Anillos inteligentes, ¿merecen la pena o es mejor un smartwatch?

Última actualización: diciembre 1, 2025
Autor: Isaac
  • Los anillos inteligentes destacan por su comodidad y discreción, con sensores avanzados para salud.
  • Los modelos baratos ofrecen prestaciones similares a pulseras básicas, con precisión limitada.
  • Los anillos premium son caros y, a menudo, menos completos que un smartwatch con pantalla.
  • Compensan sobre todo si priorizas seguimiento de salud y sueño sin llevar reloj todo el día.

Anillos inteligentes

Los anillos inteligentes se han puesto de moda en tiempo récord: marcas como Oura, Samsung, Ultrahuman o Amazfit están lanzando sus propios modelos y en redes no paran de aparecer vídeos y reseñas. Muchos usuarios se preguntan si son el siguiente paso lógico tras las pulseras de actividad y los relojes inteligentes o si son simplemente un capricho caro que terminará en un cajón.

Además, ya empiezan a convivir con smartwatches muy completos como los Galaxy Watch o el Apple Watch, lo que abre una duda muy razonable: si ya llevas un reloj que mide pasos, pulsaciones y sueño, ¿de verdad tiene sentido invertir en un anillo inteligente? Vamos a ver con calma qué ofrecen, qué fallos tienen y para qué tipo de usuario pueden ser una buena compra.

Qué es un anillo inteligente y qué puede medir

Un anillo inteligente es, básicamente, un wearable en formato anillo que integra sensores para monitorizar tu salud y actividad diaria. Aunque por fuera pueda parecer una alianza algo más gruesa de lo normal, dentro esconde sensores ópticos y otros componentes que permiten recoger datos de tu cuerpo las 24 horas.

En la práctica, la mayoría de anillos inteligentes actuales son capaces de registrar métricas muy parecidas a las de una pulsera de actividad o un reloj básico: pasos, distancia aproximada recorrida, calorías estimadas, frecuencia cardíaca, sueño y, en muchos casos, saturación de oxígeno en sangre (SpO2), nivel de estrés o incluso temperatura corporal y ciclo menstrual.

La gran diferencia es el lugar donde se lleva. Al estar colocado en el dedo, los sensores aprovechan un flujo sanguíneo generalmente más estable que en la muñeca, lo que puede traducirse en lecturas algo más precisas de ritmo cardíaco y HRV (variabilidad de la frecuencia cardíaca), especialmente durante el sueño.

Eso sí, la información no suele mostrarse en el propio anillo, porque prácticamente ninguno lleva pantalla. Todo pasa por la aplicación del móvil, que muestra gráficos, resúmenes diarios, semanales o mensuales y, en los modelos más avanzados, datos de recuperación, estrés o recomendaciones de hábitos.

La experiencia con un anillo inteligente barato: luces y sombras

Más allá de los modelos premium, hay toda una gama de anillos inteligentes muy económicos que se encuentran fácilmente en tiendas como AliExpress. Un buen ejemplo es el Colmi R02, un anillo que ronda los 10 euros y que ilustra bastante bien qué se puede esperar en la parte baja de la tabla.

En este caso, la experiencia comienza con un proceso de puesta en marcha sencillo: cargar el anillo, descargar la app en el móvil y emparejarlo por Bluetooth. No hay botones ni complicaciones; en pocos minutos está listo para empezar a registrar tu actividad diaria.

El empaquetado no destaca, pero cumple. Viene correctamente protegido y acompañado de un cable de carga y una pequeña hoja de instrucciones, sin grandes lujos ni accesorios extra más allá del adaptador necesario para poder cargarlo. Para un dispositivo tan barato, es lo razonable.

Con este tipo de anillos de bajo coste conviene ajustar expectativas: prometen mucho en la ficha de producto, pero al final su comportamiento real se sitúa en la línea de una pulsera de actividad básica de unos 20 euros, con aciertos claros en pasos y sueño, y resultados bastante más discutibles en métricas avanzadas.

Diseño, comodidad y tallas: el lado más práctico

anillos inteligentes

Uno de los grandes debates en torno a los anillos inteligentes es su diseño. Aunque las marcas intentan venderlos como joyas tecnológicas, la realidad es que muchos siguen viendo estos dispositivos como anillos algo gruesos, con cierto aire a arandela metálica. En el caso del Colmi R02 esto se nota bastante: el anillo es robusto, con líneas contundentes y estética claramente más masculina que unisex.

El exterior suele ser brillante, liso y con un acabado pulido, disponible normalmente en colores sobrios como negro o dorado. En este modelo concreto no hay titanio de alta gama, sino un revestimiento de “acero de titanio” que intenta imitar materiales más premium. En negro, al menos, el resultado queda bastante discreto en el dedo y da el pego a simple vista.

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Por dentro, el fabricante suele dejar a la vista parte de la circuitería y los contactos de carga, normalmente en forma de círculos concéntricos que encajan con la base imantada. No es lo más elegante del mundo, pero es funcional: basta con acercar el anillo a la base para que se acople y empiece a cargarse sin demasiado margen para errores.

A pesar del aspecto algo tosco, la comodidad suele sorprender. En una semana de uso intensivo —ducha, deporte, salidas nocturnas y horas de sueño— el Colmi R02 ha demostrado ser un anillo ligero y fácil de olvidar puesto, incluso con un grosor cercano a los 2,7 mm. Para quien no soporta dormir con reloj en la muñeca, poder llevar el anillo toda la noche sin molestias es un punto muy a favor.

Otro punto importante es la resistencia: este tipo de anillos económicos pueden ofrecer certificaciones como IP68 y 3ATM, lo que en la práctica significa que puedes ducharte, fregar o incluso nadar en piscina sin miedo. En el día a día, los roces no suelen traducirse en arañazos graves, aunque la superficie se ensucia con facilidad y requiere un paño o el propio dedo para dejarlo decente.

Donde sí suelen empezar los quebraderos de cabeza es en las tallas. Muchos modelos baratos solo ofrecen cuatro tamaños (8, 9, 10 y 11), lo que complica bastante acertar a la primera. Aunque el fabricante indica que hay que medir la circunferencia del dedo, en la práctica es muy fácil pasarse o quedarse corto. No es raro pedir una talla, ver que baila en el dedo, devolverla y tener que intentarlo de nuevo con otra medida.

Funciones, métricas y app: parecido a una pulsera barata

En la parte de funciones es donde muchos anillos económicos presumen en exceso. Sobre el papel prometen medir pasos, distancia, calorías, frecuencia cardíaca, sueño, presión arterial, oxígeno en sangre, estrés, ciclo menstrual y hasta una veintena de deportes distintos. Suena a pulsera de gama media metida en un anillo.

El enfoque habitual del usuario que se acerca a uno de estos modelos es asumir que va a obtener algo similar a una pulsera de actividad sencilla. Y eso es precisamente lo que se encuentra: mediciones aceptables para uso orientativo en lo básico (pasos, sueño, frecuencia cardíaca general) y bastante menos fiabilidad en parámetros más sofisticados como SpO2, presión arterial o estrés.

En pruebas reales, los recuentos de pasos y las horas de sueño se han mantenido dentro de un margen de desviación del 10-15% respecto a otros dispositivos contrastados, suficiente para tener una idea clara de la actividad diaria y de la calidad aproximada del descanso. Donde empiezan las dudas es en los datos de oxígeno en sangre, con lecturas extrañas como caídas imposibles hasta el 90% durante varias horas de la madrugada.

En cuanto a deporte, muchos de estos anillos requieren que abras la app en el móvil justo antes de empezar la actividad, elijas el tipo de entrenamiento (tenis, correr, andar, etc.) y pulses un botón de inicio, repitiendo el proceso para terminar. La ausencia de pantalla o botones físicos en el anillo obliga a depender por completo del smartphone; si se te olvida iniciar la sesión, no habrá registro específico de ese ejercicio.

Un punto positivo es que puedes configurar con qué frecuencia se realizan las mediciones: por defecto miden de forma puntual, pero en la app suele haber opciones para que registre cada media hora a costa de gastar más batería. Esto permite cierto equilibrio entre precisión (más muestras) y autonomía.

La aplicación que acompaña a estos anillos es clave. En el caso del Colmi R02, el código QR impreso en las instrucciones lleva a QRing, una app gratuita disponible para iOS y Android. El emparejamiento es rápido y la interfaz, sin ser espectacular, resulta bastante clara. Presenta tarjetas con resúmenes de métricas y permite entrar en cada una para ver el detalle. Además, se puede personalizar la pantalla principal, activar modo claro u oscuro y utilizar funciones como el “modo perdido” por si extravías el anillo.

Eso sí, para acceder a históricos diarios, semanales o mensuales es necesario registrarse y crear cuenta. Sin registro, la información que ofrece se limita prácticamente a los datos recientes. También conviene tener en cuenta que, aunque la app está en español, las traducciones son mejorables y algunas partes del menú siguen apareciendo en inglés, algo habitual en aplicaciones de marcas poco conocidas.

Autonomía y carga: aquí se nota el precio

Si miramos a los anillos inteligentes de gama alta, lo habitual es encontrar autonomías de entre cuatro y siete días, siendo una semana entera el mejor escenario posible en modelos como Oura Ring. Sin embargo, en un anillo económico como el Colmi R02 la película cambia bastante.

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Este modelo monta una batería de polímero de litio de apenas 17 mAh, una capacidad muy ajustada. Usándolo con todas las mediciones activas cada 30 minutos y con una vida bastante activa, la autonomía real se ha quedado en unos dos días y medio. Si se reducen las mediciones a momentos puntuales y no se registran entrenamientos deportivos, se puede estirar hasta los cuatro días.

No es una cifra desastrosa, pero desde luego no es uno de sus puntos fuertes. El lado positivo es que la carga completa es relativamente rápida: alrededor de dos horas para pasar del 0% al 100%, un dato que se puede consultar en cualquier momento desde la propia app, en el apartado de perfil o dispositivo.

El sistema de carga, al menos, está bien resuelto. El adaptador cuenta con pines imantados que encajan con facilidad en la base del anillo, reduciendo el riesgo de conexiones en falso. Es colocar el anillo en la base, notar el imán tirar de él y listo, empieza a cargar. No hay necesidad de andar ajustándolo milimétricamente.

La visión premium: Oura, Ultrahuman, Galaxy Ring y compañía

Más allá de los modelos baratos, el verdadero boom de los anillos inteligentes viene de la mano de marcas que se han especializado en este formato o que llegan desde el mundo de los relojes y smartphones. Aquí entran nombres como Oura Ring, Ultrahuman Ring Air, Circular Ring Slim, Ringconn o el propio Galaxy Ring de Samsung.

Estos dispositivos se centran mucho en el seguimiento avanzado del sueño, la recuperación y el estrés. Gracias a la lectura continua de frecuencia cardíaca, HRV, temperatura y movimiento, generan puntuaciones diarias de “readiness” o preparación, consejos sobre si conviene entrenar fuerte o descansar, e informes bastante completos sobre las fases del sueño.

Una de las grandes bazas de estos anillos premium es la precisión. Al trabajar en el dedo y contar con sensores más cuidados y algoritmos más refinados, suelen ofrecer datos más coherentes y estables que muchos dispositivos de muñeca, especialmente en reposo y durante la noche. Eso sí, no hay que olvidar que, aunque mejoren mucho la estimación, no son dispositivos médicos.

En cuanto a batería, modelos como Oura Ring pueden alcanzar hasta siete días de autonomía, mientras que otros como Ultrahuman Ring Air o Circular Ring Slim se mueven en cifras algo menores, pero aún razonables para un uso continuo. La idea es no tener que preocuparse cada dos por tres de la carga, algo clave cuando el objetivo es registrar tu vida 24/7.

El precio, eso sí, es otro cantar. Hablamos de dispositivos que suelen rondar los 300 euros o más, posicionándose claramente como wearables premium. Además, algunos como Oura requieren una suscripción mensual para acceder a todos los informes y funciones avanzadas, lo que suma un coste recurrente a tener muy en cuenta.

Ventajas claras de los anillos inteligentes

anillo wearable

Más allá de modelos concretos, hay una serie de ventajas bastante consistentes en casi todos los anillos inteligentes que explican por qué tantas marcas se están lanzando a este formato.

La primera es la comodidad y la discreción. Al ser mucho más pequeños y ligeros que un reloj, resultan muy cómodos para dormir, hacer deporte, trabajar con teclado o llevarlos todo el día sin que llamen la atención. Para quien no soporta la sensación de llevar algo grande en la muñeca, un anillo puede ser una alternativa mucho más llevadera.

La segunda es la medición de salud bastante avanzada. Los anillos más potentes integran sensores de alta precisión que monitorizan pulsaciones en reposo, variabilidad de frecuencia cardíaca, oxígeno en sangre, temperatura e incluso cambios sutiles en tu estado basal. Esto permite detectar tendencias (por ejemplo, que te estás resfriando) o periodos de estrés prolongado.

Otra ventaja para muchos usuarios es que no tienen pantalla ni notificaciones. Puede parecer una desventaja, pero para quienes no quieren estar constantemente mirando el reloj o el móvil, no recibir avisos en el propio wearable es una liberación. El anillo recoge datos en segundo plano y tú solo los revisas cuando quieres, sin interrupciones constantes.

Por último, al apoyarse siempre en la app, suelen ofrecer informes visualmente bastante completos, con graficas de sueño, actividad y recuperación. Para quien disfruta viendo datos de salud de forma organizada, este formato puede resultar muy atractivo.

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Desventajas importantes: precio, compatibilidad y funciones

Sin embargo, no todo son flores. Los anillos inteligentes tienen también desventajas de peso que hay que valorar con calma antes de lanzarse a comprar uno, sobre todo si ya tienes un smartwatch o pulsera.

La más evidente es el precio desproporcionado en muchos modelos. Mientras que se pueden encontrar relojes inteligentes muy decentes a partir de unos 100-150 euros, la mayoría de anillos populares se mueven en la franja de los 300 euros en adelante. Amazfit, por ejemplo, con su Helio Ring, arranca alrededor de los 129 euros, que ya es un desembolso considerable para un wearable centrado casi exclusivamente en salud.

El siguiente problema es la compatibilidad limitada. No todos los anillos funcionan igual de bien con todos los móviles. Algunos están pensados principalmente para determinados ecosistemas; por ejemplo, el Galaxy Ring de Samsung está claramente orientado a usuarios de teléfonos Galaxy, donde se integra mejor y ofrece más funciones que en otros dispositivos Android.

Además, aunque ofrecen métricas interesantes, la realidad es que un smartwatch sigue siendo mucho más completo. Un reloj tiene pantalla donde ver la información en tiempo real, puede mostrar notificaciones, controlar música, hacer o recibir llamadas en algunos casos, instalar aplicaciones, usar GPS propio y, en muchos modelos, disfrutar de autonomías que superan con creces la de un anillo.

A todo esto se suma que algunos anillos inteligentes requieren suscripción de pago para exprimir al máximo sus capacidades, sobre todo en lo relativo a análisis avanzados del sueño, la recuperación y el estrés. Ese coste recurrente hace que, a la larga, la inversión sea todavía más alta que la etiqueta de precio inicial.

¿Para quién merece la pena un anillo inteligente?

Con todo lo anterior sobre la mesa, la gran pregunta es: ¿a quién le compensa realmente dar el salto a un anillo inteligente? La respuesta depende mucho del perfil de usuario y de los dispositivos que ya tenga.

Los anillos inteligentes son especialmente interesantes para quienes buscan medir su salud de la forma más cómoda y discreta posible, sin pantallas, sin notificaciones y sin un dispositivo voluminoso en la muñeca. También para quienes quieren monitorizar el sueño con la máxima comodidad, algo que a muchas personas les resulta imposible con un reloj grande en la mano.

Otro caso claro es el de quienes ya tienen un smartwatch, pero experimentan irritaciones o sarpullidos por llevarlo muchas horas. Alternar entre reloj y anillo, usando el anillo para dormir o en días más tranquilos, puede ser una buena forma de seguir recogiendo datos sin castigar tanto la piel.

Para los muy obsesionados con la salud y la optimización del rendimiento, un anillo premium como Oura o Ultrahuman puede ser un complemento potente: permite afinar el seguimiento de la recuperación, el estrés y el sueño mientras se sigue usando el reloj para notificaciones, deporte con GPS y otras funciones.

En cambio, si ya tienes un smartwatch con el que estás contento, no te molesta dormir con él y solo quieres métricas básicas de actividad, quizá un anillo inteligente no aporte tanto como para justificar el gasto, salvo que busques específicamente algo más discreto en el día a día.

Por último, si tu presupuesto es ajustado, un anillo barato tipo Colmi R02 puede ser una forma curiosa de probar el concepto, pero hay que tener claro que la precisión y la autonomía estarán lejos de los modelos premium, y que, en esencia, no dejará de ser una pulsera básica metida en formato anillo.

Los anillos inteligentes se han consolidado como un wearable muy cómodo y centrado en la salud, con propuestas que van desde los 10 euros hasta más de 300 y que ofrecen desde lo mismo que una pulsera barata hasta análisis de sueño casi obsesivos; su principal problema hoy es que, para la mayoría de usuarios que ya poseen un buen smartwatch, el salto de valor que aportan no siempre compensa su precio y limitaciones, por lo que antes de lanzarse a por uno conviene pensar bien qué esperas de él, qué ya te ofrece tu reloj y cuánto te importa la comodidad absoluta y la discreción frente a la versatilidad.