Splave y la Asus RTX 5090 Astral: overclocking extremo y récords mundiales

Última actualización: diciembre 12, 2025
Autor: Isaac
  • Splave utiliza una BIOS XOC no pública y nitrógeno líquido para eliminar los límites de potencia y temperatura de la Asus ROG RTX 5090 Astral.
  • La GPU sufre cold bug alrededor de -10 °C a -20 °C, lo que complica la gestión térmica pese a su excelente diseño y provoca continuos reinicios.
  • Gracias a un ajuste extremo de frecuencias y LN2, Splave ha logrado más de 47.000 puntos en 3DMark Port Royal y varios récords mundiales adicionales.
  • Las BIOS XOC bajo NDA generan polémica por ofrecer ventaja competitiva a una élite de overclockers, dejando al resto de usuarios en clara desventaja.

Tarjeta gráfica Asus RTX 5090 Astral para overclocking extremo

Si te interesa el overclocking extremo y los récords mundiales, el nombre de Splave seguro que te suena, y si no, prepárate, porque detrás de ese nick está Allen Golibersuch, uno de los overclockers profesionales más respetados del panorama internacional. Su trabajo va mucho más allá de subir un par de MHz desde el panel de control: hablamos de LN2, BIOS especiales bajo NDA y pruebas al límite con hardware carísimo.

En este artículo vamos a desgranar cómo ha llevado al límite la Asus ROG RTX 5090 Astral, qué trucos y obstáculos hay detrás de sus récords en 3DMark Port Royal, GPUPI y Unigine Superposition, y por qué esta GPU se ha convertido en una referencia absoluta entre quienes buscan el máximo rendimiento, incluso a costa de dejar la tarjeta a temperaturas bajo cero y con consumos de más de 1.000 W, por eso es clave elegir buenas fuentes de alimentación para un overclock realmente estable.

Quién es Splave y cómo ha llegado a ser un overclocker profesional

Splave, cuyo nombre real es Allen Golibersuch, no es el típico entusiasta que se queda en casa trasteando con el panel de control de la GPU. Empezó con el overclocking como afición, pero lo llevó tan lejos que acabó recorriendo medio mundo para participar en eventos como Computex y otras competiciones presenciales, subiendo a podio y ganando torneos de alto nivel.

Aun así, el mundo del overclocking extremo tiene un problema muy claro: poca gente está dispuesta a pagar por “solo” subir frecuencias. Durante años el reconocimiento venía en forma de récords, medallas y fama en la comunidad, pero no necesariamente de un sueldo estable. Eso le llevó a experimentar con la idea de montar sus propios PCs personalizados.

Pronto se dio cuenta de que no quería limitarse a vender ordenadores “normales”. Su objetivo era crear equipos que superasen a lo que se encontraba en el mercado a precios similares, aprovechando su habilidad para exprimir el hardware como valor añadido, no como un coste extra. El enfoque era claro: rendimiento brutal, selección de componentes de primera y ajustes finos de overclocking.

En ese punto, una empresa con la que ya mantenía una relación de confianza le ofreció invertir y quedarse con un porcentaje para lanzar su propia marca de PCs. Lo que comenzó como un proyecto muy boutique, casi de garaje, fue creciendo hasta convertirse en un integrador de sistemas a gran escala, pero manteniendo ese toque artesanal de entusiasta que no quiere perder el control técnico.

Hoy, para Splave, montar y toquetear PCs no es solo un trabajo ni una afición: es su verdadera pasión. Además de su faceta comercial, escribe columnas en medios especializados como Tom’s Hardware, donde tiene espacio para profundizar en overclocking extremo, contar anécdotas de competición y enseñar qué ocurre cuando llevas una GPU al borde de lo posible.

La Asus ROG RTX 5090 Astral: una GPU pensada para ir más allá

En la primera entrega de una de sus columnas, Splave se centra en una gráfica muy especial: la Asus ROG RTX 5090 Astral. No es la versión bañada en oro que ha llamado tanto la atención por estética (y que, por cierto, él no tiene), pero aunque su GPU no sea literalmente de oro, sí está diseñada para conseguir “oro” en forma de récords mundiales en benchmarks 3D.

La RTX 5090 lleva ya un tiempo en el mercado, pero llevarla a su límite requiere muchísimo trabajo previo. Asus, en este caso, ha hecho los deberes con un diseño centrado en el rendimiento, con un sistema de refrigeración descomunal y un equipo de I+D que colabora con overclockers para encontrar soluciones a las protecciones internas del chip y la tarjeta.

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Esas protecciones son las que impiden que la gráfica literalmente explote o arda cuando se le exige energía por encima de lo normal. Lo interesante es que, con las generaciones recientes, esos mecanismos de seguridad se han afinado tanto que ahora permiten sacar un rendimiento salvaje si se dispone de refrigeración subambiental, como el nitrógeno líquido.

Para el usuario normal, la Astral ya es una bestia con su BIOS OC estándar, pero en manos de alguien como Splave se convierte en un auténtico laboratorio de pruebas. Su objetivo no es solo sumar FPS en juegos, sino romper marcas como la de 3DMark Port Royal, donde el equilibrio entre temperatura, potencia y estabilidad lo es todo.

Más allá de los números, la impresión de Splave es contundente: es la mejor gráfica que ha probado en toda su carrera. No habla de Asus porque sí ni por compromiso; destaca el diseño del disipador, los componentes internos de gama alta, el funcionamiento silencioso y una estética sobria pero elegante. Es pesada, sí, pero porque el sistema de refrigeración está muy por encima de la media.

BIOS especial, sin límites de potencia y la cara B del overclock extremo

El primer gran punto a aclarar es que la configuración exacta que utiliza Splave no es replicable en casa por un usuario normal. Para alcanzar esos niveles de rendimiento hace falta una BIOS especial, no pública, que elimina los límites de potencia que trae de serie la tarjeta.

Esta BIOS XOC (Extreme OverClocking) permite levantar las barreras habituales de consumo, voltaje y frecuencia de memoria. Para quien modifica voltajes, ver cómo bajar el voltaje de tu tarjeta gráfica. En la práctica, significa que la gráfica puede tragar muchísima más energía, subir mucho más de vueltas y saltarse límites que Nvidia y los ensambladores colocan para mantener el hardware en un rango seguro.

Splave deja muy claro que esa BIOS no es suya y no puede compartirla. Suele estar protegida por acuerdos de confidencialidad (NDA) y se distribuye solo entre overclockers de élite e influencers muy concretos por parte de marcas como Asus, Gigabyte y otros fabricantes. De ahí viene también la queja de muchos entusiastas: el terreno de juego no está nivelado, y quienes no tienen acceso a estas BIOS se encuentran en clara desventaja en rankings como HWBOT.

Incluso con ese BIOS sin límites de potencia, el siguiente cuello de botella son las temperaturas y las protecciones térmicas. Si la GPU se calienta demasiado, el propio sistema reduce las frecuencias para evitar daños graves, por lo que una BIOS agresiva sin una buena refrigeración subambiental sirve de poco.

En una configuración típica con el BIOS OC estándar, la Asus ROG RTX 5090 Astral ya se defiende muy bien. Muchas unidades son capaces de alcanzar sin problemas más de +2000 MHz en memoria sin necesidad de añadir refrigeración extrema, lo que habla muy bien del margen que ofrece el diseño térmico del modelo.

Los límites del frío: el “cold bug” del chip RTX 5090

Aunque la tarjeta esté muy bien diseñada, el chip gráfico RTX 5090 tiene un comportamiento peculiar con el frío extremo. Cuando Splave aplica nitrógeno líquido y baja la temperatura hasta alrededor de -10 °C a -20 °C, la GPU empieza a dar problemas serios.

Ese fallo se manifiesta en forma de pantalla en negro, cuelgue completo del sistema y necesidad de dejar que la tarjeta se caliente por encima de 0 °C antes de poder arrancar Windows de nuevo. Esto es lo que en la jerga del overclock extremo se conoce como “cold bug”: el chip deja de funcionar correctamente cuando está demasiado frío.

Es una situación que puede sacar de quicio a cualquiera. Splave reconoce que, cuando ocurre, tiene que alejarse del equipo y desahogarse con un saco de boxeo para no descargar la frustración sobre una GPU muy cara. Y por desgracia, no es un problema exclusivo de Asus ni de este modelo concreto.

El “cold bug” parece estar ligado al diseño del propio die de Nvidia en la RTX 5090, ya que otros fabricantes también reportan comportamientos similares en condiciones de frío extremo. En generaciones anteriores, figuras como Kingpin ejercían cierta presión para que se corrigieran este tipo de problemas de cara a la escena de overclock extremo, pero hoy por hoy es algo mucho más difícil de conseguir desde fuera.

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Lo más llamativo es que, incluso con esa limitación térmica, la ROG RTX 5090 Astral sigue alcanzando frecuencias de núcleo de más de 3.600 MHz sin necesidad de llegar a temperaturas ultra extremas como las que se usaron con la famosa Asus ROG Matrix RTX 4090, la primera en superar los 4 GHz con el chip a unos -190 °C.

Si el chip RTX 5090 admitiera operaciones estables a temperaturas cercanas a esos -190 °C, las cifras de rendimiento serían directamente absurdas. Asus, de hecho, sigue trabajando con nuevas BIOS y ajustes para ver hasta dónde pueden ampliar la tolerancia al frío, y Splave continúa probando versiones internas en busca de cualquier mejora en ese margen de temperatura.

Récord en 3DMark Port Royal y otros benchmarks clave

La combinación de BIOS especial, experiencia afinando el LN2 y una unidad especialmente buena de la Astral ha permitido a Splave alcanzar puntuaciones estratosféricas en 3DMark Port Royal, el benchmark de trazado de rayos que se ha convertido en referencia para medir el rendimiento de las GPU de gama alta.

En una de estas sesiones, Splave logró una puntuación de 47.375 puntos en Port Royal con su RTX 5090, frente a una media aproximada de 36.150 puntos que suelen presentar los usuarios con tarjetas en configuración casi stock. Hablamos de un aumento de alrededor del 31% respecto a lo que se ve normalmente en la comunidad.

El detalle importante es que este tipo de récords no son solo “validar una frecuencia máxima”. La GPU no solo tiene que arrancar, sino completar el benchmark entero sin errores gráficos ni cuelgues, lo que se traduce en rendimiento real durante la prueba mientras el nitrógeno está fluyendo y la temperatura se mantiene dentro de un rango relativamente estable.

Para lograrlo, Splave llevó la gráfica a unos 2.444 MHz de base y 3.007 MHz de boost, medidos con GPU-Z. Teniendo en cuenta que la Astral viene de fábrica con 2.017 MHz de base y 2.580 MHz de boost, es un salto del 16% sobre la configuración OC de Asus y casi un 25% por encima de los 2.407 MHz de boost oficial que Nvidia marca como referencia.

Estos ajustes tan agresivos, combinados con el LN2, le han permitido encabezar los cinco rankings principales de GPU en HWBOT con esta tarjeta. No sólo en Port Royal, sino también en otras pruebas clave del mundillo del overclocking competitivo.

El equipo acompañante también juega un papel fundamental. Splave opta por un Intel Core i9-14900KS acompañado de 32 GB de DDR5-7800 en lugar de saltar a procesadores más nuevos como el hipotético Core Ultra 285K o a alternativas de AMD como el Ryzen 9 9950X3D; además, emplea herramientas como Ryzen Master en configuraciones AMD cuando hace comparativas.

Además del récord en Port Royal, Splave ha conseguido la mejor marca mundial en GPUPI 32B y los dos récords de Unigine Superposition en sus configuraciones de 1080p y 8K. Estos resultados se obtuvieron en fechas ligeramente diferentes, por lo que es fácil encontrar su nombre dominando distintas tablas de puntuaciones en la red.

Gestión térmica, consumo brutal y el arte de verter LN2

Detrás de cada récord hay una parte muy poco glamourosa pero crítica: la gestión de la temperatura durante el benchmark. En el caso de la Asus ROG RTX 5090 Astral, cuando la tarjeta está en reposo con un buen pot de cobre de varios kilos y nitrógeno líquido, puede estabilizarse alrededor de -20 °C antes de iniciar la prueba.

El problema viene cuando empieza el test: en cuanto arranca Port Royal, la GPU puede pedir más de 1.000 W de potencia. Ese pico de consumo hace que la temperatura suba de golpe desde -20 °C hasta unos +10 °C prácticamente al instante, incluso con el enorme bloque de cobre y el LN2 actuando a pleno rendimiento; por eso es útil contar con soluciones como WireView Pro II para controlar el conector 12V y la entrega de energía.

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Esa demanda térmica hace que mantener la temperatura dentro de una ventana útil sea extremadamente complicado. Durante la ejecución del benchmark hay que dosificar el nitrógeno muy finamente: si se vierte demasiado al final y el test termina, el chip deja de recibir carga y la temperatura puede caer en picado desde unos +20 °C hasta cerca de -50 °C casi de inmediato.

Ese desplome de temperatura vuelve a despertar el temido cold bug, con más pantallas en negro y más tiempo perdido esperando a que la tarjeta vuelva a subir hasta 0 °C para iniciar de nuevo el sistema. Cada error obliga a repetir la prueba entera, y cada intento supone un consumo considerable de LN2, energía y, sobre todo, paciencia.

Pese a todos esos dolores de cabeza, cuando finalmente se consigue la combinación perfecta de voltaje, frecuencia y ritmo de vertido de nitrógeno y aparece en pantalla una puntuación récord, la sensación compensa todas las horas de frustración. Es precisamente esa mezcla de técnica, riesgo y recompensa lo que hace que el overclocking extremo enganche tanto a quienes lo practican a ese nivel.

Hay que recordar que todo esto sucede con una tarjeta que, en teoría, ya viene “al máximo” de fábrica. El margen que ofrece la Astral en manos de un experto, apoyado por una BIOS XOC y refrigeración subambiental, demuestra de forma muy clara hasta dónde se pueden estirar los chips actuales cuando se eliminan las restricciones de consumo y calor que limitan los modelos comerciales.

La polémica de las BIOS XOC y el acceso exclusivo

Todo este escenario abre un debate muy encendido dentro de la comunidad entusiasta: las BIOS XOC con eliminación de límites de potencia, subida de voltaje y memoria sin tope se están distribuyendo de manera muy selectiva a overclockers de élite e influencers, principalmente por parte de marcas como Gigabyte, Asus y otros fabricantes de primer nivel.

Estas BIOS aportan mejoras importantes incluso en sistemas refrigerados por agua, no sólo con LN2. Un usuario con buena RL custom puede aprovechar el incremento de power limit y voltaje para conseguir puntuaciones muy superiores a las que logra alguien que está limitado a la BIOS pública convencional.

El gran problema es que, al no estar estas BIOS disponibles para el público general, se crea una evidente sensación de injusticia entre los aficionados que intentan escalar posiciones en rankings de overclock como HWBOT o que comparten sus resultados en foros como Overclock.net (OCN). Muchos sienten que compiten en “ligas distintas” aunque en teoría usen el mismo modelo de tarjeta; esta dinámica viene de la mano de decisiones de marcas como Gigabyte, Asus y otros fabricantes sobre cómo gestionar el acceso a herramientas avanzadas.

En esos foros es habitual encontrar comentarios muy críticos y bastante “salados” de usuarios que dedican tiempo y dinero a pulir sus equipos, pero que saben que nunca podrán alcanzar las puntuaciones de quienes cuentan con BIOS y herramientas reservadas a una élite bajo NDA.

Desde el punto de vista de las marcas, sin embargo, tiene sentido limitar el acceso a estas BIOS: son configuraciones extremadamente agresivas que, en manos inexpertas, pueden acabar destruyendo hardware con facilidad, generar una avalancha de RMA y dañar la reputación del producto. Por eso se prefiere que solo unos pocos profesionales con experiencia y visibilidad sean quienes jueguen con estas armas de doble filo.

Al final, la escena del overclock extremo se mueve en ese equilibrio entre mostrar de lo que es capaz realmente el silicio y mantener cierto control sobre quién puede llegar a esos niveles. Para el usuario medio, todo esto se traduce en ver puntuaciones de otro planeta y entender que, detrás de esos números, hay BIOS especiales, LN2 y muchas horas de prueba y error.

Todo este recorrido deja clara una idea: la Asus ROG RTX 5090 Astral, en manos de Splave, pone en evidencia el potencial oculto de la generación RTX 50 cuando se eliminan las barreras térmicas y de potencia. Aunque no todos podamos replicar sus resultados, conocer el proceso ayuda a apreciar mejor el trabajo que hay detrás de cada récord y el nivel de refinamiento técnico que se necesita para estar en la cima del overclocking mundial.

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