- PL1 y PL2 son techos de potencia que determinan el rendimiento sostenido y los picos turbo de la CPU más allá del TDP teórico.
- Ajustar estos límites sin una refrigeración adecuada provoca throttling térmico, consumos excesivos y ruido innecesario.
- Con buena monitorización y ajustes graduales, es posible equilibrar potencia, temperatura y acústica tanto en sobremesa como en portátiles.

Si tienes la sensación de que tu procesador rinde menos de lo esperado, o de que se calienta y hace ruido sin parar, casi seguro que los límites de potencia PL1 y PL2 tienen mucho que decir. Estos parámetros mandan más de lo que parece sobre el comportamiento real de tu CPU, muy por encima de lo que indica simplemente el número de núcleos o la frecuencia máxima en la ficha técnica.
Además, la confusión es enorme: TDP, PL1, PL2, Turbo, Tau, throttling, modos «Turbo» de la placa base, presets de rendimiento en portátiles… Todo eso se mezcla y termina provocando que muchos equipos, tanto de sobremesa como portátiles, estén mal ajustados de fábrica: o desperdician rendimiento o, al contrario, disparan consumos y temperaturas solo por una configuración agresiva de la BIOS.
Qué son PL1 y PL2 y cómo se relacionan con el TDP
Para entender PL1 y PL2 hay que empezar por el TDP, que durante años fue la referencia sencilla para saber cuánta potencia y calor generaba una CPU. Tradicionalmente, el TDP indicaba la potencia térmica que debía ser capaz de disipar el sistema de refrigeración para que el procesador funcionara a su frecuencia base sin problemas.
En procesadores modernos de Intel (y con filosofías muy parecidas en AMD), el TDP ha pasado a ser casi un dato secundario frente a los límites de potencia configurables PL1 y PL2. Estos límites, expresados en vatios, marcan de forma dinámica cuánta energía puede consumir el procesador a corto y a largo plazo, y por tanto qué frecuencias puede mantener realmente.
- PL1 (Long Duration Power Limit) es el límite de potencia sostenida que la CPU puede mantener de forma indefinida. Es algo así como el «modo crucero»: la cantidad de vatios que la CPU puede consumir continuamente sin superar las temperaturas objetivo que fija el fabricante o la placa base, siempre que la refrigeración esté a la altura.
- PL2 (Short Duration Power Limit) es el límite de potencia a corto plazo, mucho más alto que PL1, pensado para dar picos de rendimiento mediante el Turbo. Durante unos segundos (controlados por un parámetro llamado Tau) la CPU puede consumir bastante más energía de la que marca PL1, subir frecuencias de golpe y terminar tareas intensivas breves más rápido: abrir un programa pesado, un pico de compilación, un burst de carga en un juego, etc.
En la práctica, el TDP nominal suele estar más cerca de PL1 «oficial» que de PL2, pero las placas base y los portátiles muchas veces modifican estos valores. Algunos fabricantes fijan PL1 y PL2 muy por encima de las especificaciones para presumir de benchmarks, y otros, sobre todo en equipos delgados o fanless, marcan límites muy conservadores para que la temperatura y el ruido nunca molesten al usuario. En ocasiones esto depende del propio diseño eléctrico de la placa.
Por qué PL1 y PL2 mandan más que el TDP en el rendimiento real
Cuando miras las especificaciones de una CPU sueles ver frecuencia base, frecuencia turbo y un TDP nominal, pero eso no te dice a qué velocidad real trabajará bajo carga sostenida. Lo que realmente manda es qué valores de PL1 y PL2 se han configurado y cómo responde la refrigeración a esos vatios.
En un procesador que, por ejemplo, tenga un TDP de 20 W en frecuencia base y cierto modo turbo alrededor de 60 W, el comportamiento cambia mucho si fijamos PL1 en 15 W, 40 W o 60 W. Con un PL1 muy bajo, la CPU recortará frecuencias de forma agresiva para mantenerse dentro de ese presupuesto de potencia; con un PL1 alto, podrá mantener relojes turbo durante más tiempo, siempre que la temperatura no dispare el throttling térmico.
PL2 entra en juego sobre todo al inicio de la carga: permite que la CPU supere incluso el consumo asociado a su turbo «oficial» durante unos segundos. Si tienes una buena refrigeración y un VRM solvente, ese pico inicial será estable y ofrecerá mucha rapidez en tareas cortas; si tu equipo es fanless o muy limitado térmicamente, un PL2 excesivo solo provoca un subidón de temperatura seguido de una caída brusca de frecuencia.
Por eso en muchos portátiles, especialmente ultraligeros o 2 en 1, los fabricantes definen PL1 y PL2 bajos y Tau reducido para que el equipo no se caliente en las manos y el ruido del ventilador sea mínimo. En el extremo contrario, muchas placas base de sobremesa de gama media y alta vienen con PL1 y PL2 prácticamente desbloqueados, lo que dispara consumos y deja el rendimiento totalmente en manos de la refrigeración.
¿Es peligroso igualar PL1 y PL2? Cuándo tiene sentido y cuándo no
Una duda muy habitual es si poner PL2 = PL1 es algo reservado solo para equipos con una refrigeración muy potente, y la respuesta corta es que depende totalmente de tu sistema térmico. Igualar ambos límites significa que le estás diciendo a la CPU: «no quiero un pico breve y luego bajar, quiero que mantengas esa potencia alta todo el tiempo que puedas».
Si tu disipador (de aire grande o líquida AIO) y el flujo de aire de la caja son sobresalientes, fijar PL1 = PL2 a un valor razonablemente alto puede hacer que la CPU mantenga frecuencias turbo de forma casi permanente. El único freno pasará a ser la temperatura máxima permitida (el punto de corte térmico), de modo que el rendimiento quedará prácticamente ligado a lo buena que sea tu refrigeración. Para guías sobre compatibilidades y soluciones de disipación consulta artículos como compatibilidad de disipadores.
En cambio, en un sistema fanless o con refrigeración muy justa, PL2 = PL1 alto es una mala idea: el procesador subirá de golpe, se calentará muy rápido y activará el throttling térmico. Eso se traduce en picos de temperatura molestos, posible ruido repentino del ventilador (si existe) y un comportamiento de serrucho en las frecuencias, nada estable.
Un punto interesante es que igualar PL1 y PL2 a un valor moderado, por ejemplo 40 o 50 W en una CPU cuyo turbo máximo ronda 60 W, no significa que la CPU vaya forzada siempre a tope. El procesador sigue siendo dinámico: si estás simplemente leyendo un PDF o navegando, la carga es baja y el consumo real bajará muy por debajo de esos 40-50 W, ajustando frecuencias y voltajes según lo demande la tarea.
Lo que sí consigues con PL1 = PL2 moderado es que, cuando la carga sea pesada y sostenida, la CPU no recorte potencia por culpa de un PL1 demasiado bajo, sino únicamente por razones térmicas. Es una forma de «desbloquear» el comportamiento para que el límite lo marque la temperatura y no un valor conservador impuesto por el fabricante del equipo.
Configurar PL1 y PL2 en portátiles: margen real y limitaciones
En los portátiles, especialmente en modelos delgados o con refrigeración pasiva, tocar PL1 y PL2 puede proporcionar un extra de rendimiento interesante, pero el margen es mucho más pequeño que en sobremesa. El chasis compacto, la ausencia de ventiladores potentes y las restricciones de temperatura por confort del usuario imponen límites estrictos.
Un ejemplo típico es una tablet o 2 en 1 con procesador Intel de muy bajo TDP, como un i3-N300 con un TDP de 7 W, configurado por el fabricante con un límite de potencia de 15 W muy conservador. Ajustando PL1 y PL2 un poco por encima y jugando con el tiempo Tau se puede conseguir que, bajo carga sostenida, el procesador mantenga algo más de frecuencia sin disparar demasiado las temperaturas.
Herramientas como ThrottleStop o Intel XTU permiten precisamente ese tipo de «tuning» en muchos equipos, sobre todo donde la BIOS está muy capada. Se pueden monitorizar temperaturas, potencia de paquete (Package Power), estados de throttling por potencia o por temperatura, y luego ir modificando PL1, PL2 y el tiempo Tau para encontrar un punto de compromiso.
La clave en portátiles es que rara vez se busca exprimir cada vatio de rendimiento, sino más bien equilibrar temperatura, ruido y respuesta. Muchos fabricantes ajustan PL1 y PL2 pensando en que el dispositivo puede usarse como tableta, apoyado en las manos: no quieren que la carcasa se ponga incómodamente caliente, así que limitan potencia antes incluso de llegar al umbral térmico de la CPU.
Para el usuario avanzado que sabe lo que hace, subir algo esos límites y vigilar las temperaturas con herramientas como HWiNFO puede suponer un pequeño plus de rendimiento en Cinebench, edición ligera o multitarea intensiva, sin perder estabilidad. Eso sí, siempre hay que estar dispuesto a revertir cambios si se aprecia exceso de calor o inestabilidad.
Ajustar PL1/PL2 en sobremesa: de BIOS agresivas a configuraciones equilibradas

En ordenadores de sobremesa la película suele ser la contraria a la de los portátiles: muchas placas base vienen con configuraciones de fábrica muy agresivas para presumir de benchmarks. Opciones como «Multicore Enhancement», «Enhanced Turbo» o perfiles «Optimized» elevan enormemente PL1, PL2 e incluso relajan límites de corriente.
Es frecuente encontrarse con CPUs como los Core i9 de 14ª generación (por ejemplo un 14900K) alimentadas con PL1 oficiales de más de 250-280 W o directamente sin límite efectivo, si la placa los deja en modo «unlimited». Esto permite obtener puntuaciones máximas en pruebas multinúcleo como Cinebench, pero a costa de temperaturas muy altas (80-90 ºC o más) y consumos disparados.
La experiencia de muchos usuarios muestra que recortar esos límites a valores bastante más modestos, como 125 W para PL1 y PL2, puede cambiar totalmente el carácter del equipo. Se reduce enormemente el calor, bajan los RPM de los ventiladores, el ruido disminuye y, lo más interesante, el impacto en rendimiento real en la mayoría de aplicaciones no es tan dramático.
En un caso práctico, limitar un 14900K a 125 W en PL1 y PL2, junto con un ligero undervolt, supuso una reducción de consumo de más de un 50 % respecto a los 280 W «estándar» de la placa, con solo alrededor de un 22 % menos de rendimiento en cargas AVX2 multinúcleo muy pesadas. En tareas reales como edición fotográfica, Photoshop, Capture One o juegos a 4K con una GPU potente, la pérdida de rendimiento fue casi imperceptible.
Lo que sí cambió drásticamente fue el comportamiento acústico y térmico: temperaturas que pasaron de la franja 80-90 ºC a algo en torno a 50 ºC bajo estrés con Linpack, y un equipo que prácticamente se volvió silencioso en el uso cotidiano. Al limitar también PL2 se evitaron picos de temperatura tras los primeros segundos de turbo, que suelen disparar la respuesta de los ventiladores.
Relación entre límites de potencia, frecuencia y TDP: aclarando mitos
Una confusión típica es pensar que si fijamos PL1 por encima del TDP base, la CPU nunca funcionará en su frecuencia base y estará «forzada» a ir siempre en turbo. La realidad es que la frecuencia base es una referencia de garantía mínima bajo determinadas condiciones de TDP, no un estado fijo al que la CPU tenga que estar la mayor parte del tiempo.
Al establecer PL1, por ejemplo, en 40 W en una CPU cuyo TDP base son 20 W y el turbo ronda 60 W, lo que se está haciendo es ampliar el presupuesto de energía para que pueda mantener frecuencias más altas en cargas sostenidas. Pero si la carga de trabajo es ligera, la CPU reducirá frecuencia y voltaje igualmente, muchas veces por debajo de la frecuencia base, para ahorrar energía.
Otro malentendido común es creer que si PL2 = PL1, la CPU se ve obligada a trabajar constantemente a frecuencias máximas porque «no puede bajar». Esto no es cierto: PL1 y PL2 son techos de potencia, no suelos. El procesador siempre adaptará sus clocks a la carga y a las políticas de ahorro de energía, así que seguirá entrando en estados de bajo consumo cuando no haga falta tanta potencia.
También se oye a menudo que PL2 debería estar siempre cerca del TDP turbo máximo del fabricante, y que fijarlo mucho más bajo o igualarlo a PL1 en valores moderados es «capar» injustamente el procesador. En la práctica, si tu prioridad es un equipo fresco y silencioso, fijar ambos límites en un rango medio puede ser una decisión muy sensata, especialmente cuando el salto de consumo frente al aumento de rendimiento ya no compensa.
La clave está en entender que el TDP oficial no es un muro infranqueable ni un objetivo que haya que alcanzar siempre, sino un punto de referencia. El usuario avanzado puede adaptar PL1 y PL2 a sus necesidades: máximo rendimiento para benchmarking y cargas muy pesadas con buena refrigeración, o un perfil más contenido y equilibrado para uso mixto y sensibilidad al ruido.
Dónde y cómo modificar PL1 y PL2: BIOS, software de placa y utilidades de tuning
Para ajustar PL1 y PL2 tienes varias vías, que dependen de si usas un sobremesa o un portátil y de qué fabricante sea tu plataforma. La ruta más directa, sobre todo en PC de sobremesa, suele ser la BIOS/UEFI de la placa base.
En BIOS/UEFI, normalmente deberás entrar en secciones como «AI Tweaker», «OC», «M.I.T.» o similares, y dentro buscar apartados de gestión de energía de la CPU. Allí aparecen campos como «Long Duration Power Limit», «Short Duration Power Limit», «Turbo Boost Power Max», «Turbo Boost Short Power Max» o equivalentes, según la placa y la versión.
Muchos fabricantes añaden también opciones generales tipo «Enhance Multi-Core Performance» o perfiles de «CPU Upgrade» que, al activarlos, automáticamente elevan PL1, PL2 y límites de corriente sin que el usuario vea los números exactos. Si quieres un control fino y no depender de estos presets, conviene desactivarlos y fijar los valores manualmente. Además, antes de tocar límites ten en cuenta la potencia de la fuente del sistema.
Otra opción son las suites de Windows del propio fabricante de la placa, como AI Suite (ASUS), MSI Center, Gigabyte Control Center o similares. Suelen permitir toquetear algunos límites de potencia y ver cómo afectan en tiempo real, aunque normalmente ofrecen menos parámetros que la BIOS.
En procesadores Intel, Intel XTU (Extreme Tuning Utility) es una herramienta muy potente para modificar PL1, PL2, Tau, voltajes y límites de corriente directamente desde Windows. Es especialmente útil en placas que no permiten guardar muchos perfiles en BIOS, o cuando estás probando distintas configuraciones y prefieres un entorno gráfico y reversible rápidamente.
En AMD, Ryzen Master cumple un papel parecido, aunque la nomenclatura de los parámetros de potencia es distinta (FPPT, SPPT, SPL en portátiles, por ejemplo) y el modelo de gestión difiere algo respecto a Intel. La filosofía, en cualquier caso, es muy similar: tienes límites de potencia a corto, medio y largo plazo que marcan la capacidad real de mantener boost.
Monitorización, pruebas y ajuste fino: paso indispensable antes de tocar límites
Antes de lanzarse a subir o bajar PL1/PL2 es imprescindible saber de dónde partes y qué cuello de botella tienes realmente: potencia, temperatura o ambas cosas a la vez. Sin datos claros, es fácil perderse y terminar con una configuración peor que la original.
Herramientas como HWiNFO64, HWMonitor o Core Temp permiten vigilar en tiempo real temperaturas de núcleos, consumo de paquete (Package Power), frecuencias de reloj, voltajes y flags de throttling. Es buena idea dejar uno de estos programas en segundo plano mientras ejecutas tus cargas habituales o benchmarks.
Para comprobar el impacto de los cambios y la estabilidad, conviene usar pruebas de estrés como Cinebench R23 en modo multinúcleo, OCCT, Linpack o incluso combinar carga de CPU y GPU (por ejemplo, Cinebench junto con FurMark) para simular escenarios exigentes. Observa cómo evolucionan las temperaturas, si se alcanza el límite térmico y si, pasado cierto tiempo, el consumo de potencia cae hasta coincidir exactamente con PL1.
Si ves que tu CPU se queda rápidamente clavada en PL1 mientras las temperaturas aún son razonables, tienes margen para subir ese límite si te interesa obtener más rendimiento. Si, por el contrario, alcanzas 90-100 ºC enseguida y empiezas a ver «Thermal Throttling», el problema está en la refrigeración, no en un PL1 demasiado bajo.
A partir de ahí, la estrategia suele consistir en subir o bajar PL1 y PL2 en pasos pequeños (5-10 W), probar de nuevo y encontrar el punto dulce entre rendimiento, temperatura y ruido. A menudo, bajando ligeramente los límites y aplicando un undervolt moderado se consigue una mejora global más satisfactoria que simplemente dejarlo todo «a tope».
Tampoco hay que olvidar las curvas de ventilador: si configuras límites de potencia altos pero curvas muy suaves, la CPU puede calentarse más de la cuenta antes de que los ventiladores reaccionen. Ajustar bien esa relación potencia-temperatura-RPM es tan importante como los propios PL1/PL2, sobre todo en cajas compactas o portátiles gaming.
Dominar PL1 y PL2 te permite adaptar el procesador a tu uso real: desde exprimir al máximo una CPU de escritorio con refrigeración de gama alta, hasta arañar un plus de rendimiento en un portátil fanless sin sobrepasar un nivel de calor incómodo. Entender que son techos de potencia dinámicos, cómo se relacionan con TDP, turbo y temperatura, y cómo interactúan con la refrigeración y las curvas de ventilador es lo que marca la diferencia entre un equipo ruidoso e ineficiente y otro que parece hecho a medida para ti.
