- Los ODM diseñan y fabrican productos completos que las marcas renombran, mientras que en OEM el diseño es de la marca y la fábrica solo produce.
- Modelos como ODM aceleran el lanzamiento y bajan costes, pero limitan la diferenciación y la propiedad intelectual frente al enfoque OEM.
- Ejemplos como BQ, Wolder y Energy Sistem muestran cómo combinar diseño propio en España con fabricación y control de calidad en China.
- China ha evolucionado de simple OEM a gran potencia ODM, ofreciendo catálogos listos para rebrandear que dominan móviles, portátiles y otros dispositivos.

Cuando compras un móvil, un portátil o una tablet con una marca muy conocida, lo habitual es pensar que esa empresa lo ha diseñado y fabricado todo de principio a fin. La realidad del sector es bastante más compleja: detrás de casi cualquier dispositivo hay un entramado de ODMs, OEMs, EMS, CEM, fábricas chinas y acuerdos de diseño que muy pocas veces salen en los anuncios, pero que lo condicionan todo: precio, calidad, soporte, actualizaciones y hasta la ética de la cadena de producción.
Casos como el de Zetta y su “Bellotagate” en España, donde una supuesta marca extremeña se limitaba a reetiquetar móviles Xiaomi añadiendo ligeros cambios de software, pusieron en el foco este ecosistema. La diferencia entre coger un teléfono ya hecho, pegarle un logo y venderlo caro, o implicarse de verdad en diseño, ingeniería, control de calidad y desarrollo de software, es abismal. Y ahí es donde entran los conceptos de ODM, OEM, CM, EMS, JDM y compañía, además de ejemplos reales como BQ, Wolder o Energy Sistem, o gigantes como Apple, HP, Lenovo, Samsung y una legión de marcas menos conocidas pero clave.
Qué es realmente un ODM y cómo encaja en la industria
ODM son las siglas de Original Design Manufacturer. Hablamos de empresas que no solo fabrican, sino que también conciben y desarrollan el producto desde cero: diseño industrial, electrónica, firmware base, certificaciones, pruebas de calidad y, muchas veces, hasta la documentación técnica. Esa solución completa se ofrece luego a marcas (OEM en este contexto comercial) que la compran, la personalizan ligeramente y la venden bajo su propio nombre.
En el modelo ODM el “cerebro” técnico suele estar en la fábrica: la propiedad intelectual del diseño (patentes, esquemas, arquitectura del dispositivo) suele quedarse en manos del ODM, salvo que el contrato diga lo contrario. Por eso, un mismo diseño de móvil, portátil, router o electrodoméstico puede aparecer en el mercado con distintas marcas y carcasas, pero la misma “tripas”.
Este enfoque es especialmente habitual en electrónica de consumo: smartphones, portátiles, tablets, pequeños electrodomésticos, accesorios, productos IoT, etc. Para una marca que no tiene músculo de I+D o que quiere lanzar algo rápido con poca inversión, acudir a un ODM es una opción muy atractiva, porque reduce el coste de desarrollo y comprime brutalmente los plazos.
Los grandes ODM son actores muy potentes a nivel tecnológico. Crean su propia propiedad intelectual, registran patentes y suelen concentrar la mayoría de sus registros en Estados Unidos, Taiwán y China, con menos presencia en Japón o la Unión Europea. Esto refuerza su posición en la cadena de valor y explica por qué tantas marcas dependen de ellos para sacar producto al mercado.

OEM, Retail, licencias por volumen y otros términos de producto
Antes de meternos a fondo con los fabricantes, conviene aclarar algunos conceptos comerciales que suelen liarse: OEM, Retail y licencias por volumen (GVLK). Aunque muchas veces se usan en la misma frase, no hablan de quién fabrica, sino de cómo se vende y empaqueta el producto.
Un producto OEM (Original Equipment Manufacturer, en su acepción de canal) es aquel que se suministra a otras empresas para integrarlo o revenderlo. Suele llegar en cajas sencillas, puede venir en lotes múltiples y normalmente solo incluye lo básico: el dispositivo o la licencia y poco más. Es típico en componentes de PC, licencias de software o piezas que van a montarse dentro de otro producto.
La variante Retail es la que ves en la estantería de una tienda tradicional: caja cuidada, manual impreso, cables, tornillería, soportes, drivers en muchos casos y, en general, una experiencia más amigable para consumidor final. A cambio, el precio suele ser algo más alto que su equivalente OEM aunque el “hierro” o el software interno sea exactamente el mismo.
Cuando se habla de licencias por volumen o GVLK (Generic Volume License Keys), se hace referencia sobre todo a software distribuido para empresas, administraciones o grandes organizaciones que necesitan activar decenas o cientos de equipos. En vez de comprar una licencia individual por PC, se utiliza un modelo “a granel”, mucho más eficiente en costes y gestión.
Los distintos tipos de fabricantes: ODM, OEM, CM, CEM, ECM, EMS y JDM
Una cosa son los formatos comerciales y otra muy distinta quién diseña y fabrica el aparato. En la trastienda de la electrónica hay un auténtico zoo de términos: ODM, OEM (en su sentido productivo), CM, CEM, ECM, EMS, JDM… A día de hoy muchas fronteras se han difuminado, pero merece la pena distinguirlas para entender quién hace qué.
En su sentido industrial, OEM (Original Equipment Manufacturer) es la empresa que posee el diseño y la propiedad intelectual del producto, y encarga la fabricación (total o parcial) a una o varias plantas, propias o ajenas. Apple, HP, Lenovo, Acer o muchas marcas de automoción funcionan así con buena parte de sus gamas: definen el producto y subcontratan la producción.
El ODM, en cambio, es quien concibe y construye el producto que luego otros venden. La marca que aparece en la caja puede participar en el diseño (co-diseño) o limitarse a pedir pequeños cambios cosméticos, pero el esqueleto y el “alma” técnica vienen del ODM. Aquí encajan muchos proveedores asiáticos que desarrollan portátiles, smartphones, routers, electrodomésticos o equipamiento industrial listo para renombrar.
Además de ODM y OEM, hay figuras intermedias que se han ido solapando con los años:
- CM (Contract Manufacturer): fábrica que se encarga de producir según las especificaciones del cliente. A veces solo monta y en otras ocasiones también participa en diseño, acercándose al modelo ODM.
- CEM (Contract Electronics Manufacturer): similar a un CM pero centrado en electrónica y normalmente con mayor volumen y alcance. Puede fabricar el producto entero o solo algunas partes, casi siempre sin quedarse la IP.
- ECM (Electronic Contract Manufacturer): va un paso más allá, porque además de fabricar puede dar soporte de desarrollo, test, control de calidad, reparaciones e incluso logística y distribución.
- EMS (Electronics Manufacturing Services): proveedor de servicios integrales de fabricación electrónica: diseño para fabricación (DfX), montaje de PCB, pruebas, logística, reparaciones, gestión de cadena de suministro… Todo ello, habitualmente, sin adueñarse del diseño.
- JDM (Joint Design Manufacturer): modelo de co-diseño entre marca y proveedor. Ambas partes participan en la ingeniería y comparten la propiedad intelectual, pudiendo incluir cláusulas de royalties según ventas.
En la práctica, muchos proveedores actuales mezclan funciones de varios de estos modelos. Aun así, si hay un término que se mantiene muy vivo y relevante en la industria es ODM, porque resume la idea de “producto llave en mano” que después las marcas personalizan y venden.
Comparativa profunda: ODM vs OEM en diseño, costes y plazos
La gran duda para cualquier marca que quiere lanzar un dispositivo nuevo es hasta qué punto debe implicarse en diseño e ingeniería, o si le interesa más apoyarse en un ODM. La diferencia clave está en quién es dueño del diseño, cuánto puedes personalizar y qué sacrificas en tiempo y dinero.
En un modelo ODM el diseño pertenece casi siempre a la fábrica. El cliente puede modificar logo, color, embalaje, quizá alguna configuración de memoria o módulos, pero no tiene control real sobre la arquitectura interna. Eso permite entrar mucho más rápido al mercado y con menos inversión, pero te ata al proveedor y deja puertas abiertas a que otros vendan lo mismo bajo otra marca.
En OEM ocurre justo al revés: quien encarga la fabricación se queda la IP. La empresa define el producto, controla esquemas, carcasas, firmware y, normalmente, también el roadmap de futuras versiones. Esto abre la puerta a productos diferenciados con mayor margen y capacidad de defender precios premium, pero obliga a dedicar más tiempo, recursos de diseño y asumir más riesgo técnico.
A nivel de plazos, un diseño OEM completo puede tardar entre 4 y 8 meses (o más) desde los primeros bocetos hasta que la producción se estabiliza: validación de diseño, prototipos, pruebas, ajuste de moldes y líneas, certificaciones, etc. Un proyecto ODM, en cambio, puede estar listo para venderse en cuestión de semanas o pocos meses, porque gran parte de ese trabajo ya está hecho.
Los márgenes también se ven afectados. Con OEM, al controlar el diseño y tener un producto más único, se pueden manejar márgenes de entorno al 32‑42% en muchos sectores. Con ODM, donde el producto suele ser menos exclusivo, lo normal es moverse en bandas de 22‑30%, aunque la inversión inicial sea mucho menor.
ODM frente a EMS y CEM: quién diseña y quién solo fabrica
EMS y CEM comparten algo importante: fabrican según diseño ajeno. Mientras un ODM propone el diseño y lo ofrece a diversas marcas, un proveedor EMS o CEM recibe planos, BOM, gerbers y especificaciones de un OEM y se limita a producir, probar y, en muchos casos, gestionar logística y posventa.
Un EMS típico se centra en grandes volúmenes de electrónica estándar: smartphones, portátiles, placas base, equipos de red, etc. Ofrecen servicios de ingeniería de fabricación, optimización de costes, pruebas automatizadas y, a menudo, gestión de la cadena de suministro y logística global. No firman el diseño final, pero sin ellos sería imposible producir a esa escala.
Los CEM, por su parte, se mueven más en terrenos especializados: control industrial, equipamiento médico, defensa, telecomunicaciones críticas… Trabajan con volúmenes más bajos y requerimientos de calidad y certificación muy exigentes. Igual que un EMS, fabrican de acuerdo con lo que dicta el OEM, sin apropiarse del diseño.
La gran diferencia con un ODM es precisamente la propiedad intelectual. En ODM el proveedor diseña y suele ser dueño de la IP, y la marca compra o licencia ese diseño. En EMS/CEM el diseño es del cliente y el proveedor solo aporta capacidad industrial y servicios alrededor.
Ejemplos en España: BQ, Wolder y Energy Sistem frente al caso Zetta
El escándalo de Zetta en Extremadura, donde una supuesta marca española se descubrió reetiquetando móviles Xiaomi, hizo mucho ruido y dio pie a comentarios fáciles sobre “Marca España”. Sin embargo, no todas las compañías españolas de electrónica juegan a eso. BQ, Wolder y Energy Sistem mostraron en su momento que hay formas mucho más serias de apoyarse en fabricantes asiáticos.
BQ comenzó confiando en un ODM para sus primeros smartphones, pero incluso en esa fase contaba ya con unos 200 empleados en España dedicados a control de calidad, diseño exterior, elección de componentes, logística, soporte y atención al cliente. Más tarde, con la familia Aquaris E, pasaron a diseñar ellos mismos más partes del producto y dejar en manos externas solo el ensamblaje y algunos componentes.
En una segunda etapa, BQ dio el salto a liderar el diseño desde su sede en Madrid. Eso implica asumir que sacar un diseño propio adelante puede costar del orden de medio millón de euros por proyecto, además de movilizar a unos 140 ingenieros especializados y un equipo de unas 40 personas en China (entre expatriados y personal local) para coordinar la fabricación.
En BQ el proceso típico desde el primer boceto hasta la primera unidad funcional se podía alargar fácilmente a nueve meses. Comienza con la captura de requisitos, sigue con dibujos a mano, modelado por ordenador, integración de componentes, envío al ensamblador y, cuando llega el primer prototipo, un auténtico “infierno” de pruebas de laboratorio para verificar resistencia, temperatura, golpes, conectividad, etc.
La implicación no se quedaba en el hardware. También en software BQ trabajaba codo con codo con Qualcomm para optimizar rendimiento y garantizar actualizaciones, cuidando especialmente el apartado de cámara: procesamiento de imagen, algoritmos y experiencia de uso, que muchas veces marcan más diferencias que el propio sensor.
Wolder, desde Cantabria, combinaba diseño propio y presencia directa en China. Contaba con unas instalaciones de más de 10.000 m² en España y una oficina en Guangzhou. Desde Cantabria dirigían el desarrollo y diseño desde fases tempranas; en China se realizaban controles de calidad de componentes y primeras unidades, que volvían a pasar revisión en España antes de llegar a comercios como Media Markt, Carrefour, Fnac o Worten.
La atención al cliente y las reparaciones en Wolder se gestionaban también desde su sede española, y uno de sus hitos fue colarse en el catálogo de Yoigo, lo cual implica pruebas adicionales y certificaciones internas del operador. De nuevo, apoyarse en fábricas chinas no significaba pegar un logo sin más.
Energy Sistem, veterana desde finales de los 80, dio el salto a la electrónica en los 90 y lo ha tocado casi todo: pendrives, MP3, lectores, altavoces, tablets y móviles. Su proceso para sacar un smartphone implicaba análisis de mercado, bocetos en papel, prototipado 3D, diseño mecánico e industrial, con ciclos de desarrollo entre seis y ocho meses.
En Energy Sistem la producción física se realizaba exclusivamente en Asia, pero la marca recalcaba que más allá del coste, es allí donde está el ecosistema de componentes, fábricas y proveedores que hace viable un proyecto así. Contaban con sede en Alicante y oficina en Shenzhen para vigilar producción, estándares de calidad y cumplimiento de la garantía de tres años que ofrecían en sus productos.
Cada dispositivo Energy pasaba por al menos cuatro controles de calidad: sobre componentes antes del ensamblaje, durante la producción en China y en una fase final en España. En software apostaban por una experiencia muy cercana a Android “stock”, con pequeñas mejoras sin sobrecargar el sistema para mantener fluidez.
Ventajas y riesgos del modelo ODM para móviles y portátiles
Optar por ODM tiene un atractivo evidente para muchas marcas pequeñas y medianas. Les permite saltar al mercado de móviles y portátiles sin montar un departamento de I+D gigantesco, sin invertir fortunas en moldes y herramientas y sin asumir todo el riesgo técnico del desarrollo.
En términos de coste, el ODM reduce radicalmente la entrada. No necesitas un equipo grande de ingenieros, ni laboratorios caros, ni una cadena de proveedores compleja. El fabricante de diseño original ya ha creado las plataformas, validado los diseños y, muchas veces, homologado certificaciones de seguridad y compatibilidad. El cliente paga por un diseño ya probado, lo adapta y puede empezar a vender con relativa rapidez.
Esto tiene otra ventaja clave: la velocidad de comercialización. En un mercado tan rápido como el de smartphones o portátiles, donde cada trimestre cambian procesadores, cámaras y estándares de conectividad, llegar el primero o no llegar tarde puede marcar la diferencia entre ganar dinero o comerse el stock. El ODM da acceso a plataformas actualizadas, como el nuevo Snapdragon 8 Gen 5, sin retrasos ingentes de ingeniería.
Sin embargo, el precio a pagar está en la dependencia y en la falta de diferenciación. Al no ser propietario del diseño, la marca tiene margen limitado para innovar de verdad y corre el riesgo de encontrarse su mismo producto (con otra carcasa) vendido por competidores directos a menor precio. Además, cambiar de proveedor puede ser complicado: el ODM conoce tu producto y tus cifras, y replicar el diseño con otro socio cuesta tiempo y dinero.
Otra preocupación es la propiedad intelectual y la originalidad del diseño. Si el ODM ha “inspirado” su plataforma en otro producto ya existente, la marca que lo comercializa puede verse salpicada por conflictos de patentes sin haber hecho nada conscientemente. Por eso es crítico auditar con cuidado el origen de los diseños y las garantías legales que ofrece el proveedor.
Industrias donde los productos ODM son la norma
La lógica del ODM no se limita a móviles y portátiles. Se ha expandido a multitud de sectores donde tiene sentido aprovechar diseños estándar y centrarse en marca, distribución y servicio.
En electrónica de consumo es donde más se ve: smartphones, portátiles, tablets, televisores, pequeños electrodomésticos… Las marcas reducen costes de I+D y pueden sacar gamas completas apoyándose en plataformas diseñadas por ODM, personalizando solo lo imprescindible para crear una identidad de marca reconocible.
En ordenadores y componentes, los ODM producen desde placas base hasta sistemas completos. Muchos equipos de sobremesa, servidores o periféricos que se venden bajo marcas conocidas comparten chasis o placas diseñadas por los mismos proveedores, lo que ayuda a garantizar compatibilidad y acelerar lanzamientos.
La maquinaria industrial y agrícola también recurre a ODM para equipos complejos en los que desarrollar un diseño totalmente propio sería prohibitivo. Así, empresas de nicho pueden comercializar maquinaria con su marca, aprovechando la experiencia en ingeniería y diseño de un socio especializado.
En alimentación, la marca blanca es el equivalente del ODM en muchos casos: snacks, bebidas y productos envasados que un fabricante produce siguiendo un diseño estándar y que cada cadena de supermercados renombra a su gusto. Esto facilita entrada rápida al mercado con inversiones controladas.
En sectores donde la marca y la exclusividad lo son todo, como cosmética de alta gama o joyería, el modelo ODM puro es menos habitual. Aquí se priorizan fórmulas únicas, diseños exclusivos y control absoluto sobre la imagen, lo que acerca más al modelo OEM con fuerte inversión propia.
ODM y OEM en China: de simple fábrica a socio de diseño
China ha pasado en pocas décadas de ser “la fábrica del mundo” a ser también su diseñador. Muchos proveedores chinos arrancaron como OEM: fabricaban exactamente lo que el cliente extranjero les pedía, sin aportar cambios. Con el tiempo, han ido acumulando conocimiento, automatizando procesos y construyendo equipos de ingeniería propios.
Ese salto ha convertido a China en un gigante del ODM. Cada vez más fábricas no solo montan, sino que proponen directamente diseños completos listos para rebrandear, ajustando detalles a las necesidades de cada marca. Para la empresa occidental, esto significa acceder a catálogos de dispositivos casi “a la carta”, desde móviles y portátiles hasta maquinaria, juguetes electrónicos o electrodomésticos inteligentes.
Esta transición aporta ventajas de coste y tiempo al cliente, pero también exige más cuidado a la hora de proteger marca y márgenes. Si no se negocian bien las condiciones, el mismo diseño puede aparecer en manos de decenas de competidores, erosionando precios y diluyendo cualquier ventaja.
Encontrar un buen proveedor ODM/OEM en China implica mucho más que filtrar en portales B2B. Muchos importadores recurren a agentes de abastecimiento especializados que conocen el terreno, auditan fábricas, validan certificaciones y ayudan a evitar intermediarios que se hacen pasar por fabricantes. También son habituales las visitas a mercados mayoristas como Yiwu o a grandes ferias en Cantón y otras ciudades, donde ver producto y producción de primera mano marca la diferencia.
Sea cual sea el modelo, la comunicación clara y el control de calidad son claves. Definir bien especificaciones, documentar los acuerdos, establecer planes de inspección (en origen y destino) y revisar materiales y componentes ayuda a evitar sorpresas de última hora, cambios de materiales sin avisar o bajadas de calidad difíciles de detectar hasta que el producto ya está en manos del cliente final.
Todo este entramado de ODM, OEM, EMS, CEM y demás siglas explica por qué no basta con mirar solo la marca que aparece en la carcasa de un móvil o un portátil. Entender quién lo ha diseñado, quién lo ha fabricado y bajo qué condiciones permite valorar mejor la calidad real del dispositivo, su precio, sus posibilidades de actualización y el comportamiento de la marca ante problemas. Para cualquier empresa que quiera lanzar productos tecnológicos, elegir bien entre diseño propio o apoyarse en un ODM, y encontrar el socio adecuado en la cadena de suministro, puede ser la diferencia entre construir una marca sólida a largo plazo o quedarse en un simple pegado de logos sobre hardware genérico.
