- El overclock estable exige fuentes con margen de potencia, buena eficiencia y regulación sólida en 12 V.
- La combinación de certificación 80 Plus, PFC activo y protecciones completas es clave para cuidar el hardware.
- Formatos, conectores ATX 3.x y cableado modular influyen en compatibilidad, ampliaciones y gestión térmica.
- Elegir series y marcas contrastadas reduce cuelgues, picos peligrosos y alarga la vida útil del equipo con OC.

Si estás pensando en hacer overclock estable a tu PC, una de las piezas que más va a decidir si el experimento sale bien o acaba en cuelgues y sustos es la fuente de alimentación. Mucha gente se obsesiona con la CPU, la GPU o la refrigeración líquida, pero descuida la PSU… y luego llegan las pantallas azules, los reinicios aleatorios y los picos de consumo que la fuente no puede aguantar.
En este artículo vamos a desgranar con calma todo lo que necesitas saber para elegir fuentes de alimentación capaces de dar un overclock estable: desde cuánta potencia real necesitas hasta qué certificaciones mirar, qué gamas de precio tienen sentido, qué formatos existen, qué marcas están dando más confianza y cómo influyen el calor ambiental, la eficiencia y el uso continuado en la vida útil de la fuente. La idea es que termines con una guía práctica, no solo de vatios y sellos 80 Plus, sino de criterios reales para no escatimar justo en el componente que puede matar tu PC si sale malo.
Por qué la fuente es clave para un overclock estable
Cuando haces overclock, tanto CPU como GPU aumentan su consumo y sensibilidad a las variaciones de voltaje. No solo importa el disipador o el AIO que montes, sino la calidad con la que la fuente entrega esos 12 V que luego las fases de alimentación de la placa y la gráfica convierten. Una fuente barata, con mucho rizado o caídas de tensión, puede convertir un OC que parece estable en la BIOS en un festival de cuelgues bajo carga.
En la práctica, al subir frecuencias tendrás picos de consumo instantáneos bastante más altos que en stock, sobre todo en tarjetas gráficas modernas de gama media y alta, y herramientas como MSI Afterburner ayudan a medirlos. Si la fuente va justa de potencia o de calidad, esos picos pueden provocar apagones, reinicios o, peor todavía, estrés constante en los condensadores que acorta drásticamente su vida útil.
Por eso, si pretendes exprimir tu procesador o tu GPU en serio, es muy recomendable optar por fuentes de gamas medias-altas en adelante, con buena regulación en la línea de 12 V, condensadores de calidad y todas las protecciones activas. Para un overclock ligero, una buena fuente “normal” puede bastar; para un OC agresivo, la PSU deja de ser un sitio donde ahorrar.
Cuánta potencia necesitas para overclock estable
La primera gran decisión es el vataje. No vale mirar solo la potencia recomendada por el fabricante de la GPU y comprar “lo que ponga en la caja”. Es importante añadir margen extra para picos y para la pérdida de eficiencia con el calor y el paso del tiempo.
Un equipo de juego típico con CPU moderna y gráfica de gama media suele moverse, en carga real jugando o renderizando, entre 200 W y 350 W de consumo. Si quieres hacer overclock tanto a la CPU como a la GPU, o usas gráficas con picos fuertes (algunas NVIDIA RTX y muchas Radeon), es razonable irse a fuentes de entre 600 W y 800 W para que trabajen a medio gas, donde son más eficientes y silenciosas.
La idea general es que lo ideal es mantener la fuente entre el 40 % y el 60 % de su capacidad máxima durante el uso habitual. Ahí es donde suelen lograr la mejor eficiencia y menos estrés térmico. Por ejemplo, si calculas que tu equipo va a consumir un máximo sostenido de 450 W en plena carga con overclock, una fuente de 750 W es un objetivo muy razonable: no está sobredimensionada, pero dejas margen para picos y para futuras ampliaciones.
No conviene tampoco pasarse: montar una fuente de 1500 W en un PC que rara vez supera los 300 W hará que funcione siempre en la zona de muy baja carga, donde muchas PSU son menos eficientes y el dinero invertido en tanto vataje se tira a la basura. El truco está en calcular bien el consumo real de CPU, GPU, discos, ventiladores y extras, y sumarle un margen prudente.
Eficiencia y certificación 80 Plus en el contexto del overclock
La potencia que ves en la caja de la fuente es la que puede entregar al PC, no la que toma de la pared. Ahí entra la eficiencia: si una PSU es un 80 % eficiente, para ofrecer 500 W al equipo estará consumiendo alrededor de 620 W de la red eléctrica, y el resto se pierde como calor.
Las certificaciones 80 Plus (Bronze, Silver, Gold, Platinum, Titanium…) son una forma rápida de ver la eficiencia mínima garantizada a distintas cargas. A grandes rasgos, cuanto más alto es el nivel, menos energía se malgasta y menos calor interno genera la fuente. Para un PC gaming actual, sobre todo si piensas hacer overclock y usarlo muchas horas, lo más equilibrado suele ser apuntar a 80 Plus Gold; Bronze puede valer en equipos más modestos y Platinum/Titanium tiene sentido cuando el presupuesto lo permite y el uso es intensivo.
Un detalle importante: si ves una fuente sospechosamente barata que promete eficiencias irreales, como un 90 % a plena carga por 20 euros, desconfía directamente. Las fuentes realmente buenas que se mueven cerca del 90 % de eficiencia bajo carga alta no son precisamente baratas, menos aún a potencias de 600 o 700 W.
PFC pasivo, activo y entrelazado
Otro concepto que conviene entender es el factor de corrección de potencia (PFC). Su misión es “limpiar” la forma en la que la fuente toma la energía de la red eléctrica, mejorando eficiencia y reduciendo ruidos eléctricos.
Las fuentes con PFC pasivo suelen ser las más baratas y las menos recomendables para equipos de gaming u overclock. Suelen tener eficiencias reales mucho más bajas, consumen bastante más de lo que entregan, generan más calor y ruido, y con frecuencia apenas incluyen protecciones contra sobrevoltajes o picos. En zonas con cortes o microcortes eléctricos, son un peligro tanto para la propia fuente como para el resto del PC.
Las fuentes con PFC activo son el estándar actual de calidad: mejoran claramente la eficiencia, reducen el desperdicio de energía y, normalmente, llegan acompañadas de un juego de protecciones completas (OVP, OCP, SCP, OPP, OTP, UVP…). Para cualquier equipo con overclock, este tipo de PFC es prácticamente obligatorio.
Algunas fuentes van un paso más allá y emplean PFC entrelazado, con dos etapas que operan en paralelo para reducir aún más el rizado de la señal y estabilizar la entrega de energía. Es un plus útil cuando buscas tensión lo más limpia posible en 12 V, algo especialmente apreciado en configuraciones de OC más agresivas y en zonas con redes eléctricas de calidad dudosa.
El impacto del calor y la ubicación del PC en la fuente

La eficiencia de una fuente no es fija: se degrada con la temperatura. Las pruebas de laboratorio y las certificaciones suelen medirse a temperaturas de unos 20-25 ºC. Pero si juegas en verano, en una habitación calurosa, con el PC encajonado bajo la mesa y mala ventilación, la temperatura real alrededor de la PSU puede ser bastante mayor.
Ese aumento de temperatura interna hace que la fuente pierda eficiencia y tenga que chupar más vatios de la pared para entregar la misma potencia al equipo. En casos extremos, si llevas la PSU cerca de su límite y además le sumas calor ambiental alto, podrías sacarla de su zona segura de operación y reducir mucho su vida útil.
Por eso conviene dimensionar la potencia pensando no solo en el consumo del hardware, sino también en el clima donde vives y cómo usas el PC. Si juegas muchas horas seguidas en verano, con una gráfica potente y algo de overclock, es mejor ir algo más holgado en vataje y calidad que recortar justo ahí. Además, una fuente que no trabaja ahogada genera menos calor, el ventilador gira más despacio y el ruido baja.
Formatos de fuentes: ATX, SFX y variantes
La mayoría de PCs de sobremesa usan el formato ATX PS/2, con medidas típicas en torno a 140 × 150 × 85 mm, aunque los modelos de mucha potencia pueden alargarse algo más. Existe también la variante ATX PS/3, algo más corta, pensada para ciertos chasis compactos.
Si montas un PC pequeño, los formatos SFX y SFX-L cobran protagonismo: son fuentes más compactas (por ejemplo, 125 × 100 × 63,5 mm en SFX) diseñadas para cajas ITX y similares. Pueden ofrecer potencias muy respetables, pero su tamaño implica ventiladores más pequeños y, a menudo, algo más de ruido a altas cargas.
Existen otros formatos especiales como Flex ATX, TFX o modelos propietarios usados en barebones y equipos muy compactos. Si tu PC cae en uno de estos casos, tendrás que mirar muy bien la compatibilidad física antes de cambiar la fuente, porque muchas veces no puedes montar una ATX estándar sin hacer bricolaje.
Cableado: modular, semimodular y no modular
En cuanto al cableado, las fuentes se dividen entre no modulares, semimodulares y totalmente modulares. Las no modulares traen todos los cables fijos; es lo más barato, pero obliga a esconder mazos que quizá no necesites, empeorando la gestión del aire en la caja.
Las semimodulares dejan fijos solo los cables imprescindibles (24 pines ATX y, normalmente, EPS de CPU) y permiten conectar el resto según lo que vayas a usar. Es una solución intermedia muy cómoda para montajes limpios sin pasarse de precio.
Las fuentes modulares permiten retirar todos los cables y usar solo los necesarios. Para cajas con ventana, configuraciones muy cuidadas o equipos compactos donde cada centímetro cuenta, es una opción que facilita muchísimo el cable management, además de mejorar el flujo de aire.
Conectores, ATX 3.x y compatibilidad con GPUs modernas
Además del clásico conector ATX de 24 pines para la placa y los cables EPS para la CPU, hoy es vital revisar bien los conectores para la GPU. Las tarjetas gráficas actuales de gama media y alta demandan conectores PCIe de 6+2 pines o el nuevo 16 pines (12VHPWR / 12V-2×6).
Las fuentes con estándar ATX 3.0 y 3.1 y soporte para PCIe 5.0/5.1 suelen incluir al menos un cable de 16 pines capaz de entregar 300, 450 o 600 W, según el modelo. Esto es especialmente importante si planeas usar gráficas tipo RTX 4070, 4080, 4090 o las próximas generaciones que hagan uso intensivo de este conector.
Además, revisa que la fuente tenga suficientes conectores SATA y Molex para tus unidades de almacenamiento, ventiladores, bombas de RL y otros accesorios. Si piensas ampliar en el futuro, es mejor que sobren uno o dos conectores a que te falten justo cuando quieras añadir un SSD o una segunda GPU pequeña. Y si te preocupa el consumo de la GPU, consulta guías sobre cómo bajar el voltaje de tu tarjeta gráfica para reducir picos.
Protecciones eléctricas imprescindibles
Una buena PSU para overclock no se define solo por los vatios y el sello 80 Plus, también por las protecciones internas que incorpora. Las más importantes que deberías buscar son:
- OVP (Over Voltage Protection): evita que un sobrevoltaje dañe los componentes.
- OCP (Over Current Protection): corta la salida si la corriente supera lo seguro.
- OPP (Over Power Protection): desactiva la fuente si se pide más potencia de la que puede suministrar.
- SCP (Short Circuit Protection): protege frente a cortocircuitos.
- OTP (Over Temperature Protection): previene daños por sobrecalentamiento.
- UVP (Under Voltage Protection): actúa si el voltaje cae demasiado.
Estas funciones permiten que, ante picos raros, fallos internos o problemas en la red eléctrica, la fuente se apague de forma segura en lugar de carbonizar la placa base, la GPU o los discos. Para un equipo caro con OC, son indispensables.
Marcas y series de fuentes recomendadas
En el mercado actual hay muchas marcas decentes, pero algunas han ganado fama por la calidad y consistencia de sus productos, ya sea como ensambladores directos o porque subcontratan a fabricantes top como Seasonic. Muchas otras marcas usan diseños suyos como base; si quieres comprobarlo, consulta nuestras marcas más fiables para orientarte.
- Seasonic: uno de los nombres de referencia, con décadas de experiencia y modelos desde gamas medias hasta PSU de muy alta calidad. Muchas otras marcas usan diseños suyos como base.
- Corsair: muy popular entre gamers y entusiastas, con familias como CX, RMx, HXi o RMx Shift que cubren prácticamente todos los escenarios, muchas ya con ATX 3.1 y conectores modernos.
- Be Quiet!: centrada en silencio y calidad de construcción; gamas como Pure Power, System Power o Dark Power son habituales en montajes de gama media y alta.
- MSI, ASUS, Thermaltake, Cooler Master: todas ellas ofrecen líneas ATX 3.0/3.1 con conectores 12VHPWR y buenos certificados, pensadas para equipos de alto rendimiento.
- XPG, Gigabyte, NOX, Sharkoon: alternativas interesantes en tramos más económicos, siempre que se elijan las series contrastadas con buenas reviews y certificaciones claras.
Además, hay series concretas muy bien valoradas por su relación calidad-precio y estabilidad bajo carga. Por ejemplo, familias como System Power 11, CX de Corsair, C Gold de NZXT, Core GX y Focus GX de Seasonic, RMx 2024 y RMx Shift de Corsair, Pure Power 12/13 M o Dark Power 13 de Be Quiet!, Toughpower GF3 y GF A3 de Thermaltake, GX III Gold de Cooler Master o TUF Gaming Gold y ROG Strix/Thor de ASUS son opciones que a día de hoy encajan muy bien en equipos de juego y overclock.
Ejemplos prácticos de dimensionado con overclock
Imagina que tienes un Ryzen 5 relativamente moderno con una GPU tipo RTX 2060 Super. Esta gráfica suele pedir fuentes de alrededor de 550 W como recomendación mínima. Si la intención es hacer un overclock ligero a GPU y quizá algo de OC a la CPU —y para ajustar el OC en procesadores AMD puedes usar AMD Ryzen Master—, una buena PSU de 650 W Gold de fabricante fiable, trabajando al 50-60 % de carga en juego, te dará margen suficiente para picos sin ir al límite.
En el caso de gráficas más exigentes, como una RX 5700 XT o tarjetas con consumos cercanos a los 250-300 W y picos aún mayores, tiene sentido plantearse fuentes de 750-850 W de buena calidad, sobre todo si el resto del equipo no es especialmente ahorrador y planeas añadir más discos o hacer overclock notable también al procesador.
Si en cambio montas un PC modesto de ofimática o juego ligero con gráfica integrada o una GPU de hasta 75 W sin conector adicional, podrías apañarte con una fuente de 400-500 W de gama media, pero incluso ahí es preferible evitar modelos con PFC pasivo o sin certificación creíble. Aunque el consumo sea bajo, una mala fuente puede ser la culpable de cuelgues aleatorios que parecen de software.
Funciones extra y detalles que marcan la diferencia
Más allá de los datos técnicos básicos, algunas fuentes incluyen características que mejoran la experiencia de uso y el control sobre el sistema. Por ejemplo, ciertas series ofrecen un botón físico para cambiar entre un modo de ventilador siempre activo y uno semipasivo, en el que el ventilador permanece parado a baja carga y se activa solo cuando la temperatura lo exige.
Otras integran un pequeño retardo en la parada del ventilador, dejándolo girar un par de minutos tras bajar la carga para evitar ciclos constantes de encendido y apagado que generan más ruido. En el extremo más premium, hay fuentes con conectividad USB interna para monitorizar voltajes y consumo desde software propietario, o incluso pantallas OLED laterales que muestran en tiempo real la potencia que está usando el equipo.
Son lujos que no son estrictamente necesarios para un overclock estable, pero sí ayudan a vigilar cómo se comporta la fuente bajo estrés y ajustar mejor la ventilación de la caja, algo que siempre viene bien cuando estás forzando un poco los límites del hardware.
Elegir bien la fuente de alimentación para un PC con overclock no es solo cuestión de comprar muchos vatios; implica equilibrar potencia real, eficiencia, protecciones, conectores modernos, formato físico, temperatura ambiente, presupuesto y calidad de marca y serie concreta. Apostar por una PSU con PFC activo, certificación al menos Bronze o Gold según el caso, buen margen sobre el consumo máximo de tu equipo y una plataforma contrastada por la comunidad y las reviews técnicas es lo que marca la diferencia entre un OC que se mantiene estable durante años y uno que vive al borde del desastre por ahorrar donde no toca.