal o para proyectos de escritorio exigentes; sin embargo, encaja muy bien en aplicaciones headless, control industrial sencillo, domótica o electrónica educativa donde la interfaz gráfica sea mínima o incluso inexistente.
El precio oficial es de 45 dólares para la Raspberry Pi 5 de 1 GB. Y aquí está el detalle que más debate ha generado: no es el “precio ganga” que muchos esperaban para la versión más modesta, pero responde directamente al coste actual de la memoria y al resto del ecosistema de la gama Pi 5.
Subida de precios y papel de la memoria LPDDR4/LPDDR4X
El responsable de Raspberry Pi Trading, Eben Upton, ha explicado abiertamente que los cambios de precio vienen motivados por un aumento llamativamente alto del coste de la memoria LPDDR4 y LPDDR4X utilizada en sus placas. El problema no está solo en Raspberry Pi: la oferta global de chips de memoria se ha contraído porque los grandes centros de datos y proveedores de IA están comprando cantidades enormes.
Estos chips de memoria utilizados en servidores y aceleradores de IA pueden no ser exactamente los mismos encapsulados que vemos en placas para el mercado doméstico, pero los fabricantes priorizan las líneas más rentables. Eso deja menos capacidad para productos de bajo margen como las SBC, y según Upton, es lo que ha provocado “el mayor ajuste de precios en la historia de Raspberry Pi”.
La fundación insiste en que la situación es temporal y ligada al pico de demanda de IA. Su compromiso declarado sigue siendo abaratar la informática siempre que puedan, y han dejado claro que la intención es revertir estas subidas en cuanto el coste de la memoria vuelva a niveles razonables y el suministro se normalice.
Las memorias, además, se han convertido casi en un artículo de lujo dentro de la electrónica de consumo: módulos RAM más caros, SSD que recuperan precio, tarjetas para dispositivos móviles… Esta tormenta perfecta no afecta solo a las placas Pi, también a móviles, consolas portátiles, portátiles y prácticamente cualquier dispositivo que dependa de DRAM o chips de almacenamiento rápidos.
Cómo quedan los precios en la familia Raspberry Pi 5 y otros modelos
Con el lanzamiento de la versión de 1 GB, el catálogo de Raspberry Pi 5 queda formado por modelos de 1, 2, 4, 8 y hasta 16 GB de RAM. Las versiones superiores han sufrido ajustes al alza, con diferencias especialmente notables a partir de los modelos de mayor capacidad.
De forma orientativa, la Raspberry Pi 5 de 2 GB ronda los 55 dólares tras la subida, mientras que los modelos de 4 y 8 GB se sitúan en una franja intermedia acorde al coste creciente de la memoria usada. En el extremo superior, la Raspberry Pi 5 de 16 GB alcanza precios en torno a los 120-145 dólares según el mercado, reflejando sin rodeos el impacto directo del coste de la DRAM.
Este ajuste no afecta solo a la Pi 5: algunas configuraciones de Raspberry Pi 4 y de Compute Module 5, en especial las de mayor densidad de memoria, también ven incrementado su precio. Por ejemplo, el Compute Module 5 con 16 GB de RAM experimenta una subida de unos 20 dólares respecto a lo que muchos esperaban antes de este escenario de inflación de memoria.
La buena noticia es que los modelos de menor memoria de generaciones anteriores se mantienen estables: las Raspberry Pi 4 de baja capacidad, las 3+, versiones previas y la gama Raspberry Pi Zero no cambian de precio. Esto deja cierto margen para quienes busquen alternativas más baratas para proyectos donde no es imprescindible lo último en CPU o GPU.
Especificaciones clave de Raspberry Pi 5: CPU, GPU y chip RP1
Más allá de la memoria, lo que hace tan interesante a la Raspberry Pi 5 (incluida la de 1 GB) es el salto generacional en su arquitectura. El SoC Broadcom BCM2712 integra cuatro núcleos Arm Cortex‑A76 (ARMv8, 64 bits) a 2,4 GHz, con 512 KB de caché L2 por núcleo y una caché L3 compartida de 2 MB, lo que se traduce en una mejora muy notable en aplicaciones de uso general, compilación de software o navegación web respecto a la Pi 4.
La GPU VideoCore VII, funcionando a 800 MHz, añade soporte moderno para OpenGL ES 3.1 y Vulkan 1.3, además de un decodificador HEVC 4Kp60. Esto, junto con las dos salidas micro HDMI 4Kp60 con HDR, permite usar la Pi 5 como un pequeño PC de sobremesa o centro multimedia con doble monitor, siempre que la memoria acompañe y no se abuse de aplicaciones pesadas en paralelo.
Una de las grandes novedades es el southbridge RP1, el primer chip de E/S diseñado por Raspberry Pi para una placa “de tamaño completo”. Este componente se encarga de gestionar la mayoría de las interfaces de entrada/salida y va conectado a la CPU a través de un enlace PCIe Gen2 x4, lo que facilita mayor integración, menos componentes discretos y un salto muy grande en capacidad de periféricos.
Gracias a RP1 se ha duplicado el ancho de banda disponible para los puertos USB, de forma que los dos puertos USB 3.0 pueden operar a 5 Gbps de manera simultánea, acompañados de otros dos puertos USB 2.0 para dispositivos menos exigentes. Esto resulta clave si se conectan discos externos, interfaces de captura o cualquier periférico que exprima el bus USB.
Conectividad, PCIe y nuevas opciones de expansión
Una de las funciones más celebradas de Raspberry Pi 5 es la introducción, por fin, de una interfaz PCIe 2.0 x1 accesible para el usuario. A través de un conector FFC de 16 pines (0,5 mm), es posible enlazar la placa con un HAT M.2 u otros adaptadores PCIe que permitan montar unidades SSD NVMe u otros periféricos de alto rendimiento.
El arranque desde SSD NVMe está soportado desde el propio lanzamiento de la placa, lo que abre la puerta a sistemas más rápidos, fiables y con mayor vida útil que una microSD típica. Además del almacenamiento, la interfaz PCIe resulta muy interesante para integrar aceleradores de IA tipo HAILO‑8, tarjetas de visión artificial u otros módulos especializados que se beneficien de un bus de baja latencia.
En el apartado de vídeo y cámaras también hay un salto importante: se pasa de las clásicas interfaces MIPI de dos carriles a dos interfaces MIPI de cuatro carriles a 1,5 Gbps cada una, triplicando el ancho de banda total. Esto permite conectar hasta dos cámaras, dos pantallas, o una combinación de cámara y display, utilizando los nuevos cables FPC mini de 22 pines.
Conviene tener en cuenta que estos nuevos cables no son compatibles con los de 15 pines tradicionales, y que los cables para cámara y los de pantalla no son intercambiables entre sí. Así que, para montar proyectos con cámaras de alta resolución o configuraciones de doble pantalla, hay que planificar bien el cableado y, si hace falta, recurrir a adaptadores específicos.
Alimentación, consumo y refrigeración recomendada
Con la nueva generación, las necesidades energéticas también suben. Raspberry Pi recomienda una fuente USB‑C PD de 5V y 5A (alrededor de 25‑27 W) como opción ideal para exprimir al máximo la placa y sus puertos USB, especialmente si se conectan discos, aceleradores o varios dispositivos de alto consumo.
Si se emplea una fuente de 5V/3A sin soporte Power Delivery, la Pi 5 limitará la corriente total disponible en los puertos USB a unos 650 mA, igual que en generaciones anteriores. Esto puede ser suficiente para proyectos sencillos o para la versión de 1 GB en entornos poco exigentes, pero se queda corto si se desea alimentar múltiples periféricos directamente desde la placa.
La disipación de calor también es más crítica que antes. Las especificaciones y los distribuidores oficiales recomiendan refrigeración activa o, como mínimo, un buen disipador pasivo para mantener el rendimiento sin throttling térmico. Entre las opciones populares están el ventilador activo oficial, la nueva caja oficial con ventilador integrado o cajas tipo “Zero Noise” con gran masa de aluminio para disipación pasiva.
La Raspberry Pi 5 incorpora, además, un conector específico para ventilador PWM controlado por software, de forma que ya no es necesario sacrificar pines del GPIO para gestionar la velocidad del ventilador. No obstante, sigue siendo posible usar ventiladores tradicionales conectados al GPIO si ya se dispone de ellos de proyectos anteriores.
Botón de encendido, RTC y pequeños grandes detalles de hardware
Una de las peticiones históricas de la comunidad, el botón de encendido y apagado integrado, llega por fin a la Raspberry Pi 5, y está presente en todas las variantes, incluida la de 1 GB. Este botón permite encender, apagar o reiniciar la placa sin inventos con el cable de alimentación ni pulsadores externos improvisados.
Además, el diseño incorpora un conector J2 (sin montar de serie) que replica las funciones del botón, pensado para proyectos en los que la Pi se monte dentro de una caja personalizada. Así se puede instalar un botón externo en el frontal del chasis o en un panel de control sin renunciar a la funcionalidad de encendido.
Otra novedad muy práctica es la integración de un reloj en tiempo real (RTC) dentro del chip PMIC. Conectando una pequeña batería recargable (típicamente ML‑2020, o en algunas variantes CR2032 según la implementación), la placa puede mantener la fecha y la hora incluso estando apagada y desconectada de la red.
El RTC incluye también una función de alarma (Wake on RTC), que permite “despertar” o encender la Raspberry Pi 5 en una fecha y hora concretas. Para aplicaciones industriales, sistemas de riego, dataloggers o tareas programadas que deban arrancar sin intervención humana, este detalle simplifica mucho el diseño global.
Impacto en startups, educación y proyectos en Latinoamérica
En regiones como Latinoamérica, donde cada variación de precio se nota mucho más, la nueva versión de 1 GB puede convertirse en una puerta de entrada interesante para prototipos y MVP (productos mínimos viables) que no requieran un escritorio completo ni grandes frameworks de IA corriendo en local.
Para founders y desarrolladores, disponer de un abanico que va de 1 GB hasta 16 GB de RAM permite ajustar muy bien el presupuesto a las necesidades reales: los modelos básicos pueden servir para gateways IoT, pequeños controladores de campo o pruebas de concepto, mientras que los superiores permiten desplegar soluciones de edge computing, analítica local o IA integrada en el propio dispositivo.
En educación, la Pi 5 de 1 GB sigue siendo válida para enseñar programación en Python, Scratch y electrónica sencilla, siempre que el software utilizado sea ligero y se limite el número de aplicaciones abiertas simultáneamente. Para aulas que pretendan utilizar la Pi como PC principal para navegar, editar documentos y reproducir vídeo HD de forma fluida, las variantes de 4 u 8 GB encajan mucho mejor.
El mensaje que lanza la propia fundación es claro: pese a la subida temporal, siguen centrados en ofrecer hardware accesible, flexible y con un ecosistema sólido. La gama escalonada de memoria permite que cada perfil —desde el maker que empieza hasta la startup que quiere desplegar cientos de dispositivos— encuentre su punto de equilibrio entre coste y prestaciones.
La Raspberry Pi 5 de 1 GB se entiende mejor como una pieza más en una familia muy amplia que intenta sobrevivir al huracán de precios provocado por la IA: una placa con el mismo músculo de CPU, GPU, PCIe, cámaras y conectividad que sus hermanas mayores, pero con la memoria justa para proyectos básicos, ideal para quienes buscan un coste contenido sin renunciar a las novedades de la generación Pi 5, a la espera de que el mercado de la memoria se calme y los precios vuelvan, ojalá, a terrenos más amigables.