Cuánto puede alargarse la crisis de DRAM por la IA

Última actualización: diciembre 12, 2025
Autor: Isaac
  • La inversión masiva en IA ha disparado la demanda de DRAM, HBM y SSD, hundiendo los inventarios globales y elevando los precios a niveles históricos.
  • Samsung, SK Hynix y otros grandes fabricantes priorizan productos de alto margen para IA y mantienen una estrategia conservadora de capacidad, prolongando la escasez.
  • PC, smartphones, automóviles y electrónica de consumo sufren costes crecientes, plazos más largos y recortes de memoria, con riesgo de impacto macroeconómico.
  • Las previsiones sitúan la normalización de la oferta de memoria entre 2027 y 2028, condicionada por nuevas fábricas y la evolución real de la demanda de IA.

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La fiebre inversora en inteligencia artificial ha encendido una mecha que ya está explotando en todo el mercado de memoria: la DRAM se ha vuelto tan escasa que gigantes tecnológicos y fabricantes de dispositivos están compitiendo a codazos por cada chip disponible. Lo que parecía un problema puntual de capacidad se ha transformado en un cuello de botella global que afecta a centros de datos, PC, móviles, automóviles, Smart TV y prácticamente cualquier cacharro con memoria.

Este contexto ha provocado una subida de precios histórica en DRAM, NAND y SSD, con inventarios en mínimos, fabricantes jugando al límite de su capacidad y una parte del sector acusando abiertamente a los grandes productores de memoria de priorizar márgenes antes que estabilizar la oferta. La gran pregunta ya no es si hay crisis, sino cuánto va a durar este desequilibrio y hasta qué punto puede frenar el despliegue de la IA y encarecer la electrónica de consumo durante años.

Cómo hemos llegado a una tormenta perfecta en DRAM

La actual crisis de memoria no nace de la nada: es el resultado de la combinación de un superciclo de IA con una industria que llega tocada tras años de altibajos. Durante la pandemia, la demanda de PC, portátiles y dispositivos conectados se disparó, los fabricantes de DRAM y NAND pisaron el acelerador y llenaron sus almacenes de chips para no perder ventas.

Cuando se normalizó la situación y las ventas de ordenadores se hundieron, esos mismos fabricantes se encontraron con inventarios rebosantes y precios desplomados. Para frenar la caída, empresas como Samsung y SK Hynix apagaron líneas de producción, redujeron drásticamente la oferta y apostaron por una estrategia muy conservadora para proteger su rentabilidad.

El problema es que, justo cuando el mercado todavía estaba digiriendo ese exceso de stock, la ola de la IA generativa irrumpió con fuerza: tras el lanzamiento de ChatGPT en 2022, se desencadenó una carrera mundial por construir centros de datos de IA, todos ellos hambrientos de memoria DRAM y, sobre todo, de HBM (High Bandwidth Memory) de última generación.

Esta nueva demanda no afectó solo a unos pocos modelos avanzados: los grandes grupos tecnológicos como Microsoft, Google, Amazon, Meta, Alibaba o ByteDance comenzaron a firmar contratos a largo plazo y a reservar cualquier chip de memoria de alto rendimiento que pudieran conseguir, desplazando a muchos clientes tradicionales a un segundo plano.

En este contexto, la memoria DRAM de uso general (incluida la DDR5 para PC y servidores convencionales) pasó a competir directamente con HBM y DRAM de grado servidor, mucho más rentables para los fabricantes. El resultado ha sido un giro de capacidad hacia la IA que ha dejado al mercado de consumo y a buena parte de la electrónica de uso general en clara desventaja.

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Inventarios hundidos y precios disparados: radiografía de la escasez

Los datos de firmas de análisis como TrendForce dibujan un escenario realmente tenso —y confirman los problemas de stock de memoria RAM—: el inventario medio global de DRAM ha caído a unas 2,7 semanas al inicio del cuarto trimestre, es decir, la producción se vende en apenas 19 días. Para el sector, un colchón sano se sitúa en torno a las 8 semanas de stock, lo que significa que las existencias actuales están a menos de la mitad de lo recomendable.

Dentro de este panorama, los números de los grandes son todavía más agresivos. SK Hynix se mueve en torno a dos semanas de inventario, mientras que Samsung ronda las cuatro, cifras que en la práctica significan que todo lo que sale de las fábricas está prácticamente adjudicado. Micron y otros actores también hablan de niveles por debajo de las ocho semanas, evidenciando que la escasez no es un simple truco especulativo.

Con esta tensión, los precios han pegado un salto brutal: en algunos segmentos de memoria, las subidas desde febrero superan el 100%, y se manejan previsiones de aumentos contractuales de entre un 40% y un 60% solo en la DRAM a partir del tercer trimestre de 2025. Counterpoint Research y otras consultoras calculan repuntes adicionales de en torno al 30% hasta finales de año y otro tirón de hasta el 20% en los primeros meses de 2026.

Para que te hagas una idea a pie de tienda, en mercados como Japón ya se ven módulos DDR5 de 32 GB triplicando su precio en cuestión de semanas, pasando de unos 17.000 yenes a más de 47.000, y kits de 128 GB que se han ido a cifras prohibidas. Tiendas de Akihabara han empezado incluso a limitar el número de productos de memoria, SSD y discos duros que puede comprar cada cliente para frenar el acaparamiento.

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Esta locura de precios y escasez también ha provocado el auge del mercado de segunda mano de RAM y chips reciclados de servidores, con empresas especializadas que afirman haber casi duplicado su facturación mensual desde que empezó el pico de demanda en septiembre, especialmente por compras procedentes de intermediarios asiáticos.

¿Demanda desbocada o codicia de los fabricantes?

Una parte del sector apunta directamente a los gigantes de la memoria como responsables de alargar la crisis. Samsung y SK Hynix controlan más del 70% de la producción mundial de DRAM y han dejado claro que no tienen prisa por ampliar de forma masiva su capacidad, pese a que las fábricas podrían producir más si se reactivaran todas las líneas cerradas en los años de vacas flacas.

Tras varios ejercicios de caídas de ingresos y márgenes estrujados, estas compañías han optado por una postura muy pragmática: priorizar beneficios y recuperación de rentabilidad frente a subir la oferta para calmar los precios. Según analistas como Kim Dong-won, de KB Securities, esta decisión forma parte de una estrategia cuidadosamente calculada para mantener el control del mercado mientras la demanda supera con creces a la oferta disponible.

Reactivar las fábricas apagadas no es tan sencillo como pulsar un botón: requiere meses de preparación, inversiones multimillonarias, contratación de personal, recalibrado de equipos y, sobre todo, la garantía de que la demanda seguirá siendo alta durante años y no se desplomará como ocurrió tras la pandemia. Desde el punto de vista de los fabricantes, arriesgarse a otra sobreoferta masiva sería un suicidio financiero.

Mientras tanto, el sector sufre las consecuencias: al producir muy por debajo de su capacidad teórica, cualquier repunte adicional en el consumo se traduce en subidas de precio prácticamente automáticas. La propia dinámica de la escasez, unida a la presión de los grandes compradores de IA que están dispuestos a pagar lo que haga falta, refuerza esta posición de fuerza de los productores de memoria.

En la práctica, esto significa que Samsung y SK Hynix controlan el grifo de la oferta de DRAM a nivel mundial y no tienen ningún incentivo para abrirlo del todo mientras los márgenes sigan disparados. De hecho, incluso decisiones técnicas como la retirada gradual de líneas de DDR4 y LPDDR4, que en algunos casos se ha retrasado pero no cancelado, forman parte de un movimiento más amplio para empujar el mercado hacia tecnologías más nuevas y rentables como DDR5 y HBM.

impacto de la ia en el mercado de memoria

IA frente a smartphones y PC: todos peleando por la misma memoria

El verdadero núcleo del problema es que, a día de hoy, la IA de alto rendimiento y la electrónica de consumo comparten el mismo pastel de memoria. Los grandes actores de la nube y la inteligencia artificial -Microsoft, Nvidia, Meta, Amazon, Google, Alibaba, ByteDance y compañía- están absorbiendo una parte colosal de la producción mundial de DRAM y HBM, dejando menos margen para teléfonos, ordenadores personales, consolas y otros dispositivos.

Los centros de datos de nueva generación no solo montan GPU de IA carísimas; también necesitan cantidades brutales de DRAM y almacenamiento. Cada servidor de IA incorpora mucha más memoria que un servidor tradicional, y además exige SSD de gran capacidad y alto rendimiento, normalmente de 8 TB en adelante, que son precisamente los modelos que ahora están copando la producción prevista para los próximos años.

El giro hacia la IA ha tenido un efecto colateral claro: la producción de DRAM “estándar” y de NAND para consumo se ve desplazada por productos especializados, de mayor margen. La DDR5 de PC compite con DRAM para servidores de IA, la DDR4 va perdiendo líneas de fabricación en favor de tecnologías más modernas, y los SSD empresariales dominan los planes de las foundries, relegando a segundo plano las gamas domésticas.

En paralelo, hay otros factores que añaden presión: las sanciones comerciales de Estados Unidos sobre China han limitado el avance tecnológico de fabricantes como SMIC y han cambiado flujos de suministro, mientras que competidores chinos de DRAM de gama baja, como ChangXin Memory Technologies, tratan de posicionarse en segmentos donde los gigantes coreanos reducen su presencia.

Todo esto sucede en un momento en el que, además, el mercado de PC y smartphones afronta ciclos de renovación más intensos de lo previsto y ventas algo mejores en algunos segmentos, lo que significa más demanda justo cuando la oferta convencional se está estrechando. Varias consultoras reconocen que la industria fue, en parte, sorprendida por la simultaneidad de todos estos factores.

Del DRAM a los SSD: la crisis se contagia al almacenamiento

El impacto de la IA no se limita a la memoria volátil: el mercado de SSD y NAND Flash vive su propia crisis de oferta motivada por la misma ola de inversión. Lo que empezó como una transición paulatina de los discos duros mecánicos (HDD) hacia unidades de estado sólido se ha convertido en un cambio estructural que está redefiniendo la industria del almacenamiento.

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Según TrendForce, en 2024 los SSD superaron por primera vez a los HDD en despliegues de almacenamiento para centros de datos, con una cuota cercana al 62%, y se espera que superen el 70% en el año siguiente. Gartner, por su parte, señala que la capacidad media de SSD por servidor de IA ha crecido más de un 30% interanual, una cifra difícil de sostener con las capacidades actuales de fabricación de NAND.

En cuestión de meses, fabricantes como Samsung, SK Hynix o Kioxia han pasado de gestionar excedentes a exprimir al máximo las líneas de producción. Prácticamente toda la fabricación de unidades de alta capacidad prevista para 2026 ya está comprometida con grandes clientes de centros de datos y nube, dejando a pequeñas empresas y usuarios domésticos en una situación delicada.

La recuperación del precio de la NAND tras la caída de 2023 ha metido más leña al fuego: las memorias de más de 200 capas empleadas en SSD empresariales se han encarecido más de un 20%, lo que ha llevado a los fabricantes a reajustar sus planes para priorizar contratos jugosos, reforzando así el círculo vicioso de más precios, más pedidos adelantados y plazos de entrega más largos.

Mientras tanto, los tradicionales del disco duro, como Seagate o Western Digital, reducen líneas de HDD y redirigen parte de su negocio hacia el almacenamiento sólido, dejando al disco mecánico relegado a nichos muy concretos de bajo coste o donde prima la capacidad sobre el rendimiento, como sistemas de videovigilancia masiva.

Impacto para el usuario doméstico y el mercado del PC

Para el usuario de a pie, todo esto se traduce en algo muy simple: montar o actualizar un PC es bastante más caro que hace unos meses. El precio de la memoria RAM se ha llegado a triplicar en algunos mercados en apenas medio año, y aunque los SSD no han subido tanto de momento, la tendencia es claramente alcista.

Quien quiera cambiar de plataforma o ampliar su equipo se encuentra ya con módulos de 32 GB rondando cifras de 400 euros o más cuando hace nada costaban poco más de 100. Esto lleva a muchos usuarios a retrasar sus ciclos de renovación, alargando la vida de equipos que quizá habrían sustituido en circunstancias normales, lo que termina impactando en todo el ecosistema de hardware.

Las tarjetas gráficas tampoco se libran: la DRAM es un componente clave de las GPU, por lo que el encarecimiento y la falta de suministro también tensionan su precio y disponibilidad. En un escenario en el que la IA ya está absorbiendo una parte enorme de las GPU de gama alta, este cuello de botella de memoria solo añade más tensión al mercado gaming y profesional.

Tiendas y distribuidores se ven atrapados entre el miedo a quedarse sin stock y el riesgo de comprar caro y que el mercado corrija. En lugares como Tokio, algunas tiendas de electrónica afirman que un tercio de los productos de memoria y almacenamiento ya se encuentran agotados, mientras que los precios cambian tan rápido que muchos distribuidores han pasado a emitir ofertas que caducan en horas, casi como si fueran brokers financieros.

Todo esto acaba empujando a parte de la clientela hacia el mercado de ocasión o productos reacondicionados, desde módulos de RAM reciclados de servidores hasta SSD usados, lo que crea su propio ecosistema paralelo de oferta y demanda, con intermediarios especializados y revendedores que aprovechan cualquier oportunidad.

Fabricantes de PC y móviles: subidas de precios y recortes de memoria

Las grandes marcas de hardware de consumo están empezando a notar el golpe en su estructura de costes. Ejecutivos de compañías como Dell, HP, Lenovo, Xiaomi o Asus hablan ya abiertamente de subidas de precios “sin precedentes” y de la necesidad de tomar medidas drásticas para no perder margen.

Jeff Clarke, director de operaciones de Dell, reconoce que nunca había visto movimientos de costes a este ritmo y que la presión no solo viene de la DRAM, sino también de los discos duros y la memoria flash. Según sus cálculos, la memoria puede representar entre el 15% y el 18% del coste total de un PC, por lo que cualquier incremento en este apartado se nota directamente en el precio final.

HP, por su parte, ha optado por una combinación de estrategias: ampliar proveedores, diversificar la cadena de suministro y, en algunos casos, reducir la cantidad de memoria integrada en ciertos modelos para contener el coste. Aun así, su CEO ya anticipa que la segunda mitad de 2026 será especialmente complicada y que habrá subidas de precios selectivas cuando no quede otra opción.

En el mundo de los smartphones, fabricantes chinos como Xiaomi y Realme han comenzado a trasladar parte del sobrecoste al consumidor. Se habla de posibles incrementos de entre un 20% y un 30% en el precio de algunos dispositivos, y de ajustes en otras características (cámaras, procesadores, baterías) para equilibrar el coste total del terminal sin dispararlo demasiado.

Otras marcas, como Apple o Lenovo, se apoyan en su enorme peso negociador en la cadena de suministro para asegurar contratos favorables y stocks más estables, al menos en el corto plazo. Aun así, incluso Apple reconoce que algunos de sus nuevos productos llegan con una estructura de costes más elevada, aunque traten de optimizarla por otras vías.

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Un problema que ya escala a nivel macroeconómico

El desequilibrio entre oferta y demanda de memoria ya no es solo un quebradero de cabeza para los departamentos de compras de las tecnológicas: varios analistas consideran que se ha convertido en un riesgo macroeconómico. La falta de chips de memoria amenaza con ralentizar el despliegue de nueva infraestructura digital, comprometer proyectos de centros de datos y retrasar la adopción de soluciones basadas en IA en múltiples sectores.

Economistas y directivos consultados en estudios recientes advierten de que una escasez prolongada podría frenar el incremento de productividad asociado a la IA y, al mismo tiempo, añadir presión inflacionaria justo cuando muchas economías intentan domar el alza de precios y gestionar los efectos de los aranceles estadounidenses.

Empresas como SMIC han avisado de que la falta de memoria puede acabar afectando incluso a la fabricación de automóviles y equipos médicos, dado que estos dispositivos dependen igualmente de chips DRAM y NAND que ahora se priorizan para cargas de trabajo de IA. En la práctica, si un fabricante no puede asegurar memoria suficiente, corre el riesgo de tener que frenar o rediseñar sus lanzamientos.

Algunos ejecutivos del sector de memoria señalan que cualquier ampliación seria de capacidad lleva un mínimo de dos años entre decisiones de inversión, construcción y puesta en marcha de nuevas fábricas. Sin embargo, las compañías siguen siendo cautas: temen que, si construyen demasiado deprisa y la demanda de IA se estabiliza antes de lo previsto, una parte de esa capacidad quede infrautilizada, repitiendo el ciclo de sobreoferta que ya han sufrido en el pasado.

Mientras tanto, inversores y analistas financieros se preguntan si estamos ante una burbuja de infraestructura de IA o ante el inicio de un “superciclo” largo. Algunas proyecciones apuntan a que solo las empresas más grandes y capitalizadas podrán soportar el impacto prolongado de estos costes, lo que podría acelerar procesos de consolidación en el sector tecnológico.

¿Hasta cuándo durará la crisis de la DRAM y de la memoria por la IA?

La gran cuestión es el horizonte temporal de este desequilibrio. Distintas fuentes coinciden en que la escasez no se va a resolver de la noche a la mañana. SK Hynix ha comunicado a analistas que el déficit de memoria podría prolongarse hasta finales de 2027, mientras que algunas previsiones más pesimistas colocan la estabilización del mercado ya entrado 2028.

Micron, por ejemplo, habla de escasez al menos hasta 2026, y varios fabricantes reconocen que tienen toda su producción comprometida para uno o dos años vista, especialmente en lo que respecta a HBM y DRAM avanzada para IA. SK Hynix llegó a anunciar que todos sus chips estaban vendidos hasta 2026, y Samsung ha asegurado clientes para su producción de HBM del próximo año.

Casos como el de OpenAI ilustran el nivel de ambición (y de presión) que se está manejando: la compañía ha cerrado acuerdos preliminares con Samsung y SK Hynix para su proyecto Stargate, que podría requerir hasta 900.000 obleas al mes para 2029, aproximadamente el doble de la producción mundial mensual actual de HBM. Con cifras así, no es difícil entender por qué los fabricantes priorizan este tipo de contratos sobre cualquier otra cosa.

El futuro de la crisis pasa por tres grandes variables: la velocidad a la que se amplíen las líneas de producción (limitada por el tamaño de las FAB, el número de escáneres y equipos disponibles y la inversión necesaria), la posible entrada o consolidación de nuevos actores capaces de producir DRAM y NAND avanzadas, y la evolución real de la demanda de IA, que podría seguir creciendo a ritmos del 25% anual o moderarse si se enfría el entusiasmo inversor.

Todo apunta a que la fase más aguda continuará mientras la IA siga arrasando con gran parte del hardware de memoria y almacenamiento disponible. Solo cuando las nuevas fábricas entren en funcionamiento y el mercado encuentre un nuevo punto de equilibrio entre HBM, DRAM estándar y NAND para consumo, veremos una relajación de precios y una normalización de inventarios. Hasta entonces, tanto empresas como usuarios tendrán que moverse en un entorno de precios volátiles, plazos más largos y decisiones de compra mucho más calculadas.

Mirando el panorama completo, la combinación de demanda desbocada por la IA, decisiones estratégicas conservadoras de los fabricantes y cuellos de botella estructurales en la fabricación de semiconductores ha llevado a una crisis de memoria que se siente desde los centros de datos más punteros hasta la tienda de informática del barrio; todo indica que nos queda todavía un largo trecho de años de tensión, hardware más caro y mucha pelea por cada gigabyte de DRAM, NAND y SSD disponible antes de que el mercado vuelva a respirar con cierta normalidad.

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