Windows 11 va lento: guía completa para acelerar tu PC

Última actualización: septiembre 24, 2025
  • La causa suele ser una mezcla de hardware justo, drivers desfasados y configuraciones que consumen recursos; identifica primero tu build y temperatura.
  • Actualiza Windows y controladores, libera espacio y RAM, ajusta energía e interfaz y limita indexación, notificaciones y sincronización.
  • Si persiste, migra a SSD, amplía RAM o realiza una reinstalación limpia; en entornos 24H2 con cifrado, revisa políticas y VBS/HVCI.

Windows 11 va lento: optimización y soluciones

Si has notado que tu PC con Windows 11 se mueve a cámara lenta, no estás solo: el problema puede venir tanto de hardware como de software, e incluso de ajustes del propio sistema que, por defecto, restan rendimiento en ciertas máquinas. La buena noticia es que en la mayoría de casos hay margen de mejora para hacer el PC más rápido sin programas, y cuando hace falta invertir, hay formas de priorizar para que se note de verdad.

Conviene empezar con una idea clave: cumplir los requisitos mínimos de Windows 11 no garantiza fluidez. Este sistema operativo es más exigente que Windows 10, y además su rendimiento puede degradarse con el uso, tras determinadas actualizaciones o por detalles como controladores desfasados, temperaturas altas, discos llenos o cifrado y políticas corporativas que penalizan el arranque.

Por qué Windows 11 puede ir lento

Antes de lanzarnos a tocar ajustes, es útil entender los factores típicos que frenan el equipo. Windows 11 elevó el listón frente a Windows 10, y un ordenador que iba «decente» en la versión anterior puede quedarse corto aquí.

Para orientarte, estas configuraciones sirven como referencia del rendimiento que puedes esperar: no son dogma, pero sí una guía realista.

  • Entrada básica: Celeron N4000 (2 núcleos/2 hilos), 4 GB de RAM y almacenamiento eMMC. Aunque cumple mínimos, la experiencia es lenta, y con 4 GB de RAM Windows 11 suele ir justo.
  • Nivel recomendable: Ryzen 3 3100 (4 núcleos/8 hilos), 8 GB de RAM y SSD. Rinde bien para ofimática, navegación y multitarea moderada.
  • Óptimo generalista: Core i5‑10400F (6 núcleos/12 hilos), 16 GB de RAM y SSD. Si aquí algo va lento, el cuello de botella no es la potencia.

Además del hardware, entran en juego otros elementos: actualizaciones con bugs puntuales, drivers inadecuados, temperaturas elevadas, discos casi llenos, indexación de búsqueda, sincronización en la nube, efectos visuales, notificaciones y más. Todo suma y, a veces, resta.

Comprobaciones imprescindibles antes de tocar nada

Primero, pon orden en lo básico para descartar un problema de base. Identificar la versión exacta y el hardware real ayuda a no ir a ciegas.

– Revisa la versión y compilación del sistema: pulsa Win + X > ‘Especificaciones del sistema’ > ‘Windows’ y usa ‘Copiar’. Así sabrás si estás en una build estable o reciente que pudiera tener incidencias conocidas.

– Abre ‘Información del sistema’ (Win + Q, escribe ‘msinfo32’) y guarda una captura. Te servirá para ver CPU, RAM, BIOS y modo de arranque, y para contrastar si todo concuerda con las expectativas de rendimiento.

Actualizaciones y controladores: primer frente

Un clásico que funciona: poner Windows y los drivers al día. Windows 11 ha tenido parches que afectaron a CPUs AMD, Intel y a gráficas NVIDIA; las correcciones llegaron vía actualización.

1. Actualiza Windows 11

Ve a Configuración > ‘Windows Update’ y aplica la última versión estable. Evita instalar actualizaciones recién lanzadas el primer día si dependes del equipo para trabajar; espera unos días y revisa problemas conocidos.

2. Instala los últimos controladores

Prioriza la GPU y el chipset. Descarga siempre desde la web oficial (AMD, Intel, NVIDIA, etc.) y elige el driver correcto para tu modelo y para Windows 11. Mejor versiones estables que betas. Si notas más inestabilidad o peor rendimiento, vuelve al driver previo.

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Si tras un cambio desaparecen efectos o animaciones y el sistema va torpón, reinstalar el controlador gráfico suele devolver la fluidez; es un síntoma típico de driver dañado o mal instalado.

Temperatura y mantenimiento físico

El calor es enemigo del rendimiento. Cuando la CPU o la GPU se calientan, entran en protección y bajan frecuencias, y la sensación es de PC perezoso.

3. Monitoriza temperatura y descarta thermal throttling

Usa HWiNFO64 para ver temperaturas, frecuencias y consumo en tiempo real. Prueba la CPU con Cinebench R23 y la GPU con FurMark mientras miras los sensores: si en reposo superas 60 ºC (o 70 ºC en casos extremos) o en carga rozas límites muy rápido, hay trabajo que hacer.

Plan de acción si hay altas temperaturas: retira cualquier overclock, cambia pasta térmica (CPU/GPU) si toca, limpia polvo, comprueba ventiladores y flujo de aire y valora un disipador mejor si el TDP lo exige. Si nada cuadra, podría haber un defecto de hardware.

Almacenamiento, espacio libre y optimización

Un disco lleno o mal optimizado puede lastrar todo. En SSD no se desfragmenta como antaño: se optimiza con la herramienta del sistema.

4. Optimiza la unidad

En el Explorador, clic derecho sobre la unidad > ‘Propiedades’ > pestaña ‘Herramientas’ > ‘Optimizar’. Selecciona la unidad y ejecuta optimización; en SSD no es la desfragmentación clásica y es seguro.

Gestión de espacio con Sensor de almacenamiento

Configuración > Sistema > Almacenamiento. Activa ‘Sensor de almacenamiento’ y entra en ‘Configurar Sensor de almacenamiento o ejecutarlo ahora’. Programa la limpieza de temporales, papelera y Descargas con la periodicidad que prefieras.

Eliminar temporales manualmente

Pulsa Win + R, escribe ‘%temp%’ y borra todo lo posible. Si algún archivo no se deja, sáltalo; suele estar en uso. Repite también con ‘temp’ desde C:\Windows si te ves cómodo.

Liberador de espacio en disco

En el buscador, escribe ‘Liberador de espacio en disco’ y ejecútalo. Marca las categorías a limpiar y valora ‘Limpiar archivos del sistema’ para ir más a fondo. Ojo con lo que marcas si quieres conservar instaladores o miniaturas.

Aumentar la unidad C: con software de particiones

Si C: está en rojo, ampliar su tamaño ayuda mucho. Con una suite de particionado como EaseUS Partition Master puedes hacerlo de dos formas, reubicando espacio libre de otras particiones o usando hueco no asignado:

  • Con espacio no asignado: clic derecho en C: > ‘Redimensionar/Mover’ y arrastra el borde hacia el espacio libre. Aplica los cambios.
  • Sin espacio no asignado: clic derecho en una partición grande con hueco > ‘Asignar espacio’ y cédelo a C:. Confirma y aplica.

Memoria, arranque y multitarea

La RAM manda en la fluidez del día a día. Con 4 GB, Windows 11 se ahoga; con 8 GB empieza a respirar, y con 16 GB se nota holgado para usos generalistas.

5. Libera RAM y controla el arranque

Abre el Administrador de tareas (Ctrl + Mayús + Esc). En ‘Inicio’, deshabilita lo que no necesites al encender; en ‘Procesos’, cierra lanzadores y utilidades que acaparan memoria sin aportar nada cuando no las usas. Para más, consulta cómo acelerar el arranque del PC.

6. Plan de energía adecuado

Configura ‘Alto rendimiento’ en equipos de sobremesa y ‘Equilibrado’ en portátiles salvo emergencias de batería. Cambiar desde ‘Economizador’ a ‘Alto rendimiento’ se nota al instante. Busca ‘Editar plan de energía’ > ‘Configuración avanzada’ y ajusta.

Memoria virtual gestionada por el sistema

Pulsa Win + R, escribe ‘sysdm.cpl’ > pestaña ‘Avanzado’ > Rendimiento > ‘Configuración’ > ‘Avanzado’ > Memoria virtual > ‘Cambiar’ y marca ‘Administrar automáticamente el tamaño del archivo de paginación para todas las unidades’. Deja que Windows decida el tamaño óptimo.

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Desinstalar, limpiar y asegurar

Menos es más. Programas en segundo plano, antivirus duplicados o malware ligero pueden ser el freno. Una buena limpieza libera CPU, RAM y disco.

7. Quita aplicaciones que no usas

Configuración > Aplicaciones > ‘Aplicaciones instaladas’. Desinstala lo prescindible para hacer que mi PC funcione más rápido. Ganarás recursos y espacio, y reducirás procesos residentes que reaparecen tras los reinicios.

8. Analiza en busca de malware

Ejecuta Microsoft Defender desde ‘Seguridad de Windows’ y programa un análisis semanal. Adware, mineros y rastreadores consumen recursos aunque no sean devastadores. Si sueles usar software no original, extrema precauciones.

11. Desinstala antivirus y capas de seguridad redundantes

Tener varias soluciones simultáneas no te hace más invulnerable; sí crea conflictos y gasta memoria (200–500 MB por cada uno en segundo plano). Quédate con una protección y retira el resto desde ‘Agregar o quitar programas’.

Interfaz y experiencia visual

Windows 11 luce bien, pero esos efectos cuestan. En equipos modestos, recortar animaciones y transparencias da aire al sistema.

9. Reduce efectos y animaciones

Haz clic derecho en el escritorio > ‘Configuración de pantalla’ > ‘Accesibilidad’ > ‘Efectos visuales’ y desactiva transparencias y animaciones. Para apurar, abre ‘Ver configuración avanzada del sistema’ > Rendimiento > ‘Mejor rendimiento’.

Características de seguridad y su impacto

La seguridad basada en virtualización protege, pero no siempre compensa en todos los escenarios. Desactivar VBS/HVCI puede recuperar rendimiento, sobre todo en juegos.

10. Desactiva ‘Virtualization‑Based Security’ si no la necesitas

Busca ‘Aislamiento del núcleo’ y desmarca la opción disponible. Si no aparece, ya está desactivado. Reinicia para aplicar los cambios.

Juegos, notificaciones y pequeños lastres

Hay ajustes que no obran milagros, pero sumados marcan diferencia en equipos con recursos limitados.

12. Activa el Modo Juego

Escribe ‘Modo Juego’ y actívalo. Bloqueará descargas de Windows Update y priorizará recursos para el juego. Puede regalarte algunos FPS.

13. Recorta notificaciones

Ve a Configuración > Sistema > Notificaciones y desactiva las que te sobran. Menos interrupciones y menos procesos comprobando novedades en segundo plano.

14. Apaga del todo y vuelve a encender

Suena básico, pero no es lo mismo que reiniciar. Un apagado completo vacía RAM y mata procesos en segundo plano encallados. Úsalo cuando notes el sistema ‘espeso’.

15. Limita la indexación de búsqueda

Configuración > Privacidad y seguridad > ‘Búsqueda de Windows’. Activa el modo clásico y que respete la configuración de energía. En ‘Opciones avanzadas de indexación’ puedes desmarcar ubicaciones o desactivarla por completo si no la usas.

16. Pausa la sincronización de OneDrive

En el icono de OneDrive (bandeja del sistema), pausa la sincronización temporalmente y deshabilita su inicio con Windows si no te hace falta. Evitarás picos de CPU, disco y red en momentos críticos.

17. Usa apps más ligeras

Algunas aplicaciones son devoradoras de RAM, como ciertos navegadores con muchas extensiones. Alternativas más ligeras (por ejemplo, Opera o Vivaldi) pueden mejorar la fluidez, sobre todo con 8 GB de RAM o menos.

Cuando nada de lo anterior basta

Si ya has hecho los deberes y la cosa sigue igual, toca valorar medidas de más calado. Invertir con cabeza o reinstalar puede ser la vía rápida a un equipo ágil.

18. Reinstalación limpia de Windows 11

Haz copia de seguridad y busca ‘Restablecer este PC’. Elige ‘Quitar todo’ para una instalación limpia y ejecuta ‘Reinstalación local’. Tras el proceso, el equipo quedará como recién sacado de la caja y mantendrá la activación si ya estaba activado.

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Migrar Windows 11 a un SSD

Si aún usas HDD para el sistema, pasar a SSD es un salto enorme para acelerar tu PC. Con una herramienta tipo EaseUS Partition Master puedes usar la función ‘Migrar SO’ para clonar el sistema a un SSD. Ojo: el disco de destino se borra por completo; haz copia si tiene datos.

Pasos orientativos: en la suite, entra en ‘Clonar’ > ‘Migrar SO’, elige el disco de destino, confirma el aviso de borrado, previsualiza el diseño y arranca la migración. Al finalizar, ajusta el orden de arranque en la BIOS si hiciera falta.

Caso real: ralentización tras 24H2 con Intune y cifrado

En entornos gestionados (portátiles HP ProBook/Dragonfly con 16 GB, desplegados con Intune y cifrado activo) se ha observado arranque muy lento tras actualizar a 24H2, incluso tras reinstalar. Si sospechas del cifrado o de nuevas políticas, procede así:

– Anota la compilación exacta (OS Build) y captura ‘msinfo32’. Ayuda a correlacionar con incidencias de la build y a ver modos de seguridad habilitados.

– Revisa si un cambio de política de seguridad/cifrado coincide con el inicio de la lentitud. Prueba a pausar temporalmente la sincronización y a desactivar funciones que añaden carga en arranque (dentro del marco de las políticas de tu organización).

– Aplícalo de forma controlada: actualiza drivers, reduce arranque, ajusta energía y comprueba temperatura. Si el problema persiste, eleva a IT para evaluar el cifrado y VBS/HVCI en esa build concreta.

Soluciones oficiales y utilidades del sistema

Windows ofrece herramientas propias que conviene aprovechar. Son seguras, sencillas y cubren gran parte de los casos.

– ‘Solucionador de problemas de Windows Update’: Configuración > Actualización y seguridad > Solucionar problemas > ‘Otros solucionadores’ > ‘Windows Update’ > Ejecutar. Detecta y corrige fallos de actualización que a veces dejan el sistema pesado.

– ‘Comprobación de disco’ (CHKDSK): útil para descartar errores lógicos en la unidad que impactan en tiempos de carga. Ejecútalo desde un símbolo del sistema con permisos o desde las propiedades del disco.

– ‘Mover archivos a otra unidad’: si el disco del sistema está al límite, traslada fotos, vídeos o instaladores a un USB o a otra partición. Deja al menos un 10% libre en la unidad del sistema para que el SO respire.

Cuándo actualizar hardware

Hay veces en que optimizar no basta. Si estás en 4 GB de RAM, subir a 8 GB es el mínimo sensato; y si aún usas HDD, cambiar a SSD transforma el equipo. Con 16 GB y SSD, el cuello suele estar en CPU o en software.

Si dudas entre invertir o cambiar de equipo, valora el coste/beneficio: ampliar RAM y poner un SSD es barato y efectivo en portátiles y sobremesas de los últimos años; renovar CPU/placa ya es otra liga.

Una vez interiorizados los pasos clave, verás que la mayoría de problemas de lentitud se resuelven combinando actualizaciones, limpieza y ajustes prudentes. Si tu caso es particular (por ejemplo, un despliegue corporativo con políticas de cifrado y 24H2), documenta la build, los cambios aplicados y prueba de forma aislada para acotar el origen. Con cabeza, tiempo y un poco de método, Windows 11 vuelve a correr como debe.

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