Nvidia logra vía libre para exportar sus chips H200 a China bajo fuerte debate político

Última actualización: diciembre 10, 2025
Autor: Isaac
  • Estados Unidos permitirá exportar los chips de IA H200 de Nvidia a China a cambio de una tasa del 25% sobre las ventas.
  • La medida se presenta como un compromiso: se autorizan H200 pero se mantienen vetados los chips más avanzados como Blackwell.
  • La decisión genera tensiones en Washington por el posible refuerzo militar chino y críticas de varios senadores.
  • China aún debe decidir si acepta estos procesadores tras haber rechazado versiones recortadas como el H20.

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La decisión de Estados Unidos de abrir la puerta a la venta de los chips de inteligencia artificial H200 de Nvidia a clientes chinos autorizados marca un nuevo capítulo en la llamada guerra de los semiconductores. El movimiento, impulsado directamente desde la Casa Blanca, intenta equilibrar intereses económicos, presión geopolítica y preocupaciones de seguridad nacional en torno al uso de estas tecnologías.

El anuncio ha tenido un efecto inmediato en los mercados y ha reactivado el debate político en Washington, donde se cruzan las posiciones de quienes quieren proteger el liderazgo tecnológico estadounidense a cualquier precio y quienes temen que un bloqueo total de exportaciones entregue el gigantesco mercado chino a rivales como Huawei.

Trump autoriza la exportación del H200 con una tasa del 25%

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado luz verde a que Nvidia comercialice sus procesadores H200 en China, pero sometiendo esas ventas al pago de una comisión del 25% al Tesoro estadounidense. La autorización se comunicó a través de la red social Truth Social, donde el presidente afirmó que la medida “respaldará el empleo estadounidense, fortalecerá la industria manufacturera y beneficiará a los contribuyentes”.

Trump aseguró que el presidente chino, Xi Jinping ya fue informado de la decisión y que respondió de manera positiva, siempre bajo el compromiso de mantener “una sólida seguridad nacional”. Desde la Casa Blanca se explica que ese 25% se estructurará como un impuesto de importación desde Taiwán —donde se fabrican los chips— hacia Estados Unidos, para someterlos primero a una revisión de seguridad antes de su posterior envío a clientes chinos aprobados.

La nueva política no se limita a Nvidia: el propio Trump ha señalado que el mismo esquema se aplicará a otras grandes firmas de chips de IA como AMD e Intel, con lo que Washington trata de fijar una pauta general para el sector. Sin embargo, de momento solo el H200 de Nvidia aparece de forma explícita en el acuerdo, mientras que los procesadores más avanzados siguen fuera de la negociación.

El movimiento llega después de que un plan anterior, también impulsado por la Casa Blanca, planteara que Nvidia y AMD pagasen un porcentaje de sus ingresos generados en China por la venta de chips de IA. Aquella fórmula nunca llegó a aplicarse al no aprobarse el marco legal necesario y por la resistencia de Pekín a esas exportaciones, lo que terminó enfriando la demanda de los compradores chinos.

Un punto medio entre el bloqueo total y la venta de los chips más avanzados

En los pasillos de Washington, la operación se presenta como una solución intermedia en la guerra de chips. La administración había vetado la exportación a China de los procesadores más potentes de Nvidia, como la familia Blackwell, pero ha optado ahora por permitir el envío de H200, un modelo muy capaz pero por detrás de la última generación.

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Fuentes conocedoras del plan explican que la Casa Blanca ve esta opción como un compromiso entre no mandar nada y mandar lo más avanzado. Por un lado, se quiere evitar que China se quede sin acceso total a chips estadounidenses y acabe volcándose de manera definitiva en fabricantes locales como Huawei. Por otro, se mantiene el veto a los procesadores de vanguardia, con el argumento de que son los que podrían ofrecer una ventaja crítica en aplicaciones militares y de seguridad.

La administración estadounidense había autorizado previamente la exportación de versiones degradadas como el Nvidia H20, diseñadas para cumplir con los límites de potencia impuestos desde Washington. Sin embargo, las autoridades chinas pidieron a las tecnológicas nacionales que evitaran estos modelos recortados, lo que en la práctica dejó ese chip fuera del mercado y abrió espacio a procesadores diseñados en China.

El Instituto for Progress (IFP), un think tank estadounidense, estima que el H200 es casi seis veces más potente que el H20, el semiconductor de IA más avanzado que se podía exportar legalmente a China tras la última revisión de los controles. Aun así, los estudios apuntan a que los chips Blackwell siguen siendo sensiblemente superiores: serían aproximadamente 1,5 veces más rápidos que el H200 para entrenar modelos de IA y hasta cinco veces más rápidos en tareas de inferencia, según datos citados por el propio IFP y por la documentación técnica de Nvidia.

Características del H200 y posición en la gama de Nvidia

El chip H200 se sitúa como uno de los procesadores estrella de Nvidia para aplicaciones de inteligencia artificial, tanto en entrenamiento de modelos como en ejecución (inferencia). Presentado hace unos dos años, se diseñó como evolución directa del H100 e incorporó una mejora clave: una memoria de mayor ancho de banda, lo que permite procesar grandes volúmenes de datos con más rapidez.

Frente a su predecesor, el H200 ofrece más memoria de alta velocidad y está optimizado para cargas de trabajo intensivas en IA generativa y análisis de datos a gran escala. Al mismo tiempo, queda por debajo de la nueva generación Blackwell, que concentra hoy por hoy el máximo rendimiento de la compañía y que se reserva para clientes estadounidenses y aliados bajo condiciones estrictas.

En el mercado chino, la comparación más directa es con el mencionado H20, la versión recortada que pretendía adaptarse a los límites de exportación. Los análisis internos y externos coinciden en que el H200 multiplica por varias veces la capacidad del H20, lo que lo vuelve mucho más atractivo para grandes centros de datos de IA y para empresas tecnológicas que necesitan clústeres de cómputo de alto rendimiento.

Precisamente por ese salto de prestaciones, la autorización para exportar H200 se percibe en los círculos de seguridad nacional como un paso delicado. Aunque ya no es el tope de gama de Nvidia, se trata de un procesador de primer nivel que podría emplearse en entrenar modelos de última generación si se adquiere en cantidades suficientes.

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Reacción de los mercados y de la propia Nvidia

La filtración inicial del plan a través del medio Semafor y, posteriormente, el anuncio oficial de Trump, se reflejaron de inmediato en la cotización de Nvidia. Tras conocerse las primeras informaciones, las acciones de la compañía escalaron más de un 2%, superando los 187 dólares por título en algunos cruces. Posteriormente, el comunicado en Truth Social impulsó otra subida en el mercado fuera de horario.

Desde Nvidia, un portavoz señaló que la compañía celebra la decisión del presidente al permitir que la industria estadounidense de semiconductores “pueda competir” en igualdad de condiciones en el exterior. A su juicio, ofrecer el H200 a clientes comerciales aprobados y supervisados por el Departamento de Comercio representa “un equilibrio sensato” que beneficia a Estados Unidos.

La empresa venía de un periodo complicado en el mercado chino. Su directora financiera, Colette Kress, reconoció que las ventas del chip H20 en el país fueron “insignificantes” durante el último trimestre, después de que Pekín recomendara a las compañías nacionales no depender de productos recortados diseñados para sortear restricciones.

En paralelo, Nvidia obtuvo otra victoria política cuando el Congreso decidió retirar de la ley de defensa la llamada Ley GAIN de IA, una disposición que habría obligado a priorizar a clientes estadounidenses en el suministro de chips punteros antes de atender pedidos de países considerados adversarios, entre ellos China. Esa eliminación evita por ahora un corsé adicional sobre su actividad comercial internacional.

El papel de Jensen Huang y los equilibrios en Washington

El consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, se ha convertido en una figura clave en esta negociación. En los últimos meses ha intensificado sus visitas a Washington y ha mantenido reuniones directas con Trump y con miembros del Comité Bancario del Senado, órgano que tiene voz en materia de controles de exportación.

Huang ha defendido públicamente que la empresa apoya la existencia de controles, pero insiste en que Estados Unidos debe asegurarse de que sus compañías “tienen lo mejor, lo más y lo primero”. A la salida de un encuentro en el Capitolio, el directivo reconoció que no tiene claro si Pekín permitirá a sus empresas comprar el H200, recalcando que los clientes chinos no aceptarán chips demasiado degradados en comparación con lo que se ofrece en otros mercados.

El máximo responsable de Nvidia también ha repetido que China podría suponer un mercado potencial de 50.000 millones de dólares para la compañía. Aun así, por prudencia, el grupo mantiene fuera de sus previsiones oficiales los ingresos procedentes de centros de datos en el país asiático, a la espera de ver cómo evolucionan las restricciones y las decisiones regulatorias de Pekín.

En el terreno político, el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, se ha mostrado favorable a permitir la exportación de H200 y ha explicado que la decisión final recaería en el propio Trump. Varios senadores republicanos han reconocido la presión de Nvidia para poder “competir a nivel mundial”, mientras que parte del ala demócrata advierte de que un exceso de flexibilidad podría dañar el liderazgo tecnológico y la seguridad nacional.

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Críticas y temores por el impacto en la seguridad nacional

La decisión de autorizar los H200 no ha llegado sin contestación. Entre los sectores más duros respecto a China, tanto demócratas como republicanos consideran que permitir la venta de chips avanzados de IA a Pekín puede reforzar sus capacidades militares y de vigilancia. Para ellos, las restricciones impuestas desde 2022 habían servido precisamente para impedir que el Ejército chino accediera a la tecnología de vanguardia estadounidense.

La senadora demócrata Elizabeth Warren, por ejemplo, ha advertido de que abrir la puerta al H200 podría “turboalimentar el ejército chino” y debilitar el liderazgo tecnológico de Estados Unidos. En una carta remitida al secretario de Comercio, pidió mantener los límites a las exportaciones de chips de IA avanzados y reclamó más transparencia en la toma de decisiones.

Otros expertos en regulación, como el ex alto cargo del Departamento de Comercio Eric Hirschhorn, califican la medida de “error garrafal” por sacrificar seguridad nacional a cambio de ventajas comerciales. A su juicio, el giro choca con la línea mantenida por distintas administraciones, demócratas y republicanas, que habían evitado históricamente facilitar la modernización militar de China.

Desde la Cámara de Representantes, el republicano John Moolenaar, que preside el Comité Selecto sobre China, ha ido más allá y ha advertido de que Pekín copiará la tecnología de Nvidia y tratará de eliminarla como competidor, utilizando esos chips no solo para fines económicos, sino también para mejorar sus sistemas de defensa y control interno.

China, entre la cautela y la oportunidad

Mientras en Estados Unidos se discute la conveniencia de flexibilizar los controles, en Pekín la reacción ha sido más medida y calculada. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino ha señalado que el país desea cooperar con Washington de forma que ambas partes salgan beneficiadas, sin entrar de momento en detalles concretos sobre el H200.

Analistas especializados en la relación bilateral apuntan a que los reguladores chinos podrían suavizar su posición respecto a Nvidia si perciben un gesto claro de acercamiento desde la Casa Blanca. El consultor George Chen considera que los medios estatales chinos podrían empezar a mostrar un tono más receptivo hacia la compañía estadounidense si se consolida esta ventana de cooperación tecnológica.

La experiencia reciente, no obstante, invita a la prudencia. Tras la aparición del H20, fabricado expresamente para ajustarse a los topes de potencia, las autoridades recomendaron a las grandes tecnológicas chinas que evitaran depender de chips rebajados y favorecieron la adopción de soluciones de proveedores nacionales. Ese movimiento dio un impulso adicional a gigantes como Huawei y a actores emergentes como Cambricon o Moore Threads.

Expertos como Bo Zhengyuan, de la consultora Plenum, recuerdan que China seguirá obsesionada con alcanzar autosuficiencia en la fabricación de semiconductores de alta gama, independientemente de la actual relajación parcial de los controles estadounidenses. Para Pekín, el acceso temporal a chips como el H200 puede ser útil, pero no reducirá su empeño en desarrollar capacidades propias.

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