- ProtonDB y Boiling Steam sitúan la compatibilidad en el 89,7%, con un 42% de lanzamientos recientes en Platinum y solo un 3,8% Borked.
 - Valve impulsa el cambio con Proton y Steam Deck; varias distros (SteamOS, Fedora, Bazzite) facilitan jugar sin ajustes complejos.
 - En ROG Ally X con Bazzite, Linux supera a Windows en FPS y estabilidad; el freno principal son antitrampas y bloqueos deliberados.
 
La escena del juego en PC está viviendo un giro que hace unos años parecía imposible: Linux ha dejado de ser el “plan B” para pasar a ser una opción perfectamente viable donde jugar. Lo dicen los números agregados por la comunidad y analizados por medios especializados: casi nueve de cada diez títulos de Windows ya arrancan y se juegan en Linux con resultados sólidos.
Este salto se sustenta en la madurez de Proton y WINE, con Valve empujando del carro desde Steam Deck y su ecosistema. En paralelo, el final de vida de Windows 10 está animando a muchos usuarios a explorar alternativas. Todo ello ha creado el caldo de cultivo perfecto para que, por fin, el mito de que “en Linux no se puede jugar” quede enterrado.
La cifra que lo cambia todo: 89,7% de juegos de Windows funcionan en Linux

Los últimos recuentos de ProtonDB, recogidos y depurados por Boiling Steam, sitúan la compatibilidad en un 89,7%. Esto significa que, a día de hoy, la inmensa mayoría de títulos pensados para Windows son ejecutables en Linux con un nivel de calidad que, en muchos casos, no exige ninguna intervención del usuario.
La foto mejora incluso si miramos a los lanzamientos más recientes. En octubre de 2025, el 42% de los juegos nuevos entró directamente en la categoría “Platinum”, es decir, se instalan, arrancan y guardan partidas sin tocar nada. El año anterior esa cuota era del 29%, así que el salto es considerable y refleja una aceleración clara en las obras más actuales.
En el extremo contrario, la cantidad de títulos que no funcionan en absoluto se ha reducido a la mínima expresión. La categoría “Borked” apenas representa un 3,8% del total. Aquí conviene hacer una puntualización que la propia comunidad subraya: muchos de esos casos no son fallos técnicos insalvables, sino bloqueos deliberados o políticas de antitrampas que impiden el arranque cuando detectan Wine o Proton. El ejemplo de March of Giants, que se cierra si percibe estas capas, ilustra bien el problema.
Otro detalle llamativo del informe: hay una diferencia entre la etiqueta de jugabilidad en Steam Deck y el comportamiento en PCs de sobremesa. De hecho, uno de cada cinco juegos “Jugables” en Steam Deck está ya en “Platinum” en Linux de escritorio. Esto sugiere que, sin las restricciones del hardware portátil, la experiencia en un PC convencional puede ser incluso mejor.
Este empuje coincide con un contexto de mercado especial. El fin de soporte de Windows 10 ha puesto a millones de equipos en la encrucijada, y no pocos jugadores están probando Linux como alternativa para permanecer al margen de las exigencias de Windows 11. Según Statcounter, Linux ronda el 3,17% de cuota en ordenadores personales; duplica ChromeOS y va recortando, poco a poco, la distancia con macOS, aunque Windows siga dominando ampliamente.
La Steam Deck ha sido la prueba en el mundo real de que esto es viable: un hardware razonable, una capa de compatibilidad cuidada y una verificación de juegos desde la propia tienda han empujado a muchos estudios a prestar atención a Proton. Lo que va bien en Deck, por lo general, también se comporta estupendamente en un PC Linux tradicional.
Ahora bien, no todo es coser y cantar. Ese 10% restante está lleno de casos complejos: antitrampas a bajo nivel como Easy Anti-Cheat o BattlEye, medidas contractuales específicas de algunos publishers o incluso decisiones empresariales que limitan explícitamente la compatibilidad. En muchas ocasiones, “activar Linux” no es un problema de ingeniería, sino de firmar la autorización.
La lectura estratégica de esta fotografía es clara: la compatibilidad ya no es el cuello de botella insalvable. El obstáculo reside en incentivos y permisos. Y eso abre un nuevo capítulo para el gaming en Linux.
Cómo se clasifica la compatibilidad: Platinum, Gold, Silver, Bronze y Borked

ProtonDB organiza la compatibilidad de manera muy didáctica. Las categorías no sólo dicen si el juego abre, sino qué nivel de intervención requiere el usuario para que la experiencia sea buena. Esta es, en esencia, la escala comunitaria que se utiliza:
- Platinum (verde): el juego funciona perfecto sin ajustes. Instalar, lanzar y jugar. Cero lío.
 - Gold (verde claro): muy buena experiencia con algún ajuste menor (parámetro de lanzamiento, instalación de un componente puntual, etc.).
 - Silver (amarillo): jugable, aunque suele necesitar pequeños arreglos y puede mostrar fallos menores.
 - Bronze (naranja): arranca, pero la jugabilidad es incierta: rendimiento flojo, cuelgues esporádicos o bugs visuales. No siempre es disfrutable.
 - Borked (rojo): directamente no inicia o se cierra sin ofrecer experiencia de juego.
 
En los últimos años, la tendencia ha sido cristalina: suben Platinum y Gold, mientras que bajan Silver y Bronze. La zona roja, la de Borked, se ha ido encogiendo hasta quedar en ese 3,8% actual. Y en lanzamientos recientes, la distribución mejora todavía más: aquel 42% de octubre con etiqueta Platinum marca una aceleración en compatibilidad “sin tocar nada”.
Esto no es sólo teoría: títulos exigentes y populares como Cyberpunk 2077, Elden Ring, No Man’s Sky o The Witcher 3 están entre los que ofrecen buenas puntuaciones de compatibilidad, demostrando que, cuando el soporte del motor y los controladores acompaña, Linux puede medirse sin complejos con Windows.
El sistema de verificación de Steam para Deck ha empujado en la misma dirección. Aunque su metodología no es idéntica a la de ProtonDB (en Deck se valora además la interfaz en portátil, el mapeo de controles, la pantalla, etc.), lo cierto es que esa validación pública ha movido a los estudios a probar y corregir detalles de compatibilidad.
Un punto interesante que aporta Boiling Steam es que su lectura no se ve condicionada por las limitaciones del hardware portátil, por lo que las métricas resultan útiles para quien juega en un PC de sobremesa o portátil con Linux, sin las restricciones térmicas o de potencia de Deck.
Toda esta clasificación tiene también un valor práctico: antes de comprar, puedes consultar ProtonDB para ver cómo se comporta un juego en tu distribución, con tu tarjeta gráfica y con tu versión de Proton. Así reduces riesgos y ahorras tiempo en pruebas a ciegas.
Rendimiento y hardware: de Steam Deck a Bazzite en la ROG Ally X

La compatibilidad es fundamental, pero el rendimiento marca la diferencia en el día a día. En pruebas recientes con la ASUS ROG Ally X, usando Bazzite (una distro Linux pensada para gaming y muy cercana a SteamOS), se han visto ventajas notables frente a Windows en el mismo hardware.
A potencias medias (17 W), Kingdom Come: Deliverance 2 promedió 47 FPS en Windows, mientras que Bazzite se fue a 62 FPS. En Hogwarts Legacy con la misma potencia, Windows rondó los 50 FPS y Bazzite alcanzó los 62 FPS. Más allá del número bruto, la experiencia en Linux destacó por una tasa de fotogramas más estable, con menos caídas bruscas, lo que se nota mucho en portátil.
Este tipo de resultados refuerza una idea que ya se venía comentando: Linux no sólo ha recuperado la compatibilidad, sino que en determinados escenarios puede rendir más y mejor en el mismo equipo. Optimización de drivers, mejoras en el pipeline gráfico y menor lastre de procesos en segundo plano juegan su papel.
En el ecosistema de distribuciones, se están consolidando varias alternativas amigables con el juego: SteamOS (base de Steam Deck, con potencial de lanzamiento público para PC de sobremesa), Fedora (muy al día en kernel y Mesa) y Bazzite, que empaqueta lo necesario para enchufar y jugar con poco esfuerzo. El mensaje para el usuario es claro: instalar, iniciar sesión en Steam y ponerse a jugar sin perderse en configuraciones.
El gran motor de todo esto es Proton. A menudo se define mal como “emulador”, pero en realidad es una capa de compatibilidad basada en WINE a la que Valve ha añadido optimizaciones muy específicas para juegos: traducción de Direct3D a Vulkan, gestión de shaders, redirección de llamadas del sistema y parches escogidos para librerías y lanzadores. No simula un Windows completo; traduce lo justo y de forma eficiente.
Sin esa ingeniería, y sin la popularidad de Steam como plataforma, habría sido difícil alcanzar esta masa crítica de títulos funcionando. Además, Proton ha propiciado que exista una base de datos pública (ProtonDB) donde se comparte rendimiento, compatibilidad y trucos, de manera que el conocimiento queda accesible y evita repetir errores.
Otro aprendizaje de los últimos meses es que cuando un estudio activa el “OK” para Steam Deck, la versión de escritorio en Linux suele funcionar de inmediato. No es magia: es que el código ya está unificado y las rutas críticas de compatibilidad se han pulido. El resultado es una inercia positiva que empuja a más desarrolladores a tomarse Linux en serio.
¿Qué queda por delante? Los sistemas antitrampas y algunos lanzadores siguen siendo el principal quebradero de cabeza. Easy Anti-Cheat y BattlEye pueden funcionar en Linux si el estudio lo permite, pero ese “permiso” depende de contratos y decisiones comerciales. En el extremo duro, hay juegos que bloquean Wine/Proton de forma explícita (caso de March of Giants), cerrando la puerta por decisión propia.
Y aun así, el mapa es cada vez más favorable: la zona roja (Borked) se encoge, sube la cuota de Platinum, y la comunidad no deja de documentar mejoras en drivers y kernels. Combinado con el auge de las consolas portátiles PC y un mercado menos entregado a Windows 11, el futuro pinta realmente bien para quien quiera jugar en Linux.
Conviene añadir una pincelada de realismo. La compatibilidad ha escalado rápido, pero no a la velocidad infinita. La mejora tiende a estabilizarse porque lo que queda por resolver no es, en su mayoría, un problema de código abierto o de ingeniería pura; es un tema de alineación de incentivos empresariales y de ajustar marcos de seguridad para que las antitrampas acepten Linux sin medirlo como un vector de ataque.
En ese sentido, no sería extraño que el 90% sea una especie de “meseta natural” hasta que se muevan algunas fichas: acuerdos con proveedores de antitrampas, mejor soporte “oficial” en motores como Unreal o Unity, y quizá una apertura más decidida de lanzadores y DRM para reconocer a Linux como plataforma de primera clase.
Si algo hemos aprendido gracias a Steam Deck es que, con foco y persistencia, se puede hacer transparente la compatibilidad. Nueve de cada diez juegos es una cifra que, más allá del titular, cambia los hábitos: reduce el miedo a migrar, garantiza que tu biblioteca no se quede huérfana y hace que las distribuciones “gaming” tengan sentido práctico, no sólo teórico.
También hay un efecto cascada en el desarrollo: a medida que más jugadores usan Linux, más estudios lo prueban y optimizan antes del lanzamiento. Eso explica por qué los títulos nuevos tienden a arrancar mejor que muchos clásicos, y por qué los porcentajes de Platinum suben justo en los lanzamientos.
Desde la trinchera del usuario, el consejo sigue siendo sencillo: mira ProtonDB antes de comprar, prueba las versiones de Proton recomendadas por la comunidad y, si te apetece una experiencia lista para usar, considera SteamOS o Bazzite. En hardware portátil, Bazzite ya está demostrando que la combinación de buen kernel, Mesa al día y configuraciones cuidadas puede adelantar a Windows en FPS y estabilidad.
Por último, merece la pena recordar que Linux no sólo se mide en frames por segundo. También pesa el control sobre el sistema, la ausencia de bloatware no deseado y la flexibilidad para ajustar el entorno a tu gusto. Si a eso le sumas la capacidad de jugar a casi toda tu biblioteca de Windows, la propuesta de valor ha cambiado por completo.
El panorama que se dibuja ya no es el de un “Linux para valientes”, sino el de una plataforma donde compatibilidad y rendimiento conviven. Con un 89,7% de juegos funcionando, un 42% de lanzamientos recientes en Platinum, apenas un 3,8% rotos y casos como ROG Ally X + Bazzite superando a Windows en el mismo hardware, la sensación es que el cuello de botella ya no es técnico sino de voluntad y acuerdos. Si esos engranajes se alinean, el último tramo hacia una compatibilidad todavía más amplia será cuestión de tiempo.