Ajustes de DirectStorage para optimizar cargas en SSD NVMe

Última actualización: diciembre 12, 2025
Autor: Isaac
  • DirectStorage permite que los datos comprimidos pasen del SSD NVMe a la GPU, reduciendo la carga de la CPU y los tiempos de carga.
  • Los mayores beneficios se logran con SSD NVMe PCIe 4.0/5.0, GPUs modernas y juegos específicamente preparados para esta API.
  • Una buena configuración del sistema, drivers actualizados y gestión térmica del SSD son claves para exprimir DirectStorage.
  • La tecnología aún está madurando: promete mundos más grandes y fluidos, pero su impacto depende mucho de cada implementación.

Ajustes de DirectStorage para SSD NVMe

Si juegas en PC y ya has dado el salto a un SSD NVMe rápido, seguramente te hayas preguntado por qué algunos títulos siguen tardando tanto en cargar. La respuesta está en cómo el sistema mueve y descomprime los datos entre el almacenamiento y la tarjeta gráfica, y ahí es donde entra en juego DirectStorage, la API de Microsoft pensada para exprimir de verdad esas velocidades.

Esta tecnología todavía está en su infancia en PC y apenas hay unos cuantos juegos que la aprovechen, pero el potencial es enorme. Menos tiempos de carga, mundos abiertos más grandes, texturas más nítidas y una CPU mucho más desahogada son solo algunas de las promesas. En este artículo vamos a ver qué es exactamente DirectStorage, qué necesitas para usarlo, cómo afecta a los SSD NVMe y qué ajustes y buenas prácticas te interesan para prepararte para lo que viene.

Qué es DirectStorage y por qué cambia las reglas del juego

DirectStorage es una API de Microsoft diseñada para que los datos comprimidos del juego vayan casi directamente desde el SSD a la memoria de la GPU, evitando el clásico rodeo por la CPU que se venía usando hasta ahora. El objetivo es reducir la latencia en el acceso a datos y permitir que los juegos carguen recursos a una velocidad acorde con lo que ofrecen los SSD modernos.

En el modelo tradicional, los archivos del juego se leen desde el disco (HDD, SSD SATA o NVMe), se mandan a la CPU para descomprimirlos y luego se copian a la VRAM de la tarjeta gráfica. Cada una de esas fases añade esperas, consume ciclos de procesador y genera cuellos de botella, especialmente cuando hablamos de texturas de alta resolución, mundos abiertos o motores gráficos que tiran de streaming de datos en tiempo real.

Con DirectStorage este camino se simplifica: la GPU asume el trabajo de descompresión y el flujo de datos disco → VRAM se hace mucho más directo. El resultado es una caída muy notable en el uso de CPU (en torno a un 20-40 % menos de carga en escenarios intensivos) y unos tiempos de carga que, en los juegos bien implementados, pueden pasar de decenas de segundos a apenas unos segundos.

Esta API nació en Xbox Series X|S, donde el hardware está completamente afinado para ello, y después se llevó a Windows. En la actualidad, DirectStorage se integra de serie en Windows 11 y también se puede utilizar en Windows 10 a partir de versiones concretas, aunque la propia Microsoft reconoce que las optimizaciones más profundas están en su sistema más reciente.

Para los desarrolladores, DirectStorage abre la puerta a mundos más amplios, más objetos simultáneos en pantalla, más NPC y mejores texturas sin que el juego se llene de tirones, cargas ocultas o popping, siempre que el hardware del usuario acompañe. Para los jugadores, es el eslabón que faltaba para que el salto a SSD NVMe se note no solo en el arranque de Windows, sino también dentro del propio juego.

DirectStorage y GPU en juegos

Requisitos de hardware y sistema para DirectStorage

Antes de pensar en tocar ajustes, hay que confirmar si tu equipo cumple lo básico. DirectStorage no se activa mágicamente en cualquier PC, sino que exige una combinación mínima de sistema operativo, almacenamiento y GPU.

En el lado del sistema operativo, necesitas como mínimo Windows 10 versión 1909 o superior, aunque lo ideal es , donde las rutas de entrada/salida y el planificador se han ajustado específicamente para acompañar a esta API. Algunas funcionalidades más recientes de DirectStorage 1.1 y 1.2, centradas en la descompresión por GPU, están mejor integradas en .

En cuanto al almacenamiento, DirectStorage puede funcionar técnicamente sobre HDD, SSD SATA y SSD NVMe, pero el salto de rendimiento real llega con NVMe PCIe Gen3 x4 o superior. De hecho, las cifras de mejora que se suelen citar (recortes muy agresivos en tiempos de carga y copia a la GPU) están pensadas para unidades NVMe rápidas; en discos mecánicos o SSD SATA el impacto es mucho menor y, en algunos casos, difícil de notar en la práctica.

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El tercer pilar es la tarjeta gráfica. La GPU debe ser compatible con DirectX 12 y preferiblemente con DirectX 12 Ultimate y Shader Model moderno (6.0 o superior), ya que es la que va a encargarse de descomprimir los datos. Series como NVIDIA RTX y AMD Radeon RX 6000 y posteriores están preparadas para ello; tarjetas más antiguas como las GTX pueden ejecutar juegos que usen DirectX 12 Ultimate, pero no disfrutar de todas sus funciones avanzadas.

También es importante mantener al día los drivers. Controladores recientes de NVIDIA y AMD (ramas actuales 500+ y 23.x o superiores, respectivamente) incluyen optimizaciones específicas para DirectStorage, así que conviene actualizar antes de empezar a medir mejoras o problemas.

SSD NVMe PCIe y DirectStorage

Cómo funciona DirectStorage por dentro

A nivel conceptual, DirectStorage actúa como un carril rápido de datos que conecta directamente el SSD con la GPU, saltándose parte de la burocracia de la CPU. No es magia negra, sino una forma más eficiente de gestionar la entrada/salida en juegos modernos.

Con esta API, el motor del juego puede enviar peticiones de lectura masivas y muy paralelizadas al SSD NVMe, aprovechando tanto el ancho de banda brutal de PCIe 4.0/5.0 como su capacidad para manejar muchas operaciones aleatorias. En lugar de hacer pequeñas lecturas secuenciales y pasar por varias capas del sistema, los datos comprimidos se agrupan, se lanzan de forma más directa y se preparan para que la GPU los procese.

La parte clave está en la descompresión. La GPU, que ya está optimizada para hacer operaciones masivamente paralelas, se encarga de descomprimir texturas, geometría y otros recursos mucho más rápido que la CPU cuando el código está bien preparado para ello. De esta manera, la CPU queda liberada para física, IA, lógica del juego, audio o el propio sistema operativo.

Este planteamiento permite reducir los tiempos de carga de niveles completos de 10-30 segundos a márgenes de 1-5 segundos en los escenarios más favorables. Además, el streaming de texturas y objetos durante la partida se vuelve más suave, ya que se pueden cargar activos grandes “al vuelo” justo cuando el jugador los necesita, con menos riesgo de popping o tirones.

Eso sí, esa descompresión en la GPU no sale del aire. Cuando la tarjeta gráfica asume más tareas además del renderizado, comparte sus recursos entre dibujar la escena y descomprimir datos, lo que puede afectar a los FPS si el título o la configuración no están bien equilibrados. Este punto es importante a la hora de entender algunos resultados de los primeros juegos compatibles.

Arquitectura DirectStorage datos GPU

Ventajas prácticas de DirectStorage en juegos y SSD NVMe

Cuando se cumplen los requisitos y el juego está bien programado para esta API, las ventajas son claras. Lo primero que se nota es la reducción drástica de los tiempos de carga, especialmente en títulos AAA y mundos abiertos. Pantallas que antes te daban tiempo a mirar el móvil ahora pueden desaparecer en uno o dos segundos.

La segunda gran mejora está en la fluidez del mundo. DirectStorage permite cargar texturas de mucha resolución y activos grandes a demanda sin saturar la CPU, por lo que los desarrolladores pueden apostar por escenarios más detallados y densos. En lugar de ocultar cargas detrás de ascensores eternos o pasillos estrechos, es posible moverse libremente sin pantallas negras constantes.

Otro beneficio importante es la carga de trabajo de la CPU. Al derivar la descompresión a la GPU, el procesador central reduce su uso en torno a un 20-40 % en algunos escenarios intensivos de E/S. Esa capacidad extra se puede dedicar a IA más compleja, sistemas de físicas avanzados, simulaciones más realistas o simplemente a garantizar un sistema más fluido con otras aplicaciones abiertas.

También hay una mejora en la gestión de texturas. Los motores modernos pueden “tirar” de texturas 4K o incluso superiores sobre la marcha, cargándolas justo cuando se necesitan y descargándolas después, lo que reduce la presión sobre la RAM y hace que la VRAM se use de forma más inteligente. Esto ayuda mucho en juegos con iluminación compleja, grandes distancias de dibujado y multitud de objetos detallados en pantalla.

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Por último, el usuario percibe una experiencia general más redonda. Menos esperas, menos cortes al cambiar de zona y una sensación de continuidad en la exploración que en títulos de mundo abierto marca la diferencia. Sumado a tecnologías como el modo juego de Windows, Auto HDR o el trazado de rayos, DirectStorage forma parte de ese conjunto de mejoras pensadas para que el PC se comporte más como una consola de nueva generación, pero con más margen de configuración.

Optimizar DirectStorage en Windows

Limitaciones, problemas reales y el caso Forspoken

Aunque sobre el papel todo suena perfecto, la realidad de las primeras implementaciones en PC ha sido más gris de lo que muchos esperaban. El mejor ejemplo es Forspoken, uno de los primeros juegos que se lanzó anunciando soporte oficial para DirectStorage en Windows.

En las pruebas de medios especializados, se comprobó que al usar SSD NVMe PCIe 3.0 y 4.0 los tiempos de carga efectivamente disminuían respecto a un SSD SATA, cumpliendo así una de las promesas de la API. Sin embargo, al medir el rendimiento en FPS se observó algo llamativo: la tasa de fotogramas era aproximadamente un 10 % inferior con NVMe frente al SSD SATA en ese benchmark concreto.

Hablamos de cifras como 75 FPS frente a 83 FPS a resolución 4K, con una RTX 4090 y un Intel Core i9-12900K bajo Windows 11, es decir, con un equipo de gama muy alta. Curiosamente, los mínimos del 1 % y del 0,2 % se mantuvieron prácticamente iguales, lo que indica que la estabilidad de la experiencia no se desplomaba, pero sí había una pérdida sostenida en el promedio.

Este tipo de resultados apuntan a que la descompresión en la GPU puede competir de forma agresiva por recursos con el propio renderizado si el motor no está bien balanceado o si la implementación de DirectStorage en ese juego concreto no está lo bastante pulida. El problema no es la API como tal, sino cómo se aplica y se prioriza la carga de trabajo en hardware real.

Además, hay que tener en cuenta la fase actual de adopción. Hoy por hoy son pocos los títulos de PC que integran DirectStorage de forma completa y bien optimizada, y muchos motores siguen arrastrando diseños pensados para discos duros clásicos. Ajustar todo eso lleva tiempo, y es probable que los primeros juegos actúen más como campo de pruebas que como demostraciones perfectas de la tecnología.

SSD NVMe, PCIe 4.0/5.0 y otros factores de rendimiento

Para aprovechar DirectStorage de verdad, no basta con “tener un NVMe cualquiera”. El ancho de banda, el rendimiento en lecturas aleatorias, la gestión térmica y la capacidad de la unidad influyen mucho en la experiencia final.

En términos de interfaz, las unidades PCIe 4.0 NVMe ofrecen ya unos 7.000 MB/s de lectura secuencial, mientras que las PCIe 5.0 prácticamente duplican esa cifra. Esta brutal cantidad de datos por segundo es lo que permite que DirectStorage maneje grandes volúmenes de activos sin ahogarse, sobre todo en juegos AAA cargados de texturas 4K, modelos complejos y mundos enormes.

Sin embargo, en gaming no todo son lecturas secuenciales perfectas. Los motores suelen hacer un uso intensivo de lecturas aleatorias, pidiendo pequeños fragmentos de datos dispersos por toda la unidad. El rendimiento de E/S aleatoria (IOPS) es clave para que las texturas y los objetos aparezcan sin pop-in ni microcortes, y aquí hay diferencias apreciables entre modelos de NVMe.

La capacidad también importa. Los juegos modernos pueden ocupar fácilmente entre 100 y 200 GB por título, y con texturas 4K y expansiones ese número se dispara. Discos de 1 TB o 2 TB se están convirtiendo en el mínimo razonable para jugadores que quieran tener varios AAA instalados en la misma unidad NVMe sin quedarse sin espacio ni comprometer la sobreaprovisionamiento interno del SSD.

Ajustes y buenas prácticas para optimizar DirectStorage en SSD NVMe

Aunque la activación profunda de DirectStorage depende del sistema y del propio juego, hay varias prácticas que puedes seguir para sacarle más partido a tu SSD NVMe y minimizar posibles cuellos de botella.

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Lo primero es asegurarse de que tu sistema está actualizado a la versión adecuada de Windows y de que tienes instalados los últimos controladores de GPU y firmware del SSD. Muchas de las mejoras de rendimiento, así como correcciones a problemas con la E/S, llegan precisamente en estas actualizaciones.

Después conviene revisar la configuración de almacenamiento. Es altamente recomendable instalar los juegos compatibles con DirectStorage en la unidad NVMe más rápida y conectada al slot PCIe adecuado (por ejemplo, evitando puertos que compartan líneas con otros dispositivos si la placa es limitada). Mover los títulos desde un HDD o SSD SATA a esta unidad suele marcar diferencias por sí mismo.

Dentro de Windows, asegúrate de que el plan de energía esté en modo equilibrado de alto rendimiento y de que el modo juego esté activado, de forma que el sistema priorice los recursos para la sesión de juego y reduzca tareas en segundo plano que puedan interferir en la E/S.

En algunos juegos con opciones avanzadas, puede haber ajustes específicos relacionados con el streaming de texturas o la gestión de datos. Si notas caídas de FPS al activar DirectStorage o al usar texturas ultra, puede ser recomendable bajar un punto la calidad de texturas o la resolución, especialmente en GPUs de gama media, para liberar recursos de la tarjeta gráfica para la descompresión.

Por último, merece la pena revisar periódicamente el estado de salud del SSD. Herramientas del propio fabricante suelen ofrecer información sobre temperatura, firmware y posibles errores. Mantener la unidad en buen estado, sin llenarla al 100 % y con firmware reciente, ayuda a sostener las ventajas que DirectStorage promete a largo plazo.

Quién se beneficia más hoy y qué podemos esperar mañana

Con el ecosistema actual, los que más partido pueden sacar a DirectStorage son los jugadores de PC con SSD NVMe rápidos, GPUs modernas y títulos que ya integren la API. Para ellos, las mejoras en tiempos de carga y en fluidez del streaming de datos pueden ser muy evidentes.

Los jugadores competitivos también pueden notar ventajas. Una reducción de stuttering o de microcortes por cargas en mitad de una partida online puede marcar la diferencia, aunque aquí la clave seguirá siendo una combinación equilibrada de CPU, GPU, red y memoria.

Creadores de contenido y streamers, por su parte, se benefician de que la CPU quede algo más libre para encargarse de la codificación de vídeo, la gestión de escenas y aplicaciones en segundo plano, mientras que la GPU reparte su tiempo entre renderizado y descompresión. Para estaciones de trabajo que hagan 3D, simulaciones o IA, las mismas técnicas de E/S acelerada se pueden reutilizar en otras cargas de trabajo intensivas en datos.

Mirando al futuro, conforme más desarrolladores adopten DirectStorage en sus motores, los SSD NVMe de alto rendimiento (sobre todo PCIe 4.0 y 5.0) se convertirán en el estándar de facto para gaming en PC. Veremos juegos con cargas casi instantáneas, mundos abiertos aún más ambiciosos y una menor dependencia de trucos antiguos para esconder tiempos de espera.

Quedan retos por resolver, desde el equilibrio fino entre carga de trabajo de GPU y FPS hasta facilitar a los equipos de desarrollo la integración sencilla de la API. Microsoft tiene margen para seguir puliendo la tecnología y para impulsar su adopción a través de programas como Xbox Game Pass, donde podría exigir o incentivar el soporte de DirectStorage en nuevos lanzamientos, empujando así el ecosistema hacia delante.

DirectStorage está todavía arrancando en PC, pero ya ha dejado claro que el almacenamiento ha pasado de ser un simple “sitio donde guardar juegos” a un componente clave del rendimiento. Con un SSD NVMe bien elegido, un sistema configurado con cabeza y juegos que aprovechen la API, el salto en tiempos de carga, calidad de texturas y fluidez general puede ser tan evidente como el que supusieron en su día las primeras GPU potentes.

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